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Empresarios, un sector clave para la educación en México

(Expansión) – Como lo demuestran datos del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, los países con mayores niveles de escolaridad son, por mucho, los más prósperos y pacíficos. Dicho de otro modo, la calidad educativa va de la mano de la calidad de vida en cualquier sociedad.

En uno de sus primeros discursos tras asumir el cargo de presidente de Estados Unidos, Barack Obama aseguró que, si la nación estadounidense era considerada como la más poderosa del mundo, ello no se debía al alcance militar, sino a la excelencia de sus universidades de alto prestigio.

Prácticamente todas las personas podríamos coincidir en que la educación es la base del desarrollo y el progreso. Bien se dice que el conocimiento es poder; saber nos concede la capacidad de hacer para transformar nuestro entorno.

Sin embargo, se ha abierto un debate interesante sobre el estado actual de la educación, tanto en México como en otros países. Discutir un tema de la mayor trascendencia siempre resulta oportuno, al menos para invitar a la reflexión.

Las observaciones punzantes giran en torno a temas como el rezago educativo en poblaciones marginadas; la poca habilidad de los estudiantes para ejercer el pensamiento crítico y el razonamiento lógico; así como la falta de preparación que ofrece el modelo educativo actual ante los desafíos del siglo XXI.

Por supuesto, se trata de consideraciones legítimas que debieran atenderse, aunque me parece que para tal propósito es imprescindible poner el foco en lo esencial con la finalidad de comprender que la construcción de un nuevo paradigma educativo requiere de la participación de todos los actores sociales.

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En esta ocasión, haré referencia al papel del empresariado en el fortalecimiento del sistema educativo:

Como primer punto, los empresarios son una fuerza clave en el crecimiento económico de las comunidades, puesto que son precisamente ellos quienes, a través de su empeño y dedicación, generan la gran mayoría de los empleos.

Además, las organizaciones empresariales, de la mano de la innovación y el desarrollo incrementan la productividad, impulsando la economía en beneficio de la población en general.

Así, los empresarios entienden mejor que nadie que el éxito de una compañía o negocio depende del talento y las habilidades de sus colaboradores. Entonces, el rezago educativo, independientemente de ser un problema en sí mismo, repercute en el desempeño de la empresa como motor económico.

Está claro que los gobiernos son responsables de la política educativa, por lo que se les debe exigir que exista infraestructura adecuada, programas de estudio sólidos y estrategias puntuales para promover la calidad en la educación pública.

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No obstante, si aspiramos a edificar un sistema educativo de excelencia es fundamental que el empresariado se involucre de manera activa y en sentido amplio.

Un modo efectivo de lograr tal cometido es incorporar la visión de los empresarios dentro de los consejos educativos y órganos de gobierno de las escuelas, que son quienes trazan los planes de estudio.

Lo anterior dotaría a los programas curriculares de mayor alineación con las necesidades y expectativas del mercado laboral y profesional. ¿Quién mejor que el empresariado para revelar el perfil de egresado que les resulta más atractivo en los procesos de reclutamiento?

Otro esquema es aquel que ya se ha implementado en países como Alemania conocido como educación dual, y que suele dirigirse a alumnos de secundaria y bachillerato.

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Esto consiste en un formato híbrido donde los estudiantes acuden a clases para aprender teoría, pero, a la par, realizan prácticas profesionales en empresas con el objetivo de adquirir conocimientos técnicos y destrezas laborales de primera mano.

Sin duda, el formato de educación dual potencia la experiencia de las personas en etapa escolar y las torna más competitivas de cara a su futuro profesional.

Por otro lado, el empresariado conoce la importancia de invertir capital para alcanzar resultados óptimos. Como corolario, me parece que parte de la responsabilidad social empresarial pasa por involucrarse, también desde el punto de vista financiero, en determinados proyectos de valor en materia educativa.

Apostar por la educación siempre será redituable, y cada vez es más frecuente escuchar sobre inversiones significativas de capital privado destinadas a construir escuelas comunitarias u otorgar becas a niños y jóvenes de escasos recursos.

El Premio Nobel de la Paz, Nelson Mandela solía repetir con auténtica convicción: “la educación es el arma más poderosa para transformar el mundo”.

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A modo de cierre, aprovecho para reconocer la labor que hace el empresariado en México para promover la educación de calidad, especialmente en zonas marginadas. No cabe duda de que su admirable tarea marca una diferencia.

Nota del editor: José Guillermo Fournier Ramos es docente en la Universidad Anáhuac Mayab. Vicepresidente de Masters A.C., asociación civil promotora de la comunicación efectiva y el liderazgo social. También es asesor en comunicación e imagen, analista y doctorando en Gobierno. Síguelo en Twitter y en LinkedIn . Las opiniones expresadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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