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Opinión

Crisis bancarias: mis dos centavos sobre SVB

¿Cuál es entonces el origen de la infelicidad de SVB? Por lo que entiendo, una base de depósitos sesgada a cuentas grandes, cuyo monto sobrepasa por mucho lo que cubre el seguro de depósito en Estados Unidos. Estos clientes son fundamentalmente empresas de nuevas tecnologías, cuyo auge asemeja a la fiebre del oro que ocurre en la misma región a mediados del siglo XIX (y que, de hecho, lleva a la fundación del primer banco en la zona).

Con los cofres literalmente a reventar, ¿Qué hace SVB? Opta por invertir esencialmente en papeles del Tesoro de Estados Unidos. Esta es una inversión segura, pero con tasas bajas, poco rentable. Con el fin de incrementar retornos, SVB compra papeles a más largo plazo e incurre así en lo que los tesoreros llaman “riesgo de tasa”: un aumento súbito en el costo del dinero puede sorprenderte con bonos de larga duración valuados a una tasa menor y generar un quebranto.

Y eso es efectivamente lo que pasa: en los últimos 12 meses la Reserva Federal de Estados Unidos aumenta su tasa de referencia en 450 puntos base. De repente la posición en papel de largo plazo de SVB muestra un quebranto, el banco busca enfrentar esta pérdida levantando capital, pero ello desata una corrida inusualmente agresiva, por el monto y la concentración de su base de depósitos.

La buena noticia entonces es que, a diferencia de 2009, la quiebra de SVB no afecta a viudas por el lado de los ahorradores ni a tenedores de hipotecas por el lado de los acreditados. La siguiente pregunta entonces es si una manzana podrida pudre a las demás manzanas – esto es, efectos contagio que afecten a los bancos donde los ciudadanos de a pie tenemos nuestros ahorros o créditos.

Por el lado de la base de depósitos, me parece que no. SVB es muy peculiar en el sentido de su elevadísima concentración en perfil de clientes. Sin embargo, en esta época en donde las noticias literalmente vuelan cabe esperar un corrimiento de los ahorradores a instituciones más grandes. Aquí lo que hay que reiterar es que independientemente del tamaño de la institución, el FDIC ofrece garantía de seguro por hasta 250,000 dólares por depositante. En México esta tarea la cumple el IPAB.

Por el lado activo es en donde habría que tener más cuidado. Un mal manejo de riesgo de tasa es factible en todo tipo de instituciones y el aumento tan súbito en esta variable genera retos incluso para estrategias más conservadoras. Mientras la base de depósitos se mantenga firme, algunas de estas pérdidas pueden ser nocionales y por ende, regulatoriamente hablando, representan riesgos de liquidez, no de insolvencia.

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Me parece que esta es la lectura de las autoridades financieras de Estados Unidos, quienes anuncian una nueva herramienta que permite a los bancos obtener liquidez, usando como colateral instrumentos como los bonos del tesoro referidos entre otros. El tamaño de SVB no es de soslayar y los riesgos de contagio en este frente tampoco. Los reguladores tienen que estar muy atentos a que, si hay algún banco que precise recurrir a esta herramienta, lo haga; creo que los riesgos sistémicos no se materializaran, pero de aquí en adelante, la labor regulatoria tendrá que ser intensa y constante.

Lleva a un comentario final. Dado el dramático cambio en postura monetaria, es hasta cierto punto natural esperar mayores riesgos de estabilidad financiera. ¿Quiere eso decir que la Fed debe reconsiderar su postura en cuanto a subir y/o mantener tasas altas? Muchos analistas consideran que así será; quien esto escribe piensa que sería un error.

Responder con política monetaria a riesgos de estabilidad financiera es equivalente a usar una escopeta cuando lo que se precisa es un rifle con mira telescópica. Induciría además el tipo de comportamientos – toma excesiva de riesgos – que eventualmente generan este tipo de problemas. Jan Tinbergen nos enseñó hace mucho que si tienes varios problemas – inflación, estabilidad financiera – no uses un solo instrumento, emplea varios. Usar la tasa de interés para resolverlo todo terminaría por no arreglar nada.

Nota del editor: Sergio Luna estudió Economía en la UNAM y la Universidad de Londres. Fue economista en el Banco Nacional de México durante 33 años y continúa en dicha profesión, ahora de manera independiente. Síguelo en Twitter y/o en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

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