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El precio de parar la F1: 35 millones y una cadena de deudas y contratos

Siempre poderosa por su músculo financiero y su impacto social, la Fórmula 1 nunca ha podido controlar un elemento: la naturaleza. Sobrevivió a una pandemia, superó tifones y terremotos, salvó revueltas sociales y cambios de gobierno, pero no ha conseguido imponerse a su majestad el cosmos. Las inundaciones y las lluvias catastróficas del norte de Italia han doblegado el poder de la Fórmula 1.

La cancelación del Gran Premio de Emilia Romagna, en Ímola, es una novedad con escasos precedentes: Australia 2020 por el Covid o Baréin 2011, por las protestas de la población en favor de la democracia, los equipos ya en el circuito. Anular una carrera de F1 es tarea peliaguda, al decir de antiguos organizadores de grandes premios consultados por ABC.

La F1 acude donde está el dinero. Siempre ha sido así. En época de expansión hacia los nuevos dueños del deporte, los países del Oriente Próximo sin remilgos para pagar lo que haga falta, y con Madrid enseñando la mano para acoger algún día una carrera, Italia se presenta como una excepción. Es el único país europeo con dos pruebas, Ímola y Monza.

Ímola estuvo fuera del calendario durante 14 temporadas debido a los vaivenes económicos. Es un circuito donde mandaban el poder eclesiástico y Ferrari, dos factótums en la sociedad de Italia. Hace más de tres lustros era obligatorio detener los motores a petición de la Iglesia. Cesaba el ruido, se hacía el silencio en el circuito y los parroquianos celebraban una misa por los altavoces a las diez de la mañana.

La participación de Ferrari y su entramado empresarial siempre ha sido difuso. La propiedad actual pertenece a una empresa de capital público, el Consorcio Azienda Multiservizi Intercomunale, que ha colocado a un antiguo jefe de Fernando Alonso como presidente del circuito. Giancarlo Minardi, el dueño de aquel equipo cenicienta (Minardi) donde debutaban los españoles en la Fórmula 1.

«Organizar el Gran Premio de España en el circuito de Montmeló costaba entre diez y doce millones de euros». Habla Vicenç Aguilera, antiguo director operativo del trazado catalán, que está presente en la F1 desde 1991.

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La Fórmula 1 negocia con cada sede aspirante a organizar una carrera y establece una tarifa variable en función de la economía de la zona y las posibilidades del circuito. Mónaco es el único trazado que no paga por acoger la F1. Presente desde la primera edición, no se entiende este deporte sin las calles del Principado.

Europa y Oriente Medio

Según las fuentes consultadas por ABC, Ímola paga unos honorarios de 35 millones a Liberty Media, la empresa propietaria de la F1. Los costes han subido en los últimos años por la inflación que provocan los países árabes o emergentes. Arabia Saudí, Azerbaiyán, Qatar, Abu Dabi, Singapur o Las Vegas rondan o superan los 40 millones, según cada ubicación.

Los países aspirantes hacen cola ante la puerta de Liberty para recibir a la Fórmula 1, pese a los precios tan elevados por cuatro días de evento. Además de Madrid, ciudades como Kyalami (Sudáfrica), Barranquilla (Colombia), Hanoi (Vietnam), Hong Kong y algún punto indeterminado de Corea del Sur pretenden incorporarse a un calendario hipersaturado: había 23 carreras programadas para este año, que se quedará en 22 por la cancelación de Ímola.

Son cantidades casi inasumibles para Cataluña. Montmeló está por encima de los 30 millones en su nuevo contrato que dura hasta 2025. «Las tarifas han crecido mucho y los ingresos no tanto», cuenta Aguilera a ABC. «En los malos tiempos en Montmeló podíamos ingresar 15 millones por la venta de entradas, pases vip, catering y demás. En los buenos tiempos la cifra se podía duplicar y llegar a 30 millones».

Otra fuentes relacionadas con la organización de carreras de F1 consideran que hay sustanciales diferencias entre el modo de gestión de Bernie Ecclestone y los nuevos propietarios de Liberty. Ecclestone presentaba un contrato diferente para cada carrera (en Valencia, por ejemplo, solo aceptaba por contrato celebrar el gran premio si estaba Francisco Camps como presidente de la comunidad), pero Liberty ofrece acuerdos estándar, da igual si organiza Arabia Saudí o Hungría.

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«La cancelación de un gran premio está estipulado en el contrato con la F1. Y si no recuerdo mal, si había suspensión, la F1 no estaba obligada a devolver el dinero», dice Aguilera.

La pintura

Gestionar una carrera de Fórmula 1 implica muchos detalles. «En Montmeló se necesitaban unas 3.000 personas para llevarlo a cabo. Vigilantes, jardineros, transportistas, conductores, camareros, personal de acceso, técnicos en energía, pintores… -rememora Vicenç Aguilera-. Nos podíamos gastar fácilmente 400.000 euros solo en pintura, en dejar bonito el circuito, pintar los pianos, las partes metálicas, los accesos».

Por suerte, la Fórmula 1 todavía no puede controlar a la madre naturaleza. En Malasia 2009 se otorgaron medios puntos, ya que un aguacero en la selva asiática obligó a detener la carrera. En el circuito de Spa empantanado por la lluvia en 2021 solo se disputaron dos vueltas por detrás del coche de seguridad, la carrera más corta de la historia.

Es improbable que el GP de Emilia Romaña encuentre nueva ubicación en un calendario abarrotado y muy poco flexible. Los organizadores tendrán que apelar a la influencia de Ferrari en la Fórmula 1, a las garantías que pueda ofrecerle el seguro de la carrera y al sentimiento de pertenencia de Stefano Domenicali, el CEO de la F1 que nació en la localidad y trabajó en el circuito en sus inicios laborales.

«Aunque llevo tres años alejado del mundillo, veo que la Fórmula 1 vive una época de esplendor y disfruta de un confort muy alto -comenta Aguilera-. Eso le permite incrementar las tarifas. Por eso sufren los países europeos, España, Inglaterra, Italia, Bélgica. Y no tienen problemas los Estados Unidos o los países de Oriente Medio».

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