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Opinión

Desnazificadores unidos

Actualizado: Guardar

Los otrora asaltantes del cielo, del Congreso y de la capilla de la Complutense devienen casta palmera y desarrollan virtudes palaciegas tales como el ‘respeto institucional’, que es lo que según Garzón manifestaron con sus aplausos al presidente de Ucrania, invitado al Congreso. El titular de Consumo fulmina así la única aportación formal de Unidas Podemos a la vida pública española: su absoluto desprecio por el respeto institucional, expresado a través de sus desplantes a la Corona, su rechazo al día de la Fiesta Nacional, su campaña de acoso al poder judicial, su alineamiento con la violencia callejera y ‘antifascista’, sus celebraciones republicanas cada 14 de abril o su denuncia de la anomalía democrática de España. Este súbito sarpullido de

 respeto institucional podría interpretarse como una señal de madurez y transición, desde la adolescencia asamblearia al sosiego que dan los años, los sueldos y las poltronas, pero no es más que un síntoma de cobardía, la expresión pusilánime, en su caso burocrática, con póliza ministerial, de quien carece del valor suficiente para reconocer que a Volodímir Zelenski no lo aplauden por la defensa de los valores occidentales que Putin quiere llevarse por delante, el mismo Putin con el que Garzón comparte el magno proyecto de la desnazificación de Europa. Ambos están metidos en la misma guerra, rentable y reinventada: el uno al frente del fantasma del Ejército Rojo y el otro con un pin triangular del mismo color, reservado para las grandes ocasiones y prendido en la solapa como símbolo de su falta de respeto no ya a las instituciones, sino a la historia.

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