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Opinión

Sindicalismo de género

Sin embargo, a pesar de que una mujer encabeza la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, el esfuerzo por construir un andamiaje jurídico-laboral que brinde una efectiva igualdad de acceso a las oportunidades es prácticamente nulo. No solo porque detrás de la titular de ese ramo se mueven poderosos intereses que la rebasan, sino porque ella representa a una fuerza electoral que no da lugar preferente a la agenda del movimiento que, entre otros frentes, atiende los avatares ocupacionales de millones de mexicanas.

El Ejecutivo Federal aún piensa que cumple llenando espacios burocráticos con un número limitadísimo de mujeres que, si bien es cierto, gozan de gran peso en los órganos colegiados que integran, en realidad forman parte de un esquema bien calculado para construir una baladí narrativa, una que piensan les acopiará el apoyo electoral del género, cuando en realidad, solo se trata de algunas decenas de incondicionales a las que se ha vuelto la mirada.

Se equivoca el partido oficial, se trata de un movimiento de género y no del ungimiento de representantes a modo. Qué bueno que haya más espacios y de mayor peso, pero qué mal que se haga solo por aparentar y no para crear un entorno de igualdad de oportunidades para millones de personas que no han podido alcanzar la igualdad. Los nombramientos hechos hablan por sí solos, dejando claro que el compromiso de las nominadas claramente se vuelca en favor de una opción electoral y no en favor de propuestas que hagan la diferencia. Se habla mucho, pero se ha avanzado poco.

Como sucediera en Estados Unidos e Inglaterra hace casi dos siglos, se precisa más de un movimiento organizado, estructurado y con claros liderazgos, que de la acomodaticia respuesta de un gobierno que apenas mira hacia la inconformidad de un creciente movimiento que se ha topado con vallas de indiferencia y con toletazos de menosprecio. La expresión del residente de palacio es más que reveladora. El llenado de espacios que él mismo desacredita, no puede ser más elocuente. Busca votos, no paridad de género.

Llama poderosamente la atención que los sindicatos hayan logrado ser prácticamente impermeables ante los vientos de cambio, ya que el hecho de que Elba Esther Gordillo haya ocupado una dirigencia se debe más a una coyuntura, provocada por la frágil condición de salud de Jonguitud Barrios y la hábil jugada de Manuel Camacho, que a un apoyo de género. El desvanecimiento de Alejandra Barrales, perdida en la locuaz agenda del sol azteca, tampoco labró el perfil de quien pudiera tomar el estandarte.

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Será un movimiento sindical, integrado por quienes realmente conozcan la desigualdad y tengan propuestas eficaces para combatirla, aquel que ganará la confianza del grupo en lucha, ocurriendo a las mesas a representar la posición del potente colectivo y no a inocuos colores o, peor aún, a sus maridos. Así es, no serán los forzados e inocuos remedos que la partidocracia ha designado en un escritorio, quienes acaben armando un nuevo derecho laboral de avanzada, asunto toral en la lucha.

Nota del editor: Gabriel Reyes es exprocurador fiscal de la Federación. Fue prosecretario de la Junta de Gobierno de Banxico y de la Comisión de Cambios, y miembro de las juntas de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores y de la Comisión Nacional de Seguros y Fianzas.

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