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Otra más del Cártel 22 | Editorial

La movilización de la semana pasada, con el plantón en el Centro Histórico de la capital oaxaqueña; con el portazo que pretendieron dar en Palacio Nacional y la toma del aeropuerto de la Ciudad de Oaxaca, que ocasionó daños patrimoniales al menos a 900 pasajeros que perdieron sus vuelos al ser éstos cancelados, el llamado Cártel 22 y su dirigencia, escribirán hoy y mañana, tal como lo han anunciado, un nuevo golpe a la educación: un paro de labores de 48 horas. Es decir, estamos ante una nueva escalada de presión, chantaje, escuelas cerradas y educandos en sus casas o en las calles. La mayor parte de sus demandas no son de carácter estatal, sin embargo, al haber logrado echar abajo la propuesta presidencial de que la Dirección General de Educación Indígena, que está sectorizada a la Secretaría de Educación Pública (SEP), fuera parte del Instituto Nacional de Pueblos Indígenas (INPI), la disidencia aglutinada en la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), le da armas al Cártel 22 para seguir presionando a las autoridades oaxaqueñas.

Insistimos: lo que dicho gremio busca es volver por sus fueros y apropiarse del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO), poder que detentó durante 23 años. He ahí el por qué se insiste en sus consignas echar abajo el “decretazo de 2015”. Se trata del que firmó el ex gobernador Gabino Cué, en julio de ese año, presionado por la Federación para recuperar la rectoría del Estado en materia educativa. Con ello, el 90% de los cargos en los niveles educativos que mantenían incondicionales del gremio magisterial, fueron recuperados por el gobierno. Según los especialistas se trató de un exceso haberles permitido haber desempeñado el papel dual de trabajador y patrón. Algo que no tiene justificación en ningún código o reglamento de tipo legal.

La presión y el chantaje va encaminado justamente a enquistarse de nueva cuenta y desde ahí disponer de control de plazas docentes, la nómina, cambios de adscripción y otras canonjías que algún día tuvo la S-22, también llamada Cártel 22, justamente porque dispone de una estructura criminal de poder en el seno de la educación pública. El gobierno de Salomón Jara, de ninguna manera debe permitir negociar o entregar de nueva cuenta espacios de poder a un gremio caracterizado desde hace 43 años, de chantajista e irresponsable. Ni una concesión más al magisterio mal llamado “democrático”.

Una mala imagen

La inseguridad que prevalece en la entidad, que mucho es soslayada por los titulares de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana y el Secretariado Ejecutivo del Sistema Estatal de Seguridad Pública (SESESP), con sus cuentas alegres y estadísticas poco realistas, ha impactado de manera negativa a nuestra industria sin chimeneas. Se trata, desde luego, de hechos si bien fortuitos pero preocupantes y dolorosos, que no dejan de alentar una publicidad negativa. Sólo entre el 12 y 15 de mayo, dos turistas extranjeros fueron asesinados en la Costa oaxaqueña. Primero fue el ataque de un sujeto a tres argentinos, una mujer y dos hombres a machetazos en Lagunas de Chacahua, municipio de San Pedro Tututepec. El resultado fue de una persona fallecida por las heridas que recibió. Algunos medios de comunicación del país del Cono Sur se volcaron en calificativos y malas notas hacia Oaxaca.

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El lunes 15 de mayo se reportó el asesinato a balazos del canadiense, Víctor Masson, en una colonia de Puerto Escondido, en donde se han dado una serie de hechos delictivos, haciendo de uno de nuestros principales destinos de playa, un sitio de venganzas y crímenes. Son dos hechos que, lejos de alentar la afluencia de visitantes a la entidad se han convertido en objeto de críticas y descalificaciones. A ello hay que agregar que, hasta el martes 16 no se había dado un pronunciamiento, una respuesta o al menos el pésame para la familia de los fallecidos por parte de titular o funcionarios de la Secretaría de Turismo, encabezados por Saymi Pineda Velasco, atareada en cuestiones políticas que nada tienen que ver con su función en una de las áreas claves del gobierno estatal.

Nuestra incipiente o más bien inexistente política turística en Oaxaca, sólo atiende lo que respecta a las temporadas. Lo hemos dicho en este mismo espacio: somos destino turístico sólo en Semana Santa, las fiestas de julio, los festejos del Día de Muertos y Navidad. Ahí se anuncian con bombo y platillo, los operativos de vigilancia en los diversos destinos. Del resto del año nada se sabe. Los abusos, la inseguridad, los asesinatos y otros ilícitos, se dan por la falta de vigilancia y nulos operativos policiales. Como mucho hemos insistido: la novatez, la falta de tablas e inexperiencia están mostrando su lado más oscuro en estos poco menos de seis meses del actual gobierno.

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