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Gobierno totalitario y una oposición pusilánime

Cuando el gobierno de AMLO debería trabajar por resolver los problemas más acuciantes del país, se la pasa inventando realidades alternas, soltando fuegos pirotécnicos para distraer la atención del público y, sobre todo, en sembrar las bases para que avance el totalitarismo sobre la democracia.

Con niveles inéditos en inseguridad pública, inflación incontrolable, crisis económica, desabasto de medicamentos e insumos hospitalarios y migración desbordada, entre otros temas, en Palacio Nacional dedican buena parte de su tiempo en preparar las mañaneras y sus consecuencias, en vez de cerrar el sexenio decorosamente, aunque los macroindicadores sean negativos.

Al empecinarse en cooptar al árbitro electoral, es decir, al INE, para manejar los resultados de las elecciones del próximo año, deja al descubierto su talante antidemocrático, ya que pretende mantenerse en el poder, ya sea él mismo o a través de interpósita persona, más allá del 30 de septiembre del 2024.

Debe quedarle claro a sus opositores que por la vía institucional y democrática, no alcanzarán la alternancia política en los comicios presidenciales, a menos que desde ahora se apliquen al máximo en el Congreso y en todos los frentes, para frenar los intentos de plegar a los designios del jefe del Ejecutivo federal a las autoridades electorales.

AMLO no piensa entregar el poder por las buenas y por ello se aboca a impulsar su reforma electoral, en sus tres modalidades, aunque el plan A y el B resultaron ser un fracaso, ahora está caminando el plan C con el arribo de cuatrotetistas al Consejo General del Instituto Nacional Electoral.

Es ahora o nunca cuando el bloque opositor en el Congreso debe desplegar todas sus capacidades para impedir el agandalle de Morena y rémoras en imponer a un cuarteto de incondicionales en el máximo órgano de dirección del INE.

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Tanto Marko Cortés, del PAN, como Jesús Zambrano, del PRD, deben validar sus liderazgos al interior de los partidos políticos que presiden para consolidarse como una oposición real y de auténtico contrapeso al oficialismo.

Los grupos parlamentarios de estos partidos políticos han estado a la altura de las circunstancias, al igual que Movimiento Ciudadano, cuya franquicia la tiene Dante Delgado, y en el caso de la Cámara alta, el grupo plural.

Dejamos afuera de esta ecuación a Alejandro Moreno, del PRI, que lejos de convertirse en un activo para ese partido, ha resultado todo un lastre que arrastra a los tricolores hacia la pérdida de su registro, luego de que pierdan el Estado de México, su principal bastión.

Con una estela de derrotas en todas las elecciones en donde ha participado Alito, como presidente del Revolucionario Institucional (a excepción de Durango); sus correligionarios e incondicionales no alcanzan a comprender el daño irreversible que ha causado al PRI.

La última escaramuza ocurrida en el Senado, en donde la mayoría de los senadores de ese partido quitaron a Miguel Ángel Osorio Chong como su coordinador, habla de la torpeza y la visión convenenciera que tienen por defender sus “huesos”.

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Ni siquiera la senadora Beatriz Paredes alcanzó a vislumbrar el daño que ocasionó al partido político de sus amores al plegarse a la voluntad de Alejandro Moreno.

Mientras que el presidente se aboca con toda la fuerza del Estado a establecer todo el entramado legal e institucional para no entregar el poder a la oposición, ésta se la pasa perdiendo en tiempo en luchas intestinas y en satisfacer egos partidistas, en lugar de construir la candidatura de un candidato único.

Si México tiene el peor gobierno en el peor momento, también hay que decirlo, tiene a un remedo de oposición y ello de ninguna manera abona a rescatar al país agobiado por el crimen organizado y por la sistemática violación al orden constitucional.

La participación activa de la sociedad civil es la fuerza real que podrá impedir que avance la dictadura. La marcha del 13 de noviembre del año pasado y la  megaconcentración ocurrida el 26 de febrero de este año en más de 120 ciudades de México y en el extranjero, cargó sobre sus hombros  a los partidos políticos de oposición, sin embargo, estos todavía no dimensionan el hecho de que, si no se comportan a la altura de las circunstancias, el castigo será terrible en las urnas.

Tenemos una oposición medrosa  y pusilánime y, salvo honrosas excepciones, no muestra la capacidad creativa ni de movilización para oponerse al totalitarismo.

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La otra semana será definitiva en el Congreso para que se impida que entre en función el plan C de López Obrador, si ello no se alcanza, entonces, ya con el caballo de Troya al interior del castillo de la democracia, pues habrá poco qué hacer cuando, por fin, el presidente se apropie del Consejo General del INE.

Fuente

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Nacional

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