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La industria y el agro arrastran a la baja el PIB de Brasil

Un trabajador de la cosecha de soja en Santa Cruz do Rio Pardo, el pasado 7 de marzo.
Un trabajador de la cosecha de soja en Santa Cruz do Rio Pardo, el pasado 7 de marzo.patricia monteiro / Bloomberg

La economía de Brasil cayó 0,1% entre abril y junio en comparación con el primer trimestre del año, según los datos publicados este miércoles por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE). En la estadística interanual, el segundo trimestre de 2021 subió 12,4% con respecto al mismo periodo de 2020, pero el dato pierde brillo porque hace un año el país se encontraba con su economía paralizada por la pandemia de la covid-19.

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Las mayores caídas del segundo trimestre de 2021 se produjeron en el sector agrícola y ganadero, con un descenso del 2,8%, y en la industria (-0,2%). Esta última se vio afectada por los elevados costes de la electricidad, que sufre los efectos de la crisis del agua. La sequía ha obligado a compensar el déficit energético con centrales termoeléctricas, más caras que las energías limpias. También hay una falta de insumos en el sector industrial, como en el caso del segmento automotriz. La industria extractiva, por su parte, tuvo un incremento del 5,3%, y la de la construcción, del 2,7%.

Las cifras del IBGE destacan el aumento del 9,4% en la balanza comercial, impulsada por la subida de los ingresos por exportaciones de soja, beneficiadas por el incremente de los precios de las materias primas en el mercado internacional. Pero las proyecciones apuntan a una menor producción de la agroindustria en los próximos meses.

El consumo de los hogares, por su parte, empató con el del primer trimestre, lo que apunta a un efecto limitado de las ayudas de emergencia del Gobierno por la pandemia y a la ligera mejora del mercado laboral registrada en el segundo semestre, ya que la renta no se ha expandido. Al mismo tiempo, el aumento de los precios afecta al poder adquisitivo. “El aumento de la inflación ha perjudicado la masa salarial real disponible en manos de las familias para el gasto y el tipo de interés ha aumentado en este periodo”, explicó Rebeca Palis, coordinadora de cuentas nacionales del IBGE.

El Banco Central ha estado subiendo el Selic para domar la inflación, lo que tiene un efecto secundario para el sector productivo, como el encarecimiento del crédito para invertir. La Selic pasó del 2% en enero de este año al 5,25% este mes. Por el lado de la oferta, las inversiones productivas realizadas por las empresas (en nuevos negocios o bienes durables) cayeron un 3,6% respecto al trimestre anterior.

Entre enero y marzo, la actividad económica había crecido un 1% respecto al mismo trimestre de 2020, y un 1,2% respecto a los tres meses anteriores (de octubre a diciembre del año pasado). En el acumulado del semestre, el PIB avanzó un 6,4%, es decir, un 1,8% en 12 meses, con datos que comparan el año de la pandemia. La encuesta Focus del Banco Central, que reúne las proyecciones de un centenar de instituciones financieras, estima que la actividad económica avanzará un 5,22% en 2021, algo por debajo de lo que se proyectaba a principios de este mes (5,30%).

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Según el economista André Perfeito, de Necton Investimentos, basta con que el país crezca un 0,5% en los próximos trimestres para que cierre con una expansión del 5%. Sin embargo, el descenso de las inversiones productivas es motivo de preocupación. Según él, hay problemas que deben ser atendidos, como la subida de las tasas interés, la inflación y la perspectiva de un racionamiento energético derivado de la sequía. “Afecta a la inflación y a la agroindustria, por no hablar del coste de la electricidad”, dice. Necton preveía una subida del 0,2% para este trimestre, que no se cumplió. Perfeito también llama la atención sobre el hecho de que la inflación en el sector productivo es mayor que el aumento registrado para los consumidores. “Esto demuestra que el empresario acabará haciendo ajustes”, lo que debería repercutir en la tasa de inversión.

El dato del PIB se produce en un momento de enorme tensión política en Brasil, que ha repercutido en la economía y ha movilizado esta semana a la comunidad empresarial para que se pronuncie a favor de la estabilidad de las empresas, incluidos los bancos, a través de la Federación Brasileña de Bancos (Febraban). Mientras el presidente Jair Bolsonaro coquetea con medidas cada vez más autoritarias, el Gobierno ha ido perdiendo la confianza del mercado por el aumento de la inflación, la crisis del agua y la falta de una política fiscal consistente. Los focos ya apuntan a una subida de precios del 7,27% para este año, dos puntos porcentuales por encumbre del techo que se impuso el Banco Central, lo que también debería repercutir en el PIB.

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