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Xavi cede a la presión del padre de Ansu Fati y este responde con un golazo

No cuajó un excelente partido, pero Ansu Fati volvió a la senda del gol ante el Elche (no marcaba desde el 20 de octubre), el único idioma que habla el 10 del Barcelona, un cazador algo oxidado al que, sin embargo, el arco se le sigue tensando con una contundencia formidable. En una semana de polémicas en su entorno, Ansu aprovechó la ocasión y rompió el partido en favor de los visitantes al hacer el 0-2, que acabó por descorchar la goleada azulgrana (después marcaron Lewandowski y Ferran Torres). Aún tiene el don.

Más allá de la nueva posición de Eric García, reubicado en el centro del campo para intentar reflotar una temporada casi de incógnito (estuvo muy fino en su nueva demarcación), la gran novedad en el once de Xavi ante el Elche fue la presencia de Ansu Fati en la banda izquierda, acostumbrado a la suplencia esta campaña por las lesiones y por el buen momento de forma de Dembélé primero y de Raphinha después.

Curiosamente, la décima titularidad en esta Liga del delantero español (de 27 posibles), vino precedida esta semana por unas incendiarias declaraciones en la cadena Cope del padre del jugador, Bori Fati, donde se quejaba por la falta de minutos en el Barça de su retoño. Incluso llegó a decir que su continuidad en el el equipo azulgrana no estaba segura pese a que tiene contrato hasta 2027. «Si por mi fuera, me lo llevaba del Barça, pero él no quiere», aseguró.

Xavi, por intención propia o como consecuencia del chantaje, quiso darle acomodo a Fati en el Martínez Valero y apostó por el 4-3-3 en vez del 4-4-2, sistema que ha propiciado las mejores noches de los catalanes esta temporada. Tirado a la izquierda pero siempre con intenciones interiores, el delantero comenzó el duelo tan activo como impreciso, muy motivado y bien surtido por sus compañeros, conscientes de su necesidad de sumar contacto con el balón y una buena actuación en un momento delicado.

Sin embargo, el resultado no fue el esperado. Un buen taconazo por allí, un buen desmarque por allá pero nada sólido, palpable, detalles más bien pasajeros y más fallos que aciertos. Tampoco ayudaba el Barcelona en su conjunto, que una jornada más ejercía esa soporífera pero fructífera combinación de oportunismo ofensivo y impermeabilidad defensiva tras el gol de Lewandowski en el minuto 20. Los de Xavi acabaron la primera parte achicando balones y ese áspero escenario, Ansu volvió a desvanecerse.

El gol como redención

Pasaban los minutos y el Barça seguía a lo suyo, ritmo bajo y mucha confianza, un partido de mínimos. Y fue en ese instante, ante la calma, cuando sonó un potente trueno. Fati, en una de sus icónicas cabalgadas, con el balón bien pegado y con la referencia de la portería entre ceja y ceja, encaró al defensa local, recortó ligeramente hacia el exterior y cuando ya pisaba área, mandó un potente cañonazo al palo largo de Badía, inalcanzable, repleto de rabia.

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Celebración comedida pese a que una vez más, el delantero confirmaba lo que parecía olvidado: su relación con el gol es de época, solo hace falta que el físico le acompañe para que su carrera acabe de despegar.

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