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El PSG se habitúa al fracaso en la Champions

1.500 millones en fichajes y once participaciones después de la compra del club, allá por 2012, el PSG de Al Khelaifi volverá a ver por televisión cómo un equipo, que no es el suyo, levanta la Champions. Por quinta vez en los últimos siete años, eliminado en octavos. Solo en la final de 2020, en el año de la pandemia y con el formato a partido único en campo neutral, ha estado cerca de lograr la ansiada orejona. Fue un espejismo. El tiempo ha demostrado que el dinero catarí compra voluntades y amores artificiales, pero la grandeza deportiva no se cuantifica por un grifo sin tapón de petrodólares.

Sonríe el Bayern, que una vez más, vuelve a estar entre los ocho mejores equipos de Europa. Ni siquiera la venta de Lewandowski, ni la baja de Mané para esta eliminatoria, ha cortado la cadencia de un club acostumbrado a moverse en estos escenarios. No tiene un crack mundial, pero es un equipo en mayúsculas y nadie se llevará las manos a la cabeza si le vemos en Estambul el próximo 10 de junio.

El sino del partido pudo cambiar en el minuto 37, momento de esos que marcan una eliminatoria de esta categoría. Sommer recibió un balón de De Ligt y ante la presión de Achraf y la cercanía de Mbappé y Vitinha, decidió meterse en un jardín con ortigas. Condujo la pelota como si se hubiera reencarnado en Beckenbauer y estuvo a punto de regalarle el 0-1 al PSG. Achraf le encimó y provocó un despeje fallido, que acabó en los pies de Vitinha y con la portería vacía. El disparo del luso fue sacado en la raya de gol por un pie milagroso de De Ligt, que lo celebró como si hubiera marcado en la portería de Donnarumma. No era para menos.

Fue la mejor ocasión de una primera parte de ida y vuelta, con ocasiones en ambas áreas. Donnarumma puso una mano dura a Musiala, cuyo giro y disparo ante Danilo en milésimas de segundo fue una buena muestra del talento de este joven mediocentro alemán que lo tiene todo para marcar una época en Múnich. Goretzka, con un disparo duro, atajado por el guardameta italiano, también estuvo cerca del gol.

El PSG, con defensa de tres, Mbappé como nueve y Messi ejerciendo de cuarto centrocampista, se fue a buscar al Bayern a su propia área. Una presión alta que incomodaba a los de Baviera. De Ligt, el más listo en leerlo, no se cortaba a la hora de lanzar un balón en largo para minimizar los riesgos de una defensa que sufría a cada balón al espacio para Mbappé.

Atrás, los franceses se sentían bien resguardados con Ramos de líbero. Como en la ida, el camero estaba acertado en las coberturas y en la salida de balón. Si De la Fuente no le llama no es por su actual estado de forma. Ya no tiene la velocidad de hace diez años, pero es un futbolista que aporta jerarquía, inteligencia y contundencia.

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Rodillo alemán

Tras el descanso, partido totalmente nuevo. El Bayern puso el modo rodillo en los primeros quince minutos: hizo dos goles y estuvo cerca de otro más. Todo en las botas de Choupo-Moting. De los que anotó, solo uno subió al marcador. En el 50, el VAR anuló el cabezazo del camerunés por el intento de participación de Muller, en fuera de juego cuando remató el ariete del Bayern. En el 60, Goretzka, que tiene dos piernas y una escoba, provocó un grave error de Verrati en la salida. Como consecuencia, un dos contra uno de Musiala y Choupo-Moting ante Ramos. Estaba vendido. 1-0

Tenía el PSG media hora para anotar dos goles y provocar la prórroga, pero bastante encajando solo un gol más. Solo dos frentazos de Ramos salvaron el honor ofensivo. Indigno segundo acto de los franceses, como el año pasado en el Santiago Bernabéu y otras tantas veces. Au revoir.

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