El Ejecutivo Federal aún piensa que cumple llenando espacios burocráticos con un número limitadísimo de mujeres que, si bien es cierto, gozan de gran peso en los órganos colegiados que integran, en realidad forman parte de un esquema bien calculado para construir una baladí narrativa, una que piensan les acopiará el apoyo electoral del género, cuando en realidad, solo se trata de algunas decenas de incondicionales a las que se ha vuelto la mirada.
Se equivoca el partido oficial, se trata de un movimiento de género y no del ungimiento de representantes a modo. Qué bueno que haya más espacios y de mayor peso, pero qué mal que se haga solo por aparentar y no para crear un entorno de igualdad de oportunidades para millones de personas que no han podido alcanzar la igualdad. Los nombramientos hechos hablan por sí solos, dejando claro que el compromiso de las nominadas claramente se vuelca en favor de una opción electoral y no en favor de propuestas que hagan la diferencia. Se habla mucho, pero se ha avanzado poco.
Como sucediera en Estados Unidos e Inglaterra hace casi dos siglos, se precisa más de un movimiento organizado, estructurado y con claros liderazgos, que de la acomodaticia respuesta de un gobierno que apenas mira hacia la inconformidad de un creciente movimiento que se ha topado con vallas de indiferencia y con toletazos de menosprecio. La expresión del residente de palacio es más que reveladora. El llenado de espacios que él mismo desacredita, no puede ser más elocuente. Busca votos, no paridad de género.