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Internacional

Las cuentas con el pasado de la primera promoción de la Universidad Laboral de Toledo

Corría octubre del año 1972. Atrás quedaban las XVII Olimpiadas de la Era Moderna celebradas en Munich (Alemania), con la muerte de más de una decena de personas en un atentado perpetrado por terroristas palestinos contra la delegación de Israel en los Juegos Olímpicos, donde triunfó el nadador Michael Spitz con siete medallas. El día 13 de ese mes, un avión en el que viajaba un equipo uruguayo de rugby se estrellaba en los Andes chilenos, Bobby Fischer era campeón mundial de ajedrez tras ganar a Boris Spaski, empezaba a sonar en España la música rock de Rolling Stones o Miguel Ríos, llegaba a las televisiones españolas la serie ‘La tribu de los Brady’ y a las pantallas de cine, películas como ‘El padrino’, de Francis Ford Coppola, ‘El discreto encanto de la burguesía’, de Luis Buñuel, o ‘Gritos y susurros’, de Ingmar Bergman.

Todos esos acontecimientos, al igual que la actualidad política de la España franquista, con el régimen del dictador Francisco Franco llegando a sus últimos días, quedaron en un segundo plano para un grupo de adolescentes que comenzaban una de las mayores aventuras de sus vidas: su paso por la Universidad Laboral de Toledo. Este vetusto e innovador centro educativo, que está celebrando ahora su 50º aniversario de ese primer curso 1972/73, ha reunido este sábado a 24 antiguos alumnos de la primera promoción que han compartido con ABC sus recuerdos de aquel tiempo, aparte de una serie de actos conmemorativos destacados este sábado por el director, Luis Corrales.

Luis López Martínez es uno de esos primeros alumnos que pasó por la recién inaugurada Universidad Laboral de Toledo. De familia madrileña con pocos recursos y procedente de Cheste (Valencia), fue uno de los privilegiados que tuvo la fortuna de disfrutar de una beca de estudios del Ministerio de Trabajo para formarse y poder vivir como interno en este centro. Entró con catorce años y estudió quinto y sexto de Bachillerato, además del llamado Curso de Orientación Universitaria, más conocido como COU. De hecho, según apunta, esa promoción fue la primera que realizó la selectividad en 1975.

Hasta la Universidad Laboral de Toledo llegaron, en ese curso inaugural, adolescentes de diferentes edades procedentes de diferentes puntos de la geografía española. Los chicos convivían las 24 horas al día de toda la semana de casi todo el año, casi sin visitas de sus padres, durante tres cursos que quedaron grabados en su memoria. Todos ellos recuerdan las clases de profesores como Agustín Chozas, de Filosofía (que estaba presente este sábado), los talleres de arte, de música, de cocina, de teatro, las actividades deportivas e incluso las películas que ponían en el cinefórum, entre las que no tienen tan buen recuerdo de las obras tan conceptuales de Buñuel o Bergman, que ese año estaban de estreno, como se indicaba antes.

«Todas esas vivencias nos unieron para siempre», afirma Luis, que cuenta a ABC que el primer gran reencuentro que tuvieron muchos de ellos se celebró en el 25º aniversario. La «culpable» de reunir a estos nostálgicos de la Universidad Laboral, tanto entonces como ahora, es Alicia Fernández, profesora de Lengua y Literatura ya jubilada que ha ejercido en Madrid, pero con orígenes en la localidad toledana de Menasalbas. Ella, como todas las pocas chicas que formaron parte de esa primera promoción, aparte de algunos jóvenes de Toledo, también disfrutaron de una beca para poder desplazarse desde sus pueblos y estudiar en el centro, sin quedarse en el internado.

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Agustín Chozas, antiguo profesor de Filosofía de la Universidad Laboral de Toledo, se dirige a los alumnos de la primera promoción del centro


m. cebrián

Alicia, junto con otros alumnos que terminaron 4º de Bachillerato en el instituto de la vecina localidad de Gálvez, llegó a la Universidad Laboral de Toledo en el curso 1972/73. Todavía recuerda, para mal, cómo eran esos viajes diarios desde Menasalbas hasta la capital toledana para labrarse un futuro. «Mi jornada comenzaba de madrugada, para poder llegar al inicio de las clases a las nueve de la mañana, y tardábamos en llegar más de una hora en un autobús británico de la época de la guerra civil española, que tenía el volante a la derecha y que alguien se lo había vendido a la empresa que ofrecía el servicio de transporte. Muchas veces no subía ni las cuestas y las carreteras eran pésimas, a lo que se sumó en aquella época el hundimiento del Puente de la Degollada, que alargó aún más el trayecto», rememora.

Uno de sus profesores, en concreto de Filosofía, fue Agustín Chozas, que estuvo presente este sábado en esta reunión de antiguos alumnos. En un aula del edificio de la dirección de la Universidad de Toledo, se ha dirigido a los allí presentes, como hacía hace cincuenta años: «Yo no soy sin vosotros». Con estas bonitas palabras ha relatado sus primeros pasos como docente veinteañero «lleno de ilusión e imaginación, pero sin experiencia».

Y, como buen profesor de Filosofía, ha reflexionado sobre el paso del tiempo y el pasado, recordando las últimas palabras escritas por el poeta Antonio Machado halladas en un papel de su chaqueta el día de su muerte en Collioure (Francia), el 22 de febrero de 1939, tras la guerra civil española: «Estos días azules y este sol de la infancia». También ha citado a Pablo Neruda: «Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos»; o a Miguel de Unamuno: «El pasado no ha pasado, el pasado nos ha pasado».

Pero, como de citas va la cosa, ha sido Alicia Fernández la que ha concluido el encuentro matutino, al que ha seguido una comida, con un poema sobre la educación de Gabriel Celaya:

Educar es lo mismo/que poner un motor a una barca, /hay que medir, pensar, equilibrar, /y poner todo en marcha.

Pero para eso, /uno tiene que llevar en el alma /un poco de marino, /un poco de pirata, /un poco de poeta, /y un kilo y medio de paciencia concentrada.

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Pero es consolador soñar, /mientras uno trabaja, /que esa barca, ese niño /irá muy lejos por el agua.

Soñar que ese navío /llevará nuestra carga de palabras /hacia puertos distantes, hacia islas lejanas.

Soñar que cuando un día /esté durmiendo nuestro propio barco, /en barcos nuevos seguirá nuestra bandera enarbolada.

Fuente

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