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Internacional

La guerra en el Gobierno hunde la manifestación del 8M

Se han mantenido las formas, pero no se ha podido evitar que la manifestación de Madrid, convocada por la Comisión del 8-M y a la que han asistido las delegaciones oficiales del PSOE y Podemos, haya sido la escenificación en la calle de la crisis abierta entre los socios de Gobierno por la reforma de la ley del ‘sí es sí’. Irene Montero, la titular de Igualdad, no ha querido dejar pasar la oportunidad de volver a criticar a los socialistas por darle «la mano al PP»; María Jesús Montero, al frente del Ministerio de Hacienda, ha tratado de apaciguar los ánimos y evitado arremeter contra la formación morada.

Es evidente que la división ha tenido consecuencias en la participación, sensiblemente menor que en otras ocasiones. Ha sido de 17.000 personas, menos de un tercio que el año pasado, cuando se elevó a 56.000. Más sorprendente ha sido que la marcha alternativa, contra la ‘ley trans’ y la del ‘sí es sí’, congregó a 10.000, lo que sí es un éxito para sus convocantes.

Si el termómetro del apoyo de la opinión pública a las posturas de unos y otros ha sido el recibimiento entre los manifestantes, el de Irene Montero ha sido algo más caluroso por parte de sus simpatizantes, quizá también porque están más motivados por el aislamiento de las ministras de Podemos y su derrota sin paliativos en el Congreso.

Quizá por ello la ministra directamente afectada no ha querido rebajar el tono de sus ataques a sus aliados socialistas y ha calificado de «mala noticia para las mujeres que el PSOE le haya dado la mano al PP» para «volver al Código Penal de la violencia y la intimidación». Y ha insistido en que el consentimiento debe seguir en el centro de la ley. Mientras atendía a los medios, sus simpatizantes, mucho más movilizados que los del sector socialista, han coreado: «¡Sí se puede, solo sí es sí». Montero ha subrayado además que habían intentado el acuerdo con las socialistas y que no fue posible. Eso sí; de dimitir, nada de nada.

Recibimiento discreto

Mucho más discreto ha sido el recibimiento a la delegación socialista, que incluso ha llegado a ser abucheada cuando comenzó la marcha, a las siete de la tarde. La vicesecretaria general del PSOE y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, ha intentado, por su parte, no volver a reproducir la dureza del enfrentamiento del martes en el Congreso, consciente de que debilita al Gobierno en su conjunto y puede tener un coste electoral, como le han recordado un buen número de manifestantes que gritaban «¡Hay que recordar a la hora de votar!».

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Quizá por ello ha minimizado el choque con Unidas Podemos y la división del movimiento feminista, esta provocada por la ‘ley trans’ impulsada por Podemos y aceptada a regañadientes por los socialistas. «Desde el PSOE -ha asegurado Montero-, lo que estamos trasladando es que hemos impulsado una buena ley, que va a proteger mucho más a las mujeres, y las cuestiones técnicas que tienen que resolver los efectos no deseados de la ley es en lo que mantenemos discrepancias». «Pero tenemos una agenda del gobierno que cumplir -ha añadido- y los dos socios del gobierno de coalición vamos a seguir recorriendo ese camino».

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Manifestación ‘oficial’ en Madrid convocada por la Comisión 8M
EFE | Tania Sieira

También los convocantes, de alguna manera, han tomado partido, a pesar de asegurar que se trataba de una manifestación al margen de los partidos y de que en su cabecera no estuviera ninguna líder política. Una de las portavoces de la Comisión 8-M ha ha afirmado que «nos apenó muchísimo» que saliera adelante la toma en consideración de la reforma de la ley. «No vamos a dar ni un paso atrás; el consentimiento debe ser la principal herramienta y el aumento de las penas se ha constatado que no es un elemento disuasorio», ha explicado Sihanm Jessica Korriche.

Abucheos a ministras

En medio de este ambiente enrarecido no es extraño que hubiera algunos momentos de tensión, con abucheos a las ministras socialistas e insultos a Pedro Sánchez, pero también otro provocado por una pancarta de los jóvenes del PP de Madrid en la que se leía «Que te vote Tito Berni», en alusión al último escándalo de corrupción en las filas del PSOE. La Policía intervino para retirarla y que no hubiera incidentes con los manifestantes y el asunto se solventó sin mayores problemas.

Pero si la manifestación ‘oficial’ del 8-M ha sido la escenificación en la calle de la brecha en el Gobierno, la convocada por el Movimiento Feminista de Madrid ha demostrado las divisiones internas en este colectivo. Aquí Montero ha vuelto a ser protagonista, pero esta vez por las durísimas críticas que recibió. sobre todo por la ‘ley trans’, pero también por la del ‘sí es sí’.

2018

Huelga histórica

Unas 170.000 personas acudieron a la manifestación convocada en Madrid. Fue el último 8-M con Mariano Rajoy en Moncloa.

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2019

Demostración de fuerza

El feminismo hace la mayor demostración de fuerza reuniendo a unas 350.000 personas en la marcha convocada en la capital. Es el primer Día de la Mujer celebrado con Pedro Sánchez al frente del Gobierno y sin Podemos.

2020

Marcado por el Covid-19

La amenaza de contagio de Covid-19 y la desmovilización reducen abruptamente la participación de la manifestación hasta las 120.000 personas. Ese 8-M es el primero que tuvo lugar con la coalición PSOE- Unidas Podemos en el Gobierno.

2022

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División y hundimiento

Sin marcha en 2021 por la pandemia, el movimiento vuelve a la calle dividido por primera vez en su historia. La principal causa de la fractura fue el debate sobre el abolicionismo de la prostitución y la nueva ley ‘trans’. El seguimiento se hunde hasta las 56.000 personas entre ambas marchas.

Antes incluso de empezar a andar, los asistentes ya exigían a gritos la dimisión de la ministra de Igualdad. «¡Irene Montero dimisión!», se profería desde la cabecera de la marcha, en la plaza Carlos V de Madrid. «Ser mujer no es un sentimiento», «el feminismo es abolicionista» o «velo impuesto, bandera patriarcal» fueron algunos de los cánticos más coreados. Entre las pancartas que han portado las asistentes se podían leer además otras proclamas como «fuera nabos de nuestros lavabos», «mi opresión no es tu identidad», en crítica a la ‘ley trans’, a la que han calificado, a gritos, de «misógina». Tampoco faltaron cánticos para la ley del ‘sólo sí es sí como «Soltar a violadores no es igualdad».

Las críticas con el Gobierno han contado con el apoyo de representantes de los populares, en concreto varias senadoras y congresistas del Grupo Popular, que marcharon junto a ellas. Entre otras, han acudido la vicesecretaria de Políticas Sociales del PP, Carmen Navarro y las diputadas Beatriz Fanjul, María Jesús Moro, Rosa Romero y Marta González.

«Se borra a la mujer»

Entre las asistentes a esta marcha también se encontraba Patricia Bilbao, la joven que por la mañana había irrumpido en el acto institucional de Igualdad para recriminar a la ministra Montero las políticas llevadas a cabo por su ministerio. En declaraciones a ABC, explicó que había tomado esa decisión porque al tramitarse la ‘ley trans’ por vía de urgencia «no ha habido posibilidad de un debate en el que hablar sobre la problemática de esta ley». «Hay que legislar en base a una realidad y no a un sentimiento», continuó. Además, Bilbao criticó que no haya habido dimisiones tras las consecuencias de la ley del ‘solo sí es sí’, por la que ya se ha rebajado la pena a más de 700 delincuentes sexuales. Las leyes de Montero, dijo, «son el borrado de la mujer completamente».

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Marcha alternativa organizada por el Movimiento Feminista de Madrid
EP

En un momento de la marcha, mujeres que se definen como laicas procedentes de contextos islámicos protestaron contra la imposición del velo. «¡Talibán cabrón, el velo es opresión!», corearon mientras quemaban un velo delante de la cabecera de la marcha.

Es la segunda vez que el Movimiento Feminista de Madrid se desvincula de la Comisión 8-M -organizadora de la otra manifestación- y convoca su propia marcha. El motivo de esta separación es que consideran que la agenda feminista se ha desvirtuado con reivindicaciones que consideran lejanas a la defensa de los derechos de las mujeres.

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Su principal reivindicación es, además de la lucha contra la violencia machista, la abolición de la prostitución, que consideran que forma parte de la «cultura de la violación». Son también muy críticas con la ‘ley trans’, en la que ven un «borrado de las mujeres» y de la que alertan sobre las consecuencias que tendrá para la sociedad, sobre todo para los menores de edad.

Fuente

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Nacional

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