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Fuego cruzado entre los pilotos en Melbourne

Mundo despiadado y sin filtros, vuelan los puñales por la Fórmula 1. Se han disputado tres grandes premios en 2023 y ya aflora una ferocidad verbal que genera polémica y destapa antiguas rencillas. El habitual veneno de los finales de temporada se anticipa a la primavera, seguramente por la atención dedicada a Alonso, que todo lo agiganta. En Melbourne Charles Leclerc atiza a Carlos Sainz, Fernando Alonso pone el anzuelo y a Lewis Hamilton le escuece, Helmut Marko desmiente a su piloto ‘Checo’ Pérez y lo deja en evidencia en una caldera de ambiciones como es en estos momentos Red Bull. Se ha quedado una buena tarde para disfrutar con los egos de la Fórmula 1.

En la Fórmula 1, como en el fútbol, el ciclismo o el tenis, las declaraciones en caliente, poco después de concluir la competición, suelen ser las más sinceras. Luego viene el lenguaje políticamente correcto que recompone los cristales rotos y, en quince días, al próximo gran premio, casi todo está olvidado.

Se olvidará el derrote que lanzó Leclerc contra Sainz después de la clasificación del sábado. El monegasco, ofuscado por una floja participación en la que se ubicó séptimo, buscó una excusa para responsabilizar de su fiasco al español.

«No sé qué pasó en la segunda tanda de la Q3, si fue un fallo de comunicación con Carlos o lo que fuera. Pero me encontré detrás de él durante todo el primer sector, lo cual no fue genial. Carlos me dio un bonito rebufo en la curva 3 y 4, que quizás pueda ser útil…», ironizó al no recibir el apoyo esperado.

Leclerc popularizó ese mensaje por la radio del equipo, ante la prensa y al presentarse Sainz en su cara. «Pero Charles…», se vio como le decía el español. Sainz, que ha aplicado una política de gestión amable con sus compañeros en Toro Rosso (nunca discusiones en público con Verstappen), Renault o McLaren (es íntimo de Lando Norris) tiene ahora un problema: no parece que Leclerc quiera amistad en Ferrari.

Enemistad severa y un resentimiento mutuo hubo en 2007, una de las rivalidades emblemáticas de la historia de la Fórmula 1 que revive estos días con sus protagonistas en edad madura. Fernando Alonso tiene 41 años y Lewis Hamilton 38. De repente el año del cisma (2007) ha reaparecido en Albert Park en una secuencia imprevista. O tal vez no.

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Alonso concedió una entrevista repleta de potentes titulares al diario francés ‘L’Equipe’. Zarandeó a Otmar Szafnauer, el director de Alpine quien no quiso renovarle por su edad. «Entonces tampoco ficharía a Adrian Newey (el diseñador estrella de la F1). Porque tiene 64 años». Y espolvoreó la antigua rivalidad con Hamilton. «En Arabia terminé a 20 segundos de Checo y de Max, pero él y Rosberg nos metían un minuto al resto en 2014 y 2015. Tras dos o tres vueltas bajaban las prestaciones para salvar sus motores. Tiene poca memoria, se estará haciendo mayor».

Contra nadie

Y añadió picante sobre Hamilton: «Con un coche normal se nota que tiene debilidades. Antes no competía contra nadie o solo o a veces con su compañero. Es el piloto con más poles y George Russell le gana 2-0 en la clasificación esta temporada… y no se le ha olvidado pilotar».

Hamilton no ha tardado en replicar. Lo hizo el sábado después de la clasificación: «Fernando sale al lado. Espero que sea como en 2007, no sé si alguno lo recuerda…», comentó el británico en referencia a la carrera en Australia en la que ambos pilotos debutaron con McLaren. Alonso salió segundo y Hamilton, que partía cuarto, adelantó al español.

Y más polémica en Red Bull. ‘Checo’ Pérez se salió de la pista en la Q1 y gritó desaforado. «Es el mismo puto problema, no lo hemos arreglado». Helmut Marko, el patrón de Red Bull, lo desnudó: «Tuvimos un problema con el freno motor, pero se arregló. Él dudó y se equivocó. Estaba inseguro. Impetuoso. Los neumáticos estaban fríos, el asfalto resbalaba y midió mal».

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