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Las élites catalanas dudan de que el Barça siga siendo ‘més que un club’

El Barça ha entrado en lo que los expertos denominan crisis reputacional, basada, no tanto, que también, en los escándalos aparecidos en la gestión de las últimas presidencias y juntas directivas como en el hecho de que buena parte de los socios y seguidores azulgranas empiezan a cuestionarse aquel sentido de pertenencia que les hizo apuntarse, asociarse, sentir simpatía y ser representados por el ‘més que un club’.

El Barça, que durante décadas no ha tenido necesidad de ganar, ni partidos ni títulos, para sentirse, para ser, uno de los clubs de fútbol más importantes y admirados del mundo y, sobre todo, representar un sentimiento, una forma de ser, hacer y estar de los catalanes, se encuentra, ahora, simplemente agarrado a los resultados porque es lo único que aleja a la entidad de la pérdida total de credibilidad.

EL PERIÓDICO ha hablado con un puñado de catalanes muy relevantes (todos ellos han pedido ocultar su nombre) que, desde hace ya algún tiempo, pese a su cariño y, en varios casos, vinculación al Barça “de toda la vida”, sienten que algo se ha roto, que el club ya no es lo que era ni lo que representaba y que, ante el peligro, evidente, real, por más que lo niegue Joan Laporta, de que acabe convirtiéndose en una sociedad anónima deportiva (SAD), reclaman una ‘operación salvamento’, aunque ninguno de ellos sabe cómo estructurarla y, menos aún, quiÉn puede liderarla.

Así empezó todo

El ‘més que un club’, patrimonio culé, catalán, de todos, arrancó, en enero de 1968, en el discurso de toma de posesión de Narcís de Carreras, que utilizó esa divisa “para definir la trascendencia social que el FCBarcelona tenía en Catalunya” y fuera de Catalunya, por supuesto. Agustí Montal redondeó el término en su campaña de 1973 y, posteriormente, el gran Manolo Vázquez Montalbán acabó redefiniéndolo como “el ejército desarmado de Catalunya”.

Es evidente, por descontado, que el Barça jamás dejará de ser ‘més que un club’, pero no es menos cierto, por lo que cuentan los protagonistas de este reportaje, que, en la actualidad, la opinión que le merece a mucha gente la entidad azulgrana se aleja muchísimo, por la manera de haber sido gobernado en las últimas décadas y todo el ruido que ha generado el ‘mal estilo’ de las juntas culés, de lo que durante años ha representado la entidad para esos catalanes que, fuesen donde fuesen, se sentían orgullosos de decir que eran del Barça.

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“Los presidentes creen que, al salir elegidos, tiene un cheque en blanco para hacer lo que quieran y eso no debería de ser”

“Todo lo que estamos descubriendo que han hecho las últimas directivas y la delicadísima situación en la que se encuentra nuestro club”, señala un licenciado en Informática, máster en Economía y Dirección de Empresas por el IESE Business School, socio 12.000 y pico y, actualmente, director de mercados emergentes de una de las multinacionales farmacéuticas más importantes del mundo. “Si algo nos enseña y debería alertarnos, es que ganar las elecciones no puede representar un cheque en blanco para que tú, presidente, hagas lo que te dé la gana”, agrega.

“Todo el mundo, desde los políticos hasta, incluso, los dueños de las grandes empresas, debe rendir cuentas a alguien siempre, continuamente y, sin embargo, en el Barça siempre se ha ninguneado al socio: no existe control ni supervisión alguna de lo que hace la junta. O, peor, han disfrazado los controles con asambleas y votaciones telemáticas que no gozan de representación alguna”, insiste este profesional.

“El fútbol, el Barça, ha adquirido una dimensión que no puede ser dirigido por un abogado menor, su familia y un grupo de amigotes. Estamos hablando de una empresa de casi 1.000 millones de presupuesto y 450 empleados, cuya junta arranca con la desaparición del vicepresidente económico (Jaume Giró), no el deportivo, no, que no sirve para nada, ¡el económico! y, meses después, por la dimisión y silencio de su CEO (Ferran Reverter). Es evidente que no se puede esperar nada bueno, ni transparente de una compañía así”, añade este informático.

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“Dada mi posición en la empresa, me paso el día viajando por España y el mundo -continúa explicando este profesional del sector farmacéutico- y, desde luego, con mis interlocutores españoles el tema de la situación del Barça ya me da hasta vergüenza tratarlo y, últimamente, siempre se produce el comentario de ‘qué, de tú amado Barça mejor no hablamos ¿verdad?’ Pero, lo curioso, es que en el extranjero, Suramérica, Norteamérica, Asia, países árabes…el Barça sigue siendo Pep Guardiola, Leo Messi, el ‘dream team’, fútbol excelso pero, en esas charlas, aún me duele más el asunto porque todos me dicen ¿me puedes explicar cómo es posible que habiendo tenido y creado al mejor entrenador y al mejor futbolista del mundo, no sigan en el Barça? Y, para eso, yo tampoco tengo respuesta porque, en efecto, es incomprensible”.

“Ser ‘més que un club’ no es un título, es un anhelo y debemos ganárnoslo cada día siendo ejemplares todos y en todo”

El presidente de una de las instituciones más representativas de Catalunya, un auténtico buque insignia catalán, socio poco más de 4.000, está totalmente de acuerdo con la idea de la mala imagen que está ofreciendo el club “como símbolo de Catalunya”. “Da la sensación de que el Barça es de las pocas instituciones que escapa, no solo al control de sus propietarios, sino a las mínimas normas de gestión que tienen las empresas serias. Y, por poner solo un ejemplo, para mí el más grave, porque demuestra que todo se hace de cualquier manera y sin el rigor debido, solo hay que fijarse en el papel del ‘compliance’, cuatro en dos años, una figura vital en cualquier compañía, que debe ser independiente, profesional, exigente y meticuloso, el hombre o mujer que no deje pasar ni una, y cuya función, ahora, en el club está en manos de un amigo y exsocio del presidente”.

La forma cómo se designa al ‘compliance’ (cuatro en dos años) demuestra, según todos, el escaso rigor y amiguismo que impera en el Barça

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“A mí -insiste este directivo- me produce cierta tristeza ver en lo que se ha convertido el Barça y lo peor es que nadie le ve el final, o sí, y es aún peor, a esta deriva. Es evidente que, lo más normal del mundo, es que el club contase con un equipo de profesionales que llevase la gestión. Equipo al que el presidente y la junta concediesen la máxima responsabilidad, pero tengo la sensación de que si alguien quiere ser presidente del Barça y ya no digamos directivo, es para mandar, tener poder, fardar de que son los mejores y quienes más saben de esto. Y así nos va”.

Todos los entrevistados tienen la impresión y alguno de ellos posee información de primera mano que les hace pensar que Reverter, el CEO que parecía en condiciones de ofrecer esas garantías de rigor en la gestión, desapareció repentinamente un día al descubrir, tras crear su propio equipo de trabajo, que, mientras ellos se reunían en su despacho para gestionar el club, Laporta, sus directivos y algún que otro inseparable, como el ‘cuñadísimo’ Alejandro Echevarría, se citaban, dos despachos más allá, en una especie de ‘gobierno paralelo’ “como si estuviesen jugando al Monopoly”.

“El axioma de toda gran compañía de ‘haz solo aquello que puedas explicar’ hace años que saltó por los aires en el Barça”

“Es más que posible que esta sensación que tenemos muchos alrededor de que el Barça ha dejado de ser ‘més que un club’ se produzca también en otras instituciones o representaciones de nuestra querida Catalunya pero a mí me duele, especialmente, en lo que se ha convertido el Barça”, explica un viejo vicepresidente, símbolo para muchos y, sobre todo, culé de corazón, como pocos. “Esa divisa, ese ‘título’, no se hereda, es un anhelo, algo que te has de ganar cada día, trabajando bien y siendo ejemplar en los despachos y en el campo. Presidentes, directivos, profesionales, empleados y deportistas están obligados a ser ejemplares. Cuando eso no pasa, te alejas de ese maravilloso concepto. Y dejas de hablar con admiración de tu amado club y a las generaciones que vienen detrás les es difícil recoger el testigo y pasas a tener una relación mucho más frívola con la institución”.

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Este gran empresario, que heredó su compañía de su padre y de su abuelo, considera que muchas de las cosas que han ocurrido y se han descubierto en los últimos años en el Barça hacen que mucha gente se haya convertido, únicamente, en aficionado, seguidor o ‘supporter’ del Barça. “Un club de fútbol como el Barça tiene la función de vertebrar la vida social de la entidad a través del deporte. Cuando esto se hace de manera poco ejemplar desde la cúpula del club, se pagan las consecuencias, que son tremendas a nivel de imagen y representación. Y lo diré más claro: cuando tú pasas de UNICEF a Qatar, simplemente por dinero, tienes un problema muy grave, muy serio. Porque parece que no has entendido qué significaba lucir UNICEF, ni tampoco qué consecuencias tiene abrazar los petrodólares”.

“En el mundo de la comunicación hay un montón de teorías y axiomas que, no solo deben respetarse sino que deben ser el santo y seña de toda gestión y, sobre todo, uno de los pilares de la comunicación de esa compañía, profesional, proyecto, idea o, en este caso, club como el Barça. El principal, el fundamental, es haz solo aquello que puedas explicar”, señala una de las 10 personas que más relevancia tuvieron en uno de los acontecimientos más exitoso que ha vivido Catalunya en toda su historia: los Juegos Olímpicos de 1992. “Y es evidente que, desde hace ya mucho tiempo, estamos descubriendo que el Barça ha estado haciendo muchísimas cosas que, luego, no ha podido explicar”.

Para este profesional, ya jubilado y, ahora, vinculado al mundo de la gastronomía “en plan entretenimiento”, “necesitamos gente con autoridad moral, con solvencia cívica, que dé un paso al frente y se atreva a hacerse con el control de la entidad o denunciar que estamos en una situación preagónica, que no tiene nada que ver con ganar la Liga. La grandeza del Barça ha consistido siempre en ser inmenso sin necesidad de tener una colección de ‘orejonas’ o decenas de títulos de Liga”.

“En España, ya no hablo del Barça, me avergüenza y, en el extranjero, siempre me recuerdan por qué Guardiola y Messi no siguen en el club”

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“Lo que deberíamos hacer o intentar hacer, aunque yo no sé cómo se consigue”, señala uno de los CEO más importantes de Catalunya, ahora ya como supervisor de la última gran compañía que ha dirigido y, por descontado, con una larga trayectoria como directivo del Barça y una credibilidad en el mundo culé a prueba de bombas, “es encontrar la fórmula, la idea, el proyecto, el motivo para que el socio se vuelva a sentir dueño del club, del Barça, ya que, ahora, tiene la sensación que el Barça es de Laporta, su familia y sus amigos y, pronto, tal vez, de Goldman Sachs y/o J.P. Morgan”.

“A mi entender -explica este ejecutivo de máxima solvencia-, hay tres motivos por los que alguien se hace del Barça. Uno, ganar habitualmente. Dos, disfrutar del espectáculo porque, intuyes, que tu club tendrá siempre a los mejores futbolistas. Pero el más importante es el tercero: sentido de pertenencia, compartir unos valores y, en ese sentido, por ejemplo, pienso en el Athletic de Bilbao. Ahora, tal y como funciona el fútbol y habiendo entrado, no ya ricos sino Estados, en la gestión e inyección económica, no es fácil mantener vivos los dos primeros motivos y, por tanto, el sentido de pertenencia debería de ser la clave de por qué amamos al Barça. Pero… pero las chapuzas que estamos viendo nos alejan cada vez más de lo que nosotros quisiéramos que fuese la auténtica imagen de nuestro club”.

Existen miles y miles de seguidores a los que solo les interesa la pelotita y pasan de casos Neymar, ‘Barçagate’, Limak o Negreira

“Algún día alguien debería de contarnos la verdad de cómo se ha estado gestionando este club a lo largo de las últimas décadas, aunque los hechos nos han demostrado que a los socios les importa poco todo lo que no sea que entre la pelotita”, comenta uno de los candidatos más solventes y serios, derrotado en una de las últimas elecciones y líder profesional en su sector. “Yo, el día que me di cuenta de que aquí no iba a pasar nunca nada, fue cuando, en la ‘due diligence’ de octubre del 2010, se descubrió que con una VISA perteneciente a la seguridad del club se habían pagado 300.000 euros en un prostíbulo de Castelldefels. Si aquel día, el club no tomó decisión alguna, pública, es que estaba permitido todo”.

“Por supuesto que me duele moverme, especialmente por España, y encontrarme a diario con gente que se sorprende de que una institución de ese nivel, en Catalunya, tenga una gobernanza tan precaria, familiar y dudosa. Y, por descontado, que el Barça ha dejado de ser tema de conversación con amigos, compañeros y profesionales de mi sector, entre otras razones porque no tengo argumentos para defender cómo se hacen las cosas”, insiste este profesional, vinculado al mundo de la creación. “Yo ya lo intenté y, por tanto, no pienso volverlo a intentar. Es más, ni siquiera me atrevería a animar a amigos míos, que serían, en efecto, grandes presidentes y, sobre todo, gestionarían la entidad con buenos profesionales y los mejores especialistas de cada sector, pero sería meterles en una encerrona. Y lo saben, ¡vaya si lo saben!”

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Uno de los sociólogos más importantes de Catalunya, profesor titular en una universidad, que ve la situación del Barça “con cierto distanciamiento” pues no se considera “ni seguidor alocado ni forofo”, sí coincide en reconocer que el daño reputacional, el daño a la imagen que antes representaba el Barça y, sobre todo, el daño que se ha hecho al sentido de pertenencia que millones de catalanes tienen o tenían con respecto al ‘més que un club’, es evidente “transparente y cristalino”.

“Para muchos catalanes, aquello que le añadía prestigio como catalán, ser del Barça, ahora resta”

“Está claro que deberíamos contemplar dos niveles que, tal vez, ni se mezclan ni se relacionen”, explica este experto en el pensamiento. “Uno sería el aficionado de la calle, del campo, el más pasional, el futbolero, aquel que quiere ganar cada domingo y, sobre todo, disfrutar del fútbol y de los mejores futbolistas. A este no le hables de gestión, dale victorias. A este seguidor, socio o abonado solo le interesa ganar y pasa de cómo se fichó a Neymar, el ‘Barçagate’, Limak o el ‘caso Negreira’. Y, el otro nivel, es de los socios o aficionados, que, por descontado, también les gusta ganar, pero que quieren que su club sea ejemplar, o lo intente, esté bien gestionado y, sobre todo, ofrezca una buena imagen. A estos sí les inquieta el ‘qué dirán’ porque, tal vez, sufren en sus propias carnes la ironía y la burla diaria cuando se descubre que su Barça ha hecho algo mal, impropio”.

“Yo tengo la sensación de que el Barça ha perdido la capacidad de poder gestionarse a sí mismo”, sigue exponiendo este sociólogo de reconocidísimo prestigio. “Es evidente que la judicialización de las presidencias acaba manchando, y mucho, la reputación de la entidad y aleja a los que, posiblemente, se atreverían a dar un paso adelante para tratar de salvar al club de gestiones muy dudosas. Y una cosa está clara en estos momentos, para mucha gente de prestigio en Catalunya, aquello que le añadía valor como catalán, ser del Barça, sentirse representado por el ‘més que un club’, ahora solo resta”.

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“La Fundación de La Caixa -explica un economista, banquero y profesional muy vinculado al Barça durante años- repartió, el pasado año, la friolera de 515 millones de euros. ¿Tú crees que se los dieron a quien le dio la gana al presidente? ¿Lo crees? ¡Ni hablar! Y no solo porque son gente honrada, no, sino porque tienen un consejo asesor, formado por grandes profesionales, independientes y sensatos, que se dedica a que todo se haga como se debe hacer y que se invierta en proyectos con cara y ojos. Es un consejo de notables que vigila toda la gestión”.

“Cuando tú cambias UNICEF por Qatar tienes un grave problema y demuestras no saber qué representaba lucir UNICEF ni lo que significa abrazar los petrodólares”

Este banquero, ya jubilado pero temeroso, como pocos, porque conoce la forma de actuar de poderosos como Goldman Sachs o J.P.Morgan, teme que el Barça vaya directo hacia la sociedad anónima deportiva, aunque Laporta lo niegue cada día. “Negarlo no significa que no vaya a ocurrir. Los números de los que están hablando y la manera de conseguirlos, especialmente con un interés que será elevadísimo, hace materialmente imposible, dados los ingresos que tenemos y, sobre todo, el hecho de que apenas se han reducido los gastos de gestión, poder devolver lo que nos presten a entidades que no tendrán misericordia alguna si ven la posibilidad de quedarse con el club”.

“Estoy muy de acuerdo con la idea de que el mayor problema es que el presidente que sale elegido, sus amigos, los que le han avalado creen que el socio le hemos dado un cheque en blanco para hacer lo que quieran, empezando por destruir, tal vez, lo bueno de la anterior junta, pues esto es lo más típico de nuestro Barça”, comenta este empresario del sector de material eléctrico, socio de toda la vida, es decir, socio desde hace más de 60 años, que ha estado vinculado siempre a candidaturas de la élite catalana “que jamás han cristalizado, pero intentos ha habido un montón”.

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Familia y amigos

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“La gente que hay ahora en el club ha sido capaz de cambiar hasta la Biblia barcelonista para poder meter a sus familiares en la entidad y hacer lo que quiera sin dar explicaciones o encontrando una vía, esa simulación de asambleas telemáticas, para contar con el sí del socio”, continúa explicando este empresario catalán. “Toda la gestión y no me refiero, no, aunque también, a la contratación de la constructora turca Limak, tiene un punto de trilerismo y, en ese sentido, me temo que las auditores o ‘due diligence’ de dentro de dos o tres años nos descubran cosas por las que volveremos a ponernos las manos a la cabeza, aunque, como socios, nos lo merezcamos”.

Para el hombre que sabe más de luces de Catalunya, “solo tienes que ir al ‘estadi’ para darte cuenta de hasta qué punto se ha desnaturalizado la vida de nuestro club. Un campo repleto de japoneses, extranjeros, socios que han cedido el carné y la imposibilidad de expresarte con naturalidad, pues en cuanto pitas a uno de los nuestros ¡porque se lo merece, caray!, te señalan como el enemigo o el ‘Grup de Animació’ te silencia por completo. Yo voy porque me encanta el fútbol, porque sigo pensando que el Barça es un sentimiento, pero me niego a defenderlo ahora con todo lo que sabemos”.

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