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Opinión

El futuro de la educación pasa por una revolución

La Reskillig Revolution , iniciativa lanzada por el World Economic Forum en 2020, tiene como meta proveer mejor educación, habilidades y empleos a 1,000 millones de personas para el 2030. Un reto nada menor si, además, consideramos que los futurólogos de Dell Technologies prevén que 85% de los empleos que vamos a necesitar para esa fecha hoy todavía no existen.

A estos retos sumemos otros dos desafíos: Primero, los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU requieren un profundo cambio cultural que se apoya mucho en la educación. Las universidades tenemos la obligación moral de sumarnos a este esfuerzo global; y segundo, cambiar el paradigma educativo para poner a los aprendedores al centro para que encuentren su propósito, trabajen en él y logren su realización personal.

La pandemia nos obligó a migrar, en tan solo 48 horas, hacia nuestra plataforma de educación digital a más de 60,000 alumnos, académicos y administrativos. Un sin número de instituciones educativas vivieron situaciones similares, pero reaccionar ante la crisis llevando las clases presenciales a modalidades a distancia fue lo fácil. Lo realmente complejo y relevante ha sido reinventar los modelos educativos apalancados en la tecnología, sí, pero desde la pedagogía, el acompañamiento y sin perder el valor social y experiencial de una educación de calidad.

“El tema fundamental ante los vertiginosos cambios del entorno laboral es ayudar a más personas a que adquieran, actualicen y aumenten sus habilidades y competencias, no solo para mantenerse empleados, sino también para que alcancen su potencial y capturen las oportunidades de esta nueva era de prosperidad”.

Esto lo vemos posible, en parte, a tres factores de la educación del futuro (desde hoy):

1) People First: El bienestar integral de la gente al centro de la operación. Es inaceptable que para el 85% de los trabajadores su trabajo les provoque más frustración que realización. La Educación Positiva busca que los estudiantes descubran su propósito y desarrollen habilidades para alcanzarlo. Cuando los colaboradores encuentran satisfacción intrínseca en el trabajo aumenta su bienestar, al tiempo que son más productivos en la empresa.

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2) Habilidades técnicas e interpersonales: A pesar del desempleo, sabemos que muchas empresas tienen dificultades para contratar a personas con las competencias que buscan. Al 38% de las organizaciones se les dificulta capacitar técnicamente a su personal, y aún más ayudarlas a desarrollar comunicación, pensamiento analítico, gestión del tiempo y demás habilidades interpersonales. Este problema no lo pueden, ni lo deben resolver las empresas, se requiere que las personas se comprometan a su propio aprendizaje de por vida y que los expertos en educación proveamos la capacitación adecuada para cada contexto individual.

3) Los modelos educativos serán híbridos, modulares, flexibles y personalizados: La educación formal de cuatro años ya no será suficiente y el aprendizaje será de por vida. Los modelos de educación se tienen que adaptar a los contextos individuales. Los modelos primordialmente presenciales están bien para gente joven que tiene el tiempo y los recursos para esto, pero cuando se tiene que trabajar o se tienen otras limitantes de acceso o de horario se vuelve fundamental proveer modelos flexibles e híbridos que combinen las ventajas de la educación digital, ya sea sincrónica o asincrónica con las experiencias presenciales.

Blockchain, la solución desconocida para casi todo | Expansión LAB
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¿Cómo llegar a capacitar a millones en una situación de crisis? Con programas modulares más flexibles, asequibles y accesibles a través de plataformas digitales que ofrezcan el desarrollo de habilidades y técnicas co-creadas y certificadas por los empleadores.

Tengo claro que la educación formal altamente selectiva que entregan las Universidades de investigación no va a desaparecer y seguirá siendo altamente valorada por estudiantes y empleadores, pero se debe complementar con una educación de calidad más accesible y práctica que garantice un entorno de aprendizaje continuo, en el que muchas más personas puedan renovar, reaprender y reorganizar sus habilidades, con agilidad, resiliencia y un propósito que les ofrezca una realización personal y un impacto positivo en la sociedad.

¿Utopía? No. Cada día estamos más cerca. Hoy existen las herramientas digitales para desarrollar un ecosistema educativo con acompañamiento personalizado y escalable, y lograr que la educación superior de calidad sea accesible y asequible a millones de aprendedores.

Nota del editor: Bruno Zepeda Blouin es rector de Universidad Tecmilenio, maratonista por afición y apasionado de la educación por convicción. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

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