Frente a esta realidad, surge el gran reto de cómo masificar la contribución del sector empresarial a los ODS, y llegar a las mipymes para que conozcan y se sumen al esfuerzo global que plantea la Agenda 2030, ya que por el impacto que este tipo de empresas tienen en la economía (por número de entidades económicas, empleos generados o aportación al PIB en su conjunto), son fundamentales para el logro de estos objetivos no solo a nivel nacional, sino global.
Por lo tanto, resulta cada vez más necesario que las mipymes se involucren activamente en el tema de sostenibilidad, y para ello requieren conocer los objetivos y metas establecidos en la Agenda 2030, y la relación que estos tienen con sus operaciones, productos o servicios, para que, a partir de su contexto y características particulares, puedan asumir la corresponsabilidad por sus impactos en la sociedad y el entorno; lo que después las llevará a desarrollar una serie de acciones o programas que contribuyan al desarrollo sostenible.
Sin embargo, por lo general esto no sucede de manera espontánea, sino que requiere de la participación de otros actores, como pueden ser el gobierno, las empresas grandes, o las organizaciones de la sociedad civil, tanto a nivel nacional como internacional, que pueden generar un entorno propicio para que esto se dé, o incluso intervenir de manera directa con capacitaciones, regulaciones, incentivos, programas de fomento y desarrollo, aportación de conocimiento y recursos, entre otros, para atraer, motivar, impulsar y, algunas veces, hasta presionar u obligar a que las mipymes inicien este proceso.
En el caso concreto de las empresas grandes, por ejemplo, éstas pueden trabajar el tema a lo largo de su cadena de valor, en la cual pueden encontrar impactos, riesgos y oportunidades a partir de la realización de un proceso de debida diligencia, lo que les permitirá enfocarse en los resultados obtenidos e involucrar en este proceso a las mipymes, para que en su conjunto la cadena se fortalezca.