La andropausia es definida como la disminución en el hombre de los niveles de testosterona biodisponible. A diferencia de la menopausia, donde el cese de la actividad estrogénica es relativamente rápido, la disminución de testosterona en el varón es progresiva y lenta. Está descrito que a partir de los 30 años hay una reducción del 10% de los niveles de la hormona cada década.
La testosterona es la hormona sexual masculina. Es la que promueve la aparición de las características sexuales primarias tales como el desarrollo genital y la capacidad reproductiva, así como las características sexuales secundarias como el cambio de voz, la aparición de bigote y barba, el desarrollo muscular y el ánimo beligerante e impulsivo del varón. Es importante saber que esta hormona también es producida por la mujer, aunque en cantidades mucho menores.
Esta hormona es producida en los testículos y en menor medida en las glándulas suprarrenales a partir de la adolescencia como consecuencia de la estimulación de otras hormonas producidas en la glándula hipófisis. El pico máximo de producción es a los 20 años y se mantiene en esos niveles por la siguiente década. Como mencionamos, a partir de los 30 años empieza una declinación gradual y con ella la aparición de síntomas, aunque estos difícilmente son reconocidos -o aceptados- de manera temprana por el varón.
Actualmente el nivel de estrés, las de enfermedades cardiometabólicas, tales como la obesidad y la diabetes, son a su vez, causa de la disminución de los niveles de testosterona y por lo tanto, frecuentemente los síntomas como fatiga, falta de deseo sexual, impotencia, la disfunción eréctil y depresión pueden confundir al paciente y al médico sobre la raíz de la sintomatología. Otras causas de hipogonadismo, como también se le conoce, pueden ser fármacos como la cortisona o drogas tales como el cannabis o los derivados de la morfina.
Una causa muy común de consulta en hombres mayores a 40 años es justamente la fatiga y la impotencia sexual. El caso clásico es un varón de esa edad que tiene sobrepeso, es fumador, tiene una carga de trabajo enorme, bebe alcohol de manera habitual y ronca intensamente lo que le conlleva un mal hábito de sueño, que por supuesto afecta también a su pareja. ¿Han conocido a alguien así?
Para hacer el diagnóstico de deficiencia de testosterona, primero hay que pensar en esa posibilidad. Una causa común de retardo en el diagnóstico es no reconocer conscientemente la disminución de la capacidad y potencia sexual. Prejuicios ancestrales hacen que los hombres solapen esta sintomatología y la justifiquen solo como causada por estrés o agentes externos, condicionando que frecuentemente el varón entre en un círculo disfuncional de frustración y autosabotaje que terminan en problemas de pareja, además de un deterioro físico progresivo con disminución de la masa muscular, más obesidad -con las consecuencias conocidas- y depresión. La pareja suele soportar el mal trato y los malos hábitos por un tiempo y no es infrecuente que este torbellino de complicaciones derivadas de los síntomas progresivos sea causal de divorcio.
Por su lado, es común que el médico también sub-diagnostique el desbalance al no “encontrar una causa” de los síntomas, sobredimensione el estrés y normalice el comportamiento, así como las alteraciones físicas como la obesidad. El médico familiar, el internista, el endocrinólogo, el urólogo o el andrólogo pueden apoyar al paciente en descartar o corroborar el diagnóstico.