Este desarrollo llamado CRISPR-Cas9 fue desarrollada en 2015 por las investigadoras Jennifer Doudna, de la Universidad de California en Berkeley, y de la francesa Emmanuelle Charpentier, directora del Instituto Max Planck de Biología de Infecciones en Berlín, y su desarrollo fue tan revolucionario para las ciencias que en 2020 recibieron el premio Nobel de Química. Su historia está exquisitamente narrada en el libro Code Breaker de Walter Isaacson.
Este fenomenal avance ofrece muchas esperanzas para el tratamiento de múltiples enfermedades aunque sus posibilidades son aún más amplias, ya que además de la medicina, ofrece beneficios potenciales en múltiples áreas como en la agricultura, la zoología y la ecología.
Aunque con la edición genética anticipamos grandes descubrimientos que impacten en el tratamiento de un sinnúmero de padecimientos, aún existen grandes retos por ser vencidos que van desde los científicos, médicos y tecnológicos hasta los bioéticos. Por ahora la capacidad real en modelos de laboratorio se limita a inactivar genes y aún hacen falta otros desarrollos tecnológicos adicionales para realizar la reparación celular.
Luego que se describan las técnicas apropiadas deberán ser sometidas a rigurosos protocolos de investigación clínica con el aval de organizaciones públicas internacionales que garanticen las buenas prácticas y los resultados puedan ser estandarizados y, por último -y no menor-, regular todas las implicaciones bioéticas que deberemos considerar ante la posibilidad de modificar el DNA humano.
Estemos muy atentos, porque esta tecnología y sus implicaciones estarán en las mesas de discusión en el futuro de la salud.
Lo que el doctor quiso decir
El asunto de la genética de verdad me apasiona y me hace recordar la frase de una queridísima genetista amiga mía: “caras vemos, genes no sabemos”. Así como intentamos valorar la compatibilidad de caracteres para establecer una relación estable (léase de largo plazo o lo que sea que eso signifique para cada cual) y consideran incluso tener un hijo con su pareja (por los métodos tradicionales), además de acudir al departamento de ginecología y obstetricia, ahora también es importante y posible conocer su compatibilidad biológica, así que súmenle al equipo un especialista en genética, que en México hay muchos y muy buenos.