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Internacional

Seis mujeres que guían las economías de Latinoamérica

Queda mucho trecho por recorrer en la lucha por que más mujeres escalen a puestos de poder e influencia, pero estas seis economistas son algunas de las mujeres que han dejado ya su marca en América Latina.

Azucena Arbeleche

En diciembre de 2019, la economista y profesora universitaria Azucena Arbeleche se convirtió en la primera mujer ministra de Economía y Finanzas de Uruguay. No se imaginaba que le tocaría navegar una pandemia global con profundos estragos. Un país de 3,4 millones de personas, Uruguay ya destacaba en los primeros lugares en la región en indicadores como ingreso per cápita, así como por tener “uno de los sistemas de protección social más integral”, según el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Para no ceder el terreno ganado, Arbeleche implementó una serie de medidas, entre ellas la extensión del seguro del desempleo y el de salud. También, el Gobierno creó el Fondo Coronavirus, a través del cual asignaron recursos para atender a la emergencia de manera transparente. El fondo fue financiado parcialmente por la reducción temporal de los salarios del presidente, ministros y funcionarios públicos con los sueldos más elevados.

Miembro de un partido de centroderecha, Arbeleche se define keynesiana. En 2020, dijo en una entrevista de radio: “Lo que resume un poco mi sentir y donde me ubico es en lo que dice Keynes. El problema de la humanidad es combinar tres elementos: la eficacia económica, la justicia social y la libertad individual”.

Mercedes D’Alessandro

Mercedes D’Alessandro dejó huella en su natal Argentina al ser la primera directora de Economía, Igualdad y Género, parte de la cartera de Economía en el Gobierno nacional. En sus dos años de gestión, de enero de 2020 a marzo de 2022, la doctora en Economía aseguró que las mujeres alcanzaron niveles récord de actividad y empleo. Durante la pandemia, D’Alessandro colaboró con sus pares en la Administración para diseñar el Ingreso Familiar de Emergencia.

Además, propuso una medición del Producto Interno Bruto (PIB) que considera el aporte de los cuidados — el 15,9% en Argentina— y estuvo involucrada en el diseño del “primer presupuesto con perspectiva de género”, según informó en su anuncio de salida del Ministerio. “Hoy el Ministerio de Economía de Argentina es orgullosamente feminista”, declaró.

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D’Alessandro fue parte del equipo que negoció un acuerdo con el FMI, incidiendo en temas como el gasto social, las jubilaciones y género. También creó un grupo con más de 250 funcionarias llamado Mujeres Gobernando, en donde se impulsa la agenda de género en todos los organismos del Estado (y el cual, a pesar de su salida del Gobierno, sigue funcionando). En 2021, la revista Time la incluyó en su lista de las cien personas más influyentes del mundo.

Antes de su tiempo como funcionaria, D’Alessandro ya influía en el pensamiento económico en su país y en toda América Latina. Su libro Economía Feminista. Las mujeres, el trabajo y el amor, publicado en 2016 es lectura obligada de las feministas en la región, ha tenido cinco ediciones y una de bolsillo.

Ana María Ibáñez

La violencia de la Colombia de los ochenta y noventa desató un fenómeno de desplazamientos forzados dentro del país cuyo impacto en la pobreza y la calidad de vida es todavía visible. A finales de la primera de esas décadas, una joven Ana María Ibáñez ingresó a la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes. Su trabajo, considerado un parteaguas en el tema de la desigualdad generada por este desplazamiento, la llevaría a incidir en la política del Gobierno en materia de tierras.

Durante sus estudios de maestría y doctorado, Ibáñez fue una de las primeras académicas en hacer encuestas a desplazados y reunir datos sobre cómo la pérdida de tierra generó pobreza, tuvo un impacto en los ingresos, la educación y en las oportunidades de las generaciones más jóvenes.

“Es la persona que ha hecho las investigaciones más rigurosas sobre la desigualdad en este país y esas investigaciones han determinado políticas públicas tanto de programas de gobierno para tratar de acortar esa desigualdad, como para tener indicadores fieles a la realidad y así hacer política de tierras”, dijo su colega de la Universidad de los Andes, en donde Ibáñez llegó a ser Decana de la Facultad de Economía, Lucas Ospino, de acuerdo con una publicación de la revista de la institución El Uniandino.

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Su influencia en la política económica se materializa hoy en el capítulo agrario del acuerdo de paz que el Gobierno firmó con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Los hallazgos de las investigaciones de Ibáñez y sus colegas fueron instrumentales en diseñar una política de tierras que regrese a los desplazados el acceso a la tierra, el cual pudiera impactar a 8,4 millones de colombianos.

Después de ser profesora visitante en las universidades de Yale y Princeton, en Estados Unidos, Ibáñez se unió al Banco Interamericano del Desarrollo (BID), en Washington, en donde hoy es investigadora.

Ifigenia Martínez

México no sería lo que es hoy si no fuera por Ifigenia Martínez. La primera mexicana en egresar de la Universidad de Harvard con maestría y doctorado, Martínez es economista, política, legisladora y diplomática. Además, como académica, fue directora de la Facultad de Economía de la Universidad Autónoma de México (UNAM).

Entre sus alumnos estuvo el presidente Carlos Salinas de Gortari, quien, con su ayuda y orientación, también estudió en Harvard. Fue profesora e inspiración también de muchos otros quienes conformaron una primera generación de funcionarios en el Gobierno mexicano considerados como “tecnócratas”, por haber sido nombrados a su puesto por sus capacidades técnicas, y no por su ideología.

Si bien fue de enorme influencia en Salinas, quien firmó el primer tratado de libre comercio en México para pasar de ser una economía “mixta” a una abierta, Martínez es “portadora de convicciones ideológicas incuestionablemente nacionalistas”, según la describen los autores de un libro en su homenaje, Economía Política del México Contemporáneo. El suyo ha sido un fuerte contrapeso político e intelectual.

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Como legisladora luchó porque los agricultores no se encontraran desprotegidos ante la competencia del extranjero. Entre sus propuestas estuvo, por ejemplo, revisar el acuerdo comercial, conocido como el TLC, para incluir cláusulas de protección a la agricultura.

Quienes la conocen saben que Martínez dice lo que piensa cuando cree que es necesario y sin importar a quién incomoda. Aliada declarada del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, Martínez no dejó pasar la oportunidad en 2022, cuando, al tomar el micrófono para agradecer el máximo galardón otorgado por el Congreso mexicano, sentenció: “El refrendo del respeto a la división de Poderes debe mantenerse incólume, sin amenazas ni presiones”.

Stephany Griffith-Jones

Chilena, estadounidense y checa, Stephany Griffith-Jones ha sonado las alarmas de los males que han aquejado al mundo desde el sistema financiero desde hace 50 años. Deuda excesiva y mal administrada, flujos de capitales volátiles y crisis financieras, esta doctora en Economía por la Universidad de Cambridge ha dejado su marca en toda la región y, en particular, en Chile, en donde fue asesora durante la campaña electoral del presidente Gabriel Boric

Uno de sus múltiples libros, Deuda y crisis de desarrollo en América Latina: El fin de una ilusión, publicado en 1986, mostró con datos las terribles consecuencias de la crisis de la deuda latinoamericana de los ochenta en el desarrollo económico de la región. Afín al pensamiento social demócrata de izquierda, Griffith-Jones ha abogado por que la ayuda del FMI sea más rápida, con menos condiciones y mayor escala.

Es quizás la más feroz promotora de la banca del desarrollo, la cual ofrece tasas de interés y plazos más amigables a los países para proyectos y reformas que impulsan el desarrollo económico. Esta funciona también como una alternativa a la deuda de mercado que puede, por estar sujeta a la factores externos, fluctuar fuertemente, comprometiendo los presupuestos de los países. Durante su tiempo como asesora de Boric, propuso la creación de un Banco Nacional de Desarrollo, el cual sería público, y tendría objetivos concretos de desarrollo.

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Griffith-Jones fue incluida en la lista de los 100 economistas más influyentes del mundo por la revista especializada Richtopia. Fue profesora en la Universidad de Sussex y la Universidad de Columbia antes de ser nombrada miembro del Consejo del Banco Central de Chile en mayo del 2022, órgano de máxima autoridad dentro de la institución autónoma. Griffith-Jones es una de cinco integrantes con poder de decisión sobre la política monetaria y la regulación financiera.

Mariana Mazzucato

En una foto del 28 de octubre compartida en redes sociales, el presidente de Chile, Gabriel Boric, posa junto con la economista italiana y estadounidense, Mariana Mazzucato. Boric sostiene tres libros, todos de la autoría de Mazzucato. Los ha leído todos.

Profesora en la Economía de Innovación y Valor Público y directora del Instituto para Innovación y Propósito Público en University College London (UCL) Mazzucato es la gurú de los Gobiernos de izquierda en Sudamérica. Su visita en octubre no solo fue a Santiago de Chile, sino también a Buenos Aires y Bogotá, en donde se reunió con los presidentes en ambos países. Es considerada una de las economistas más influyentes de su generación por su visión de un capitalismo en el que el Estado invierte en la innovación para generar riqueza. No solo se trata de que el Estado deje a la iniciativa privada tomar riesgos e innovar, sostiene la académica, sino que el Estado innove también en donde la iniciativa privada no quiere o no puede.

A partir de su visita a Latinoamérica, Mazzucato escribió en este diario que la solución a los problemas de pobreza, baja productividad y dependencia de los recursos naturales “demanda una gobernanza progresista y el énfasis en objetivos económicos claros”, escribió. “Los gobiernos necesitarán una narrativa nueva que ponga en primer plano el crecimiento impulsado por la innovación. No se trata de que los países de Latinoamérica necesiten innovaciones disruptivas (como las que vemos en Silicon Valley), sino innovación con propósitos específicos, para la solución de problemas concretos, como la creciente brecha digital y el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero”.

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