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Internacional

Exposición en la Plaza Mayor: una oportunidad para leer en plata ‘La Divina Comedia’

Cuenta la familia del joyero Diego Percossi Papi que el primer imaginario, ‘avant la lettre’, fue cómo vieron en la tierna infancia a ‘La Divina Comedia‘ en los omnipresentes grabados de Gustavo Doré. Después, claro, la lectura, la inspiración paterna y un conocimiento diáfano de la obra fundacional de la literatura italiana y del italiano. Es una de las premisas con la que hay que observar la exposición ‘El precioso camino de Dante’, que hoy se inaugura en la Sala de las Cavas de la Casa de la Panadería. Giuliano y Valeria, artistas e hijos del artista, atienden con amabilidad y un respeto sacrosanto al padre y al poeta, al redactor que, evidentemente, empieza caminando por el Infierno. Como el vate.

Un Caronte da la bienvenida con las lógicas joyas, todas de plata, aun con color de oro. Asusta el remo simbólico que mueve la barca de las ánimas y unos ojos de fuego de los que no se olvidan. Pende del tétrico barquero un brazalete que figura a todas las almas que en el libro y en la mitología clásica han de cruzar el Aqueronte con la moneda, que también está presente. Cerca, muy cerca, irrumpen las Erinias, con sus manos largas, y el Minotauro, con un colgante rojo fuego, símbolo de la sangre bullente.

La exposición sigue, con su Purgatorio y sus siete pecados capitales representados, lógico, en plata. Estremece una calavera que representa la envidia de la que salen unas serpientes. Todo es símbolo y nada es baladí: nada está por estar. Tampoco la espada de damasco que explica la ira. Ni las riquezas con las que los Percossi -familia que crea unida permanece unida- justifican la avaricia y la prodigalidad.

Relata la comisaria de la exposición -y asienten los hijos del orfebre-, Irina Dilkova, que con la muestra se quiere dar una visión de Dante, de un patrimonio de la Humanidad, si no distinta, sí «abierta al espíritu mediterráneo» y abierta también al «erudito en Dante y al profano».

Estilo único

Acompañan paneles educativos en tres idiomas, inglés, italiano unificado y español, que, no por casualidad, el Ayuntamiento de Madrid, junto a la Embajada de Italia y el Instituto de Cultura del país transalpino organizan la exposición.

Las palabras de la comisaria acompañan. También la explicación emocionada, en un español altamente inteligible, de los vástagos del maestro. Con el amor hacia el padre y la asunción de «un estilo único» que ellos perpetúan como se perpetúan los tesoros.

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Nadie podía pensar, de primeras, que a Dante se le puede conocer a través de la joyería; pero es así. Por cada canto, por cada verso, una pieza de plata, siempre la plata. Un busto de Beatriz, con un velo que es una mantilla, prosigue el recorrido alegórico. «Un guiño a los españoles», confiesan los cicerones. Y ya se llega al Paraíso, con miniaturas de estilo bizantino en papel de oro (que no es oro ‘sensu stricto’), y, entre piezas tan libérrimas como fieles a la obra, un relicario que llevó más de ocho años en elaborarse y que reproduce ‘La Vergine Della Maestá’ en su centro, obra de Simone Martini y de tamaño colosal visible en el Palacio Público de Siena.

El simbolismo

La comitiva, como Virgilio, acompaña y recuerda que, hijo de su tiempo, en el largo paso de la oscuridad al medievo, Dante tuvo su parte política. Su vinculación a Enrique VII, emperador del Sacro Imperio, presente en ‘La Divina Comedia’, y perseguidor de antiguas glorias imperiales. De ahí el simbolismo de otra pieza: un águila bicéfala.

El recorrido concluye con las creaciones de Percossi para el cine, explicadas de forma somera. El visitante, tras contemplar 61 piezas, sube del sótano de la Casa de la Panadería al sol casi abrileño.

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