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Opinión

Y el lobo es él

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Como el pastor del cuento que asustaba a sus vecinos con la venida del lobo, Pedro Sánchez ha usado de tal recurso para sortear todas y cada una de las crisis que se nos venían encima. Cuando la pandemia del Covid-19 nos pilló desprevenidos, el presidente del Gobierno no supo hacer otra cosa que encerrarnos en casa tras decretar un estado de alarma, con la amenaza de ‘la extrema derecha’, mientras los muertos caían como moscas. Luego, con las sucesivas oleadas del coronavirus, más de lo mismo, incluyendo al Partido Popular a punto de ser engullido en las encuestas por Vox. No habíamos superado del todo la pandemia, sin saberse el numero real de muertos, al venírsenos encima la invasión

 rusa de Ucrania, y como el truco estaba ya muy usado, el lobo elegido fue Vladímir Putin, que hasta tiene pinta de malo de película, lo que facilitaba el engaño. Y nosotros tragándolo como niños.

Qué le indujo a enviar una carta con infame sintaxis a Mahomed VI reconociendo a Marruecos la soberanía sobre el Sahara un día español -¿el convencimiento de que los españoles se tragan como los avestruces cuanto les echen?, ¿un intento de que Joe Biden le conceda al fin una entrevista en la Casa Blanca?- no lo sabemos, pero esta clase de individuos, que viven a salto de mata, son tan falsos como osados -¿recuerdan aquel Congreso del Partido Socialista en el que se sacó de la manga una votación tras una mampara para evitar que le echaran?- no resisten la tentación de probar suerte, por escasas que sean las posibilidades. Aún más cuando una inflación de casi un 10 por ciento destruye sus planes económicos, como los misiles rusos viviendas en las grandes ciudades de Ucrania.

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Esta vez, como aquella, a Pedro Sánchez le salio mal. Nunca se había visto a un presidente del Gobierno español más solo que el pasado miércoles, cuando en Congreso de los Diputados se debatía el lance. No ya la oposición, sino quienes le llevaron en andas a La Moncloa criticaron en distintas escalas lo que se consideró una traición, no ya a los saharauis, sino a los españoles, aparte de una desobediencia a las resoluciones de Naciones Unidas. Y Pedro Sánchez, impertérrito, asegurando que era legal y beneficioso para todos. Por cierto, el jefe del Ejecutivo iba de azul, incluida corbata y camisa. Lo indico porque gente como él presta más atención a lo accidental que a lo esencial y viene a confirmar el cambio que él mismo ha proclamado en que nos hallamos. Nada de extraño que al pedir apoyo a sus planes, se dirija principalmente al Partido Popular. Hasta ahí llega su ceguera. Porque el lobo es él.

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