Fue en la primera mitad del siglo XX que se diseñó y utilizó el primer prototipo de riñón artificial en Holanda. Este desarrollo dio lugar a lo que hoy conocemos como hemodiálisis, un sistema extracorpóreo de filtros que permite eliminar toxinas y minerales no necesarios en el cuerpo para sustituir la función de los riñones cuando fallan de manera aguda o crónica.
Este tipo de terapia de reemplazo es útil mientras la función del órgano afectado se recupera o en su caso, hasta que llega un órgano de un donador familiar o cadavérico para ser trasplantado.
Tecnologías similares se han desarrollado para sustituir la función del hígado de manera temporal en casos de falla aguda y son utilizados como un puente a la recuperación de la falla hepática o al trasplante.
En la década de los 80s e inspirados en los motores del Space Shuttle, un ingeniero de la NASA que tenía falla cardiaca y fue trasplantado, David Saucier, diseñó junto con el Dr. Michael DeBakey en Houston el prototipo de bomba miniatura de flujo continuo que hoy es la base para los dispositivos de asistencia ventricular que sustituyen la función cardiaca en pacientes que no tienen acceso en corto plazo a un trasplante cardiaco.
Hoy se implantan alrededor de 2,500 de estos sistemas por año tan solo en Estados Unidos, más de la mitad de ellos como terapia de destino en sustitución de un trasplante.
Estos dispositivos tienen implantaciones “híbridas” en el cuerpo, esto es, una parte del aparato o sistema va dentro del organismo y otra es extracorpórea, lo que acarrea dificultades técnicas y de logística para la vida diaria. Las siguientes generaciones de sustitutos orgánicos tendrán el reto de ser integrados en su totalidad al cuerpo y deberán ser biocompatibles.
Actualmente empresas de biotecnología y universidades en todo el mundo están llevando a cabo experimentos y nuevos desarrollos donde se crean matrices-esqueletos- de materiales bioidénticos, en los que se “siembran” desde islotes de células humanas funcionales cultivadas en laboratorio hasta precursores celulares que puedan adquirir funciones orgánicas específicas, por ejemplo, la producción de insulina para sustituir al páncreas de pacientes diabéticos.