#EnFotos Argentina, campeón del Mundial de Qatar 2022
argentina-campeon-mundial-2022
argentina-campeon-mundial-2022
argentina-campeon-mundial-2022
argentina-campeon-mundial-2022
argentina-campeon-mundial-2022
argentina-campeon-mundial-2022
argentina-campeon-mundial-2022
argentina-campeon-mundial-2022
argentina-campeon-mundial-2022
argentina-campeon-mundial-2022
argentina-campeon-mundial-2022
El rating televisivo rompió récords en todos los continentes. En Japón, el partido contra Costa Rica tuvo una audiencia media de 36 millones de espectadores, “un 74% superior a la audiencia media nacional” de Rusia 2018. En Corea del Sur, la transmisión del primer partido de su selección “registró un aumento de audiencia del 97% en comparación con la media de los partidos de Brasil 2014”. Muchos otros récords de audiencia que se rompieron en España, Francia, Portugal, Países Bajos y Estados Unidos, por no mencionar a México, ratificaron el poder de convocatoria del deporte – espectáculo más global.
Pero el poder del futbol va mucho más allá de cifras de asistentes e ingresos económicos. Este fenómeno de masas es también un epicentro del poder “blando”, término usado en la política internacional para referirse a la capacidad de un actor político para incidir y persuadir a otros actores para que actúen de maneras que beneficien al primero sin necesidad del uso de la fuerza. Ya sea por medio de la ideología, la propaganda o una narrativa seductora, aquel logrará imponer, explícita o implícitamente, su opinión, logrando que otros apoyen su causa y, para bien o mal, creyendo que lo hacen bajo su propio criterio.
En su faceta de hoy como el show más exitoso, el futbol es poder blando en su máxima expresión. Es una obra teatral escenificada en un campo de batalla simbólico, dentro y fuera de la cancha. Lo que vemos en pantalla antes, durante y después de un partido es muchísimo más que un deporte competitivo con reglas claras. Es una escenificación de poder, en la que cada decisión institucional sobre cómo se desarrolla el torneo (sus rituales, sus tiempos y sus ejecutantes) está planeada al detalle para representar algo. Ya sea el poder antiguo de los grandes competidores, con su tradición, o la lucha a muerte de los nuevos aspirantes al trono.
Es el poder de los estados nación y el de la institución organizadora. Es el respeto a los símbolos nacionales, la bandera y el himno, es el saludo diplomático de los capitanes y a la vez, la literal guerra a las patadas cuando la pasión desborda a los actores del drama. Es la batalla entre estrategia y espontaneidad unidas por la incertidumbre de quién ganará. Es cada expresión humana de victoria o derrota que, acrecentada en close up, provocará empatía o rechazo, que nos seducirá o nos repelerá, creando poder o conduciendo a la pérdida de él.
Pero además, y esto es esencial en este gran juego de poder, los alcances gigantescos de la difusión televisiva y digital hacen que cada partido se convierta en el escenario más poderoso para defender una causa y enviar un mensaje que se sabe llegará, literalmente, al mundo entero.