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Sangenjo, «encantado» con la visita real

Santiago Actualizado: Guardar

Cuando el alcalde de Sangenjo oficializó ayer finalmente lo que en boca de todos estaba, que el Rey emérito iba a visitar el municipio este fin de semana, las calles estaban vacías y los comercios cerrados. No era la típica postal de esta turística localidad que el exmonarca frecuentaba con periocidad. La lluvía y el frío recluía a los vecinos y a los pocos turistas. Caprichos del mayo gallego. El regidor, Telmo Martín, fue claro:«El Rey Juan Carlos estará este fin de semana aquí» y «estaremos encantados de mostrarle el cariño que sentimos por él». Con orgullo, Martín confirmaba el regreso del monarca tras estar prácticamente dos años viviendo fuera de España. El archivo de las diligencias de la Fiscalía fue un punto de inflexión.

La carta de Don Juan Carlos a su hijo en marzo transmitiéndole su deseo de volver a pasar alguna temporada en su patria ponía en marcha la cuenta atrás. La fecha es este viernes.

No es fácil renunciar a una pasión. En el caso de Don Juan Carlos es la vela. Su fecha de regreso no es casual. Este fin de semana hay regata de la clase a la que se ha aficionado en los últimos años, la 6mR, que le permite navegar a pesar de sus limitaciones de movimiento. El armador Pedro Campos, presidente del Real Club Náutico de Sangenjo y amigo íntimo de Don Juan Carlos, tampoco oculta su satisfacción. «Llevamos mucho tiempo esperando este momento por todo tipo de motivos».

Campos confiesa que tuvo conocimiento de la llegada por boca de los periodistas Fernando Ónega y Carlos Herrera, «y horas más tarde nos llegó la confirmación». «Cuántas veces se decía que venía y no vino», ironiza ahora. La villa pontevedresa lo acogerá «con simpatía y respeto». «Él aquí está muy a gusto», apunta, «hace una vida muy normal, discreta, privada». En ocasiones anteriores, el Rey se ha alojado en su casa, una ubicación que facilita las tareas de la seguridad. Don Juan Carlos tiene buenos amigos en Sangenjo.

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El armador gallego alberga internamente otra convicción: que esta visita del Rey emérito sea el anticipo de su regreso dentro de un mes, cuando se celebre el Mundial de la clase 6mR en estas mismas aguas, un campeonato que Don Juan Carlos «ayudó mucho a conseguir». «Está con una ilusión enorme desde hace mucho tiempo», revela Campos, «tendría que ocurrir algo muy raro para que no viniera al mundial». Y este viernes se subirá a su ‘Bribón’: «100% seguro».

Cálida acogida del pueblo

A la oposición en Galicia no le entusiasma este regreso: «Es una visita privada que no voy a valorar, que voy a respetar pero que tampoco voy a aplaudir», se descolgó ayer el líder del PSOE gallego, Valentín González Formoso. Sin embargo, siempre han causado furor en el pueblo las visitas de Don Juan Carlos. Aunque es reservado y discreto —no suele dejarse ver paseando— su presencia no pasa desapercibida en la capital de las Rías Baixas. El Rey emérito lleva décadas compitiendo y veraneando en la localidad, y a sus habitantes no les hace falta leer la prensa para saber cuándo hay visita real. Durante los días previos, además de los inevitables rumores en boca de todos, aumentan los controles y presencia policial en las entradas y salidas del pueblo y alrededores náutico. Es el único ‘pero’, apuntan.

«Sangenjo siempre ha recibido bien al Rey», cuenta Joaquín Mosteiro, hostelero de la zona de vinos de la villa. Además, ha coincido con él en varias ocasiones, cuando trabajaba en el Hotel Carlos I, a unos centenares de metros del bar que ahora regenta: «Siempre lo he atendido yo personalmente, y siempre muy bien. En una primera cena con varios amigos me llamó y me preguntó si era de aquí, porque pensaba que era inglés», cuenta el rubio propietario, riéndose. «Yo estaba muy nervioso, pero es muy campechano», como se suele decir.

Hay voces más tibias. También hay gente a la que le «da igual». «Hay para todos los gustos, ni me va, ni me viene, ni me afecta», dice Ángeles, vecina de la localidad. Otros, por el contrario, son grandes defensores de la figura del anterior Jefe del Estado: «Nunca tendría que haberse ido de España ni pedir perdón», cuentan Emilio y Lola. Además, «hay que tener en cuenta que desde el punto de vista publicitario, una campaña como esta para Sangenjo no tiene precio».

Juan Manuel Pazos tiene un restaurante cerca del club náutico, y también es un férreo defensor del monarca: «Ha conseguido cosas por España que no ha conseguido otra gente». Pero no coincide con el relato del impacto económico, no al menos en su negocio: «No nos repercute, porque esa gente no va a venir a un restaurante común, esa gente va a comer a restaurantes en los que las medidas de seguridad son óptimas», cuenta recordando su paso por uno de esos establecimientos. Llegaron a pedirle los antecedentes penales. No, no tenía.

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