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Reactivación sin justicia

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Más de dos años después de la tragedia y 26 víctimas fatales, el gobierno de la Ciudad de México reabrió cinco de las estaciones pendientes de la Línea 12 del Metro. Pero no hay absolutamente nada qué celebrar.

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No hay ninguna certeza, mucho menos ninguna garantía, sobre la calidad de las obras. Toda vez que José María Riobóo, el constructor favorito del presidente Andrés Manuel López Obrador, fue parte del Comité Técnico para la reapertura de la Línea 12, la Iglesia quedó en manos de Lutero.

Mientras que los responsables de la tragedia no fueron tocados ni con el pétalo de una comparecencia, no hay responsabilidad de nadie y Morena hizo hasta lo imposible por proteger a culpables de la talla de Florencia Serranía, quien nunca fue citada ante el Ministerio Público por su responsabilidad en el mantenimiento del Metro.

De ninguna forma hay justicia para las víctimas y, mucho menos, hay festejo por la apertura. No basta con reanudar el servicio mientras no estén en la cárcel Florencia Serranía y los demás responsables de las 26 vidas por falta de mantenimiento. La ciudad y sus habitantes no podrán darle la vuelta a esa dolorosa página de su historia, protagonizada por Claudia Sheinbaum, quien abandonó la CDMX.

Pero, además de todo, esta apertura es una vacilada y tomada de pelo. Es una simulación, porque quedan pendientes seis estaciones que aún no tienen fecha de puesta en marcha, mientras que las obras de reparación de las estaciones reinauguradas ayer se dieron en total opacidad y Morena se ha resistido a transparentar los trabajos hechos, así como información de las empresas y funcionarios involucrados.

La sospecha no es para menos, el mismo gobierno que encabezaba Claudia Sheinbaum contrató una empresa externa para tener un dictamen adicional e imparcial para las investigaciones de la Fiscalía General de Justicia de la CDMX, sin embargo, una vez que las investigaciones apuntaron a la falta de mantenimiento del propio gobierno, inmediatamente desconoció y rechazó el dictamen y, con la clásica frase de su jefe, Sheinbaum aseguró que se les quería golpear políticamente.

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Incapaces de reconocer su responsabilidad en la tragedia, voltearon a todos lados y apuntaron en todas direcciones para inventar responsables, cuando ellos mismos lo eran.

El caso de la Línea 12 es, por excelencia, el de corrupción y protección de intereses más grande que ha enfrentado este gobierno. La opacidad y la impunidad fueron las únicas constantes. Sheinbaum abandonó el barco y nunca se hizo justicia, pero desde Acción Nacional no quitaremos el dedo del renglón para que se repare el daño y se castigue a los responsables.

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Qué tan miserables son en Morena que ni siquiera una placa o un monumento en memoria de las víctimas quisieron colocar. Son una vergüenza y la justicia los alcanzará.

 

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