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Internacional

PP y Vox salvan sus puentes ante el 28-M pese al choque en la moción de censura

La moción de censura ha dejado nuevas heridas en el centro-derecha, pero no ha derribado los puentes entre los partidos, como sí ocurrió en la primera que presentó Vox, en octubre de 2020. «Hasta aquí hemos llegado», exclamó entonces Pablo Casado, que consumó la ruptura total con Vox. En esta ocasión, ya sin Casado al frente del PP, Santiago Abascal propuso hacer «borrón y cuenta nueva» en las relaciones si los populares apoyaban a Ramón Tamames como presidente. No fue así, pero tampoco tuvo mayor consecuencia.

El PP de Feijóo rechazó la propuesta del líder de Vox y se mantuvo firme en una abstención que lo aleja de este partido, pero también del Gobierno de Sánchez. Una equidistancia en la que los populares se sienten muy cómodos: «Nos han dejado libre todo el espacio político entre Pam y Buxadé, el centro es nuestro».

Las críticas de Vox al PP, y en concreto a Feijóo por ponerse de perfil y no apoyar la censura a Sánchez, no consiguieron provocar a la portavoz del Grupo Popular. Cuca Gamarra ni siquiera mencionó a Vox en su intervención, aunque sí lamentó la equivocación que suponía, a su juicio, una moción de censura que sirvió a Sánchez como «cortina de humo para tapar los escándalos del Gobierno».

A poco más de diez semanas para las elecciones municipales y autonómicas del 28-M, PP y Vox han logrado salir del choque parlamentario con las posibilidades de acuerdos postelectorales intactas. Nada se ha roto, nada ha sido definitivo en el inédito debate de los dos últimos días en el Congreso, donde por primera vez un independiente encabezaba una moción de censura.

Los populares son conscientes de que las encuestas les sonríen y que la tendencia al alza de su marca electoral puede llevarles a reconquistar numerosas ciudades: aspiran a triplicar el número de capitales que gobiernan, y también autonomías como la Comunidad Valenciana. Su objetivo es gobernar en solitario, como dicta cualquier manual. Pero siendo realistas saben que será muy complicado en la mayoría de las plazas, y saben también que llegar a acuerdos con Vox puede ser, más que una opción, una necesidad si quieren el cambio.

El balance que hicieron en Génova tras la moción fue netamente positivo. Como estaba previsto, el Congreso votó en contra del candidato que presentó Vox de forma mayoritaria: 53 votos a favor, 201 en contra y 91 abstenciones. Estas últimas fueron las correspondientes al PP, más los antiguos diputados de UPN Sergio Sayas y Carlos García Adanero, así como el diputado de Foro Asturias, Isidro Martínez Oblanca.

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Por la izquierda y la derecha

Al no apoyar la censura propuesta por Vox, en Génova creen que han ganado terreno por el centro-izquierda, entre aquellos votantes socialistas que han comprobado que el PP sabe desmarcarse del partido de Abascal y no son lo mismo. Al mismo tiempo, al rechazar el voto en contra, se negaron a participar en lo que calificaron de ‘show’, que muchos votantes de Vox, según fuentes populares, tampoco han entendido. «Así crecemos por la izquierda y por la derecha», concluye el equipo de Feijóo.

En el PP llevaron la cuenta de las veces que tanto Sánchez como Yolanda Díaz se refirieron a los populares para criticar al principal partido de la oposición, pese a no ser el protagonista en la moción: en la primera jornada del debate, el presidente del Gobierno se refirió al PP en 73 ocasiones, siete de ellas con alusiones directas a Alberto Núñez Feijóo. Díaz lo hizo en otras 26, con cuatro menciones al presidente del Partido Popular. «Casi un centenar de menciones al partido que representa la alternativa en España y más del doble (46) de las que dedicaron al partido que ayer defendía la moción de censura». Una muestra, subrayaron, de «nerviosismo y debilidad».

Guardar las formas

En las filas del Grupo Popular había orden de guardar las formas y la seriedad durante el debate de la moción de censura. Frente al «circo», como lo calificó más de uno, quisieron mostrar «otra forma de hacer política», en un intento de marcar más distancias con Vox: «Somos proyectos distintos y tiene que verse con claridad». Apenas hubo declaraciones públicas en la primera jornada y Feijóo guardó un escrupuloso silencio, con una agenda paralela alejada del Parlamento, como si no fuera con él.

Gamarra, que renunció a su segundo turno en el debate –«Ya ha dicho todo lo que había que decir y no tiene sentido colaborar a alargar este sinsentido», comentaron en su entorno–, aprovechó la abstención del PP para situarlo al frente de una mayoría moderada y pedir elecciones ya a Sánchez: «Váyase con dignidad». La portavoz eludió centrar sus críticas en Vox y fijó el foco en Sánchez, sobre el que presentó una enmienda a la totalidad y al que acusó de querer tapar la corrupción de Tito Berni.

En Vox, concluido ya el debate, la sensación generalizada era de alivio. Fuentes del partido reconocían a la salida del hemiciclo que, dadas las bajas expectativas recogidas por la prensa respecto a la moción, una parte de sus votantes podía sentir «inquietud». Sin embargo, consideran que toda duda al respecto «ha desaparecido» y que las perspectivas de Vox se superaron «con creces».

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Por un lado por el candidato, Ramón Tamames, «un señor educado», y por otro porque, más allá de la abstención del PP y del no de Ciudadanos, creen que han vuelto a retratar al Gobierno junto a sus aliados.

La actitud de Abascal, sonriente y visiblemente «orgulloso», como dijo él mismo, distaba mucho de la posterior a la anterior moción de censura, tras la que rompió relaciones con Casado. El líder de Vox remarcó su «preocupación» con la actitud del PP, que según él aspira a sustituir a Podemos, pero subrayó que las diferencias con los populares se pueden «orillar» y que su partido «va a seguir tendiendo la mano» para construir una alternativa al sanchismo.

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