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Diplomacia frenética, hipocresía triunfante

La semana que concluye registró una frenética actividad diplomática en torno a la guerra rusa contra Ucrania, la tensión China-Estados Unidos, y la tragedia de un país deshecho, Haití, como centro de la 28 Cumbre Iberoamericana celebrada en Santo Domingo.

China-Rusia.- Xi Jinping llegó a Moscú con un plan de paz para “la crisis” con Ucrania, muy malo, injusto, pero que hasta ahora es el único existente.

En otro momento, hace diez o quince años, el rechazo a la propuesta de China habría sido unánime e inmediato. Ahora hay la obligación de escucharlo sin descartar que sea un punto de partida.

Con la visita de Xi a Moscú y su inequitativa propuesta de paz, se subraya que el mundo dejó de ser unipolar como lo venía siendo desde la caída del Muro de Berlín, en 1989.

Los cínicos han ganado espacio diplomático, poder militar y mercados. Hay que compartir la mesa con ellos y escuchar a los líderes de países con regímenes distintos a la democracia liberal que creímos triunfante con el fin del totalitarismo marxista como alternativa viable para cualquier nación.

Se acabó el marxismo como régimen de gobierno, pero florece otro tipo de despotismo, bárbaro como aquel y sumamente hipócrita.

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Imposible dejar pasar los fogonazos de hipocresía que hubo en la reunión de los presidentes chino y ruso a comienzos de esta semana.

En su primer encuentro, Putin felicitó a Xi Jinping por su reelección como presidente de China el pasado 16 de octubre.

Como se sabe, en China hay un solo partido, el Comunista, cuyos delegados al Congreso eligen al presidente.

El camarada Xi obtuvo la victoria con dos mil 592 votos contra cero.

Brindaron por su victoria. Ahí en la reunión en Moscú, Xi Jinping manifestó su confianza en que Vladimir Putin ganará las elecciones presidenciales del próximo año.

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Ambos se dicen “demócratas”. El Consejo de Estado chino publicó un libro blanco titulado “China, democracia que funciona”.

Sin duda funciona: dos mil 592 votos contra cero.

Putin escribió recientemente que “estamos trabajando en solidaridad con la formación mundial de un orden multipolar más justo y democrático”.

Lo dice el mismo presidente que envenenó a su único contendiente de peso, Alexei Navalny, quien sobrevivió y el gobierno lo mandó a una cárcel de alta seguridad en el campo, afuera de Moscú.

Dice Putin que lucha por un orden multipolar y democrático, y no tuvo empacho en invadir a un país vecino, Ucrania, para derrocar a un presidente elegido democráticamente.

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Y ahora que la abrumadora mayoría de países representados en la ONU votó por la retirada inmediata de las fuerzas invasoras rusas, no hizo el menor caso.

El plan de paz chino plantea un cese al fuego y comienzo de conversaciones de paz. En ninguna parte habla de invasión ni de guerra, no únicamente de “crisis”. Desde luego no condena la invasión, y sí, en cambio, condena la ayuda militar que la OTAN has prestado a Ucrania.

China, pues, no reprocha al agresor, pero condena que se ayude al agredido. Son unos cínicos, pero hay que tolerarlos porque la correlación de fuerzas en el mundo ya no es lo que era hace una década.

Según el secretario de Estado Antony Blinken, “cualquier alto al fuego que no incluya la retirada de las tropas rusas de Ucrania, estaría legitimando la conquista” de territorio ucraniano.

Pero apunta que “hay elementos en el plan de paz que están en la línea de los esfuerzos que Washington apoyaría”.

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Europa ya no apoya a Zelensky con el entusiasmo de hace un año. La ayuda militar se retrasa, y los países de la Unión tienen problemas internos, relacionados con el ascenso del populismo, el descontento sistemático de la población, y a un país fuerte, Francia, con un presidente tambaleante porque los franceses no quieren jubilarse a los 64 años sino a los 62.

(Sí, los franceses prefieren incendiar su país con tal de no trabajar dos años más, en los que se retiran con el 75 por ciento de su último sueldo. Dicen que eso destruye “el estado de bienestar”).

Pedro Sánchez, el presidente del gobierno español, viajará esta semana próxima a Pekín a reunirse con Xi Jinping, porque está interesado en la propuesta de paz del camarada Xi, brillante vencedor en la elección presidencial por dos mil 592 votos contra cero.

La visita del presidente chino a Moscú se realizó pocos días después de que la Corte Penal Internacional de La Haya acusó a Putin de cometer crímenes de guerra en Ucrania y emitió una orden de arresto en su contra.

El interés de Xi en la suerte de Putin no es por simpatía personal, sino porque su permanencia en el poder le conviene a China. No quieren al norte de su frontera un país con democracia liberal que esté fastidiando con el tema de los derechos humanos ni nada que perturbe su “democracia que sí funciona”.

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Muchos menos quieren convulsión política en Rusia, sino que prefieren el control de Putin quien no es su propiamente aliado, sino un lacayo de Xi. Además, China depende del suministro del petróleo ruso.

Así es que dictadores “democráticos” se reunieron para refrendar su alianza, entregar una propuesta de paz para Ucrania que eterniza la ocupación ilegal y deja indemne a un asesino en masa que tiene orden internacional de captura.

Biden-Trudeu.- La semana cerró con el viaje del presidente de Estados Unidos a Canadá para el encuentro de los dos grandes aliados del mundo libre: Biden y Trudeau.

Son países democráticos donde los presidentes rinden cuentas y el electorado castiga, a diferencia de las naciones totalitarias en que los ciudadanos rinden cuentas de sus actos a los gobiernos y los gobernantes castigan.

Las declaraciones decían que Canadá y Estados Unidos “refrendan su amistad inseparable, con valores compartidos que nunca han sido más importantes para un mundo convulso”.

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Hasta ahí muy bien, pero en los hechos Biden no logró todo lo que quería. Su objetivo era convencer a Justin Trudeau de que Canadá encabece una intervención armada en Haití, a petición del primer ministro interino del sufrido país de Las Antillas.

No hubo manera. Antes de la llegada de Biden a Otawa la cancillería canadiense dio a conocer su postura en el sentido de que “en todo momento las soluciones deber ser hechas por y para los haitianos. Canadá está lidereando los esfuerzos internacionales para apoyar a Haití, al pueblo haitiano y a la solución de la crisis liderada por Haití”.

Después del desastre en Afganistán, Estados Unidos no está en las mejores condiciones políticas para encabezar una invasión a Haití. Además la experiencia dice que las soluciones impuestas desde el exterior a la nación caribeña no dan buenos resultados sino lo contrario, descomponen más la situación en el mediano plazo.

El problema para Canadá es que si quiere que la solución sea encabezada por los haitianos y colaborar con ellos, por ahora no se ve con quién pueda entenderse en ese país. Las autoridades suelen estar coludidas con las pandillas que luchan por el control territorial de Puerto Príncipe y han provocado un éxodo de población, con crisis de violencia, de empleo y de salud.

Biden y Trudeau firmaron un acuerdo migratorio, para dificultar el acceso de solicitantes de asilo en Estados Unidos que entran por la frontera norte.

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El mundo, pues, tiende a cerrar sus fronteras.

Cuando cayó el Muro de Berlín había 16 muros divisorios en las fronteras del planeta. Ahora hay 65. Y en República Dominicana se levanta el número 66.

Cumbre Iberoamericana.-  Ayer concluyó en Santo Domingo la 28 Cumbre Iberoamericana, con 22 países representados, y en el centro de la conversación estuvo el drama haitiano y la solución de fuerza que pretende el mandatario dominicano. Luis Arbinader.

Cierto es que la situación de extrema violencia que vive Haití desde el asesinato del presidente Jovenel Möise en julio de 2021, ha traído entre otras consecuencias el aumento exponencial de cruces ilegales de haitianos que huyen en busca de salvar sus vidas.

Dominicana alega que le ha tocado padecer en solitario las consecuencias de la crisis de su vecino, y han comenzado la construcción de un muro fronterizo de 54 kilómetros de largo por cuatro metros de alto. El presidente Abinader quiere ayuda para …. construir el muro.

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Hasta ayer viernes, los presidentes (entre ellos Petro, Díaz-Canel, Boric, el rey de España entre otros), discutían la mejor forma de auxiliar a Haití, que requiere una mano, muchas manos, para salir de la pesadilla.

Y en América muchos países tienen una deuda histórica con Haití. Ese país salvó, armó, financió y llenó de soldados los ejércitos de Simón Bolívar que salió de Puerto Príncipe a liberar y crear seis naciones independientes.

(Sin la ayuda desinteresada del presidente haitiano Alexandre Pétion, Bolívar habría muerto en México, porque ya había aceptado la invitación de su amigo Francisco Javier Mina a unirse a sus tropas que bajaban desde Estados Unidos hacia Soto la Marina).

Semana intensa para la diplomacia, con avances inevitables de la hipocresía.

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