Internacional
Ernest Maragall: «El proyecto de AENA para El Prat está olvidado. Cerrado. Empezamos de cero»

Candidato de ERC a la alcaldía de Barcelona, Ernest Maragall busca hacerse con la vara de alcalde después de que en 2019, tras ganar para ERC las elecciones, Ada Colau se la arrebatara gracias a los votos de Manuel Valls, que optó por los comunes para evitar un alcalde independentista.
–¿Cree que le puede pasar factura en las elecciones de mayo haber sido durante el mandato socio preferente del gobierno municipal?
–Yo creo que nos puede pasar factura, pero en positivo. La que hemos hecho es trabajar siempre en función y en defensa del interés general de la ciudad. Ayudamos a la institución, no al gobierno. Nos sentimos muy responsables de algunas grandes decisiones, en absoluto de la gestión.
–Se presentan tres fuerzas de izquierdas con expectativas muy parejas. ¿Qué les distingue de comunes y PSC?
–Representamos modelos de ciudad distintos, y el que representa Ada Colau ya ha dado de sí todo lo que podía. Ya ha mostrado todas sus posibilidades y todos sus errores en los ocho años que lleva. No parece que esté en condiciones de aportar nada realmente nuevo. Hay también una discrepancia de fondo respecto a lo que proponen los socialistas, por ejemplo respecto al crecimiento económico, el urbanismo o cómo afrontar la desigualdad. El PSC puede proclamarse de izquierdas, pero ha practicado políticas muy liberales en el fondo, perfectamente legítimas, pero perfectamente también descriptibles en términos de efectos sociales. Nuestro modelo es un modelo de recuperación de las desigualdades y de nuevo modelo productivo.
–Para entendernos, y perdone la simplificación. Ustedes se sitúan entre el modelo del decrecimiento, antiempresa, de los comunes, y el liberalismo del PSC.
–Propugnamos un crecimiento inteligente, desde la equidad. Unos y otros propugnan modelos caducos. El decrecimiento de los comunes está basado en la reacción a la última crisis y la receta del PSC es la del crecimiento conservador, de crecer en cantidad. No se trata de crecer más, sino de crecer mejor. Y eso pasa también porque Barcelona vuelva a ser referencia como gran ciudad europea, lo que implica pensar en grande: capacidad de crear un nuevo modelo productivo, capacidad de atraer talento, capacidad de establecer relaciones con todos los rincones del mundo…
–¿Hay crisis del modelo turístico?
–El turismo es una pieza estructural, fundamental de esta ciudad, y precisamente por eso se necesita una gobernación muy distinta de la actual. Una cosa es necesitar el turismo, y Barcelona lo aprecia, lo valora y lo respeta, y otra cosa es subordinarnos a él. El modelo de monocultivo turístico es el peor para Barcelona. Por eso estoy hablando de ese nuevo modelo productivo, en el que el turismo tiene un lugar indiscutible, pero no genera esa dependencia.
–¿Qué papel debe jugar el Aeropuerto?
–Necesitamos un aeropuerto que sirva a este modelo productivo. Y para todo eso necesitamos un aeropuerto que tenga capacidad de conexión intercontinental. Lo que sí queda claro es que el proyecto de AENA está olvidado. Cerrado. Empezamos de cero. Estamos en condiciones de definir bien lo que quiere decir tener un gran aeropuerto para Barcelona, definir el sistema ferroviario de conexión, el desarrollo urbanístico asociado y, también, preservar la diversidad y al medioambiente de esa zona. Hemos pasado del modelo unilateral de AENA a un modelo de decisión compartida y de decisión catalana en ese terreno. Y por tanto barcelonesa también.
–¿Qué hacer con los grandes eventos?
–Hemos de buscar grandes acontecimientos, pero que tengan un valor añadido, transformador, que impacten en la economía. El Mobile, por ejemplo, puede dar mucho más de sí en términos de modelo económico, de aportación y transformación de la economía de la ciudad. En cuanto a eventos deportivos, Barcelona debe aspirar a organizar el Mundial de Atletismo, algo que el gobierno municipal no parece tener claro.
–¿Comparte la idea de que hay ahora mismo una visión, quizás forzada desde fuera, de Barcelona como ciudad decadente, desorientada?
–Es evidente que Barcelona tiene que recuperar su personalidad… Barcelona tiene carácter, y nuestro proyecto es exactamente este, volver a ser, volver a ser gran ciudad, volverlo a ser desde el carácter propio. No sólo porque vengan determinadas marcas o determinadas grandes empresas, sino porque Barcelona sea en sí misma factor de creación de valor, de cultura, de riqueza… Que vuelva a ser referencia mundial de calidad urbana, de espacio público de la máxima excelencia… Y eso quiere decir también solucionar las cuestiones más básicas, más elementales: seguridad, limpieza del espacio público…
–¿Tiene Barcelona un problema de autoestima? La gente recuerda los años olímpicos y compara…
–No se trata de quedarnos instalados en la nostalgia, sino de buscar nuevas oportunidades y nuevas condiciones que nos permitan recuperar el orgullo. Poner la ambición al servicio del orgullo de los ciudadanos. Y que, por cierto, se pueda volver a dar por descontada la relación de confianza y de credibilidad entre ciudadanía y ayuntamiento, que ahora está perdida.
–¿En qué medida la década del ‘procés’ ha perjudicado a Barcelona? Pérdida de competitividad, prestigio…
–Los datos desde el punto de vista de competitividad, incluso desde el punto de vista cuantitativo de crecimiento, cuestionan esta visión… Sí es cierto que el debate sobre la relación entre Cataluña y las instituciones del Estado ha ocupado un primer plano de la atención y de la preocupación ciudadana, y desde ese punto de vista, Barcelona ha tenido menos capacidad de estar en el primer plano como noticia.
–¿Barcelona debía haber jugado un papel más activo en el ‘procés’?
–El gobierno municipal, desde mi punto de vista de manera errónea, se ha inhibido. Ha abandonado, en parte, un terreno en el que Barcelona tiene que volver a ser referencia, que es el terreno de los derechos, de los derechos civiles, de la libertad colectiva, de la movilización social en múltiples campos… En el campo concreto del ‘procés’, Colau se ha desentendido, ha intentado quedarse a un lado… Y lo que ha conseguido es quedarse en un terreno de nadie, con lo cual ha hecho daño a ese carácter de Barcelona al que aludía. Barcelona nunca se ha inhibido de las circunstancias en las que vive, de los conflictos propios y de los de su entorno o país, nunca. Y ahora ha tenido esa tendencia un poco refractaria que me parece que nos está perjudicando ostensiblemente.
–Sí es cierto que estamos en una etapa distinta a la del ‘procés’. No sé si ha muerto, como proclama el Gobierno, pero sí es una etapa distinta.
–Todo el mundo expresa sus deseos y a veces se confunden los deseos con la realidad.
–Sí que parece que en la campaña municipal el debate independentista o quedará relegado.
–Comparto que en las elecciones municipales el debate tiene que estar centrado en la ciudad, pero lo que tampoco podemos es hacer abstracción. Barcelona no es una isla. Barcelona no es un mundo aparte. Y para empezar tenemos que definir también, como parte de ese debate municipal, cuál es el papel de Barcelona en la construcción o en la gestión en la gobernación del país, de Cataluña entera.
–Hay un independentismo alérgico a la idea misma de Barcelona, de la gran ciudad… Recuerdo a Torra hablando de Girona como la verdadera capital.
–Por eso en nuestro proyecto es fundamental revertir un tópico que ha dominado este país durante mucho tiempo: la teórica conveniencia del equilibrio entre Barcelona y Cataluña. No hay una Barcelona enfrentada o compensada o contrariada con Cataluña y viceversa. Es el momento de las grandes alianzas del país y la ciudad, de la Generalitat y el Ayuntamiento. Y añado, de los ayuntamientos, no solo el de Barcelona. Por eso hablo de un país en red, por eso hablamos en Esquerra de la ‘Cataluña completa’, la ‘Cataluña entera’. Este es un asunto que nos va a distinguir del resto de opciones que concurren a las elecciones de mayo, de los socialistas muy explícitamente, pero también de los comunes y de Junts.
–Precisamente, ahora irrumpe el candidato Xavier Trias (Junts), con un discurso muy templado en lo nacional, pero muy explícito en lo ideológico. Las encuestas le dan un buen resultado. No sé si estamos hablando del efecto novedad.
– Sí, sí, de momento es un juguete nuevo, digamos. Y los juguetes nuevos duran lo que duran. Dicho esto, está bien su llegada, creo que le añade interés, le añade complejidad a las elecciones. Pero yo creo que también es cada vez más claro, o va a ir quedando cada vez más claro, por lo que él mismo dice y ofrece, que Trias representa a una parte muy explícita de la sociedad, de la ciudad y del país. Con toda legitimidad y con todo el derecho, pero el proyecto de Esquerra, el mío, es representar un modelo de mucha mayor amplitud, que interese y seduzca al conjunto de la ciudadanía. Creo que el resto de candidatos, con todo el derecho, representan unos determinados atributos y por tanto solo apelan a unos determinados sectores sociales.
–Sí parece claro que en mayo el resultado será ajustado. Habrá que buscar pactos. ¿Pone alguna línea roja?
–Más que líneas rojas, ahora es momento de expresar proyectos y ambiciones. Nosotros vamos a ganar, lo vamos a intentar. Y es obvio que la concreción en que esa presunta victoria se produzca nos va a delimitar claramente las posibilidades o las conveniencias de acuerdos posteriores.
–¿Se vería más cerca de Colau que de Trias?
–Yo me veo más cerca de la ciudad, más cerca de esa amplia mayoría de ciudadanos, con un proyecto inequívocamente progresista, inequívocamente catalanista, inequívocamente republicano, inequívocamente ambicioso. Y a partir de ahí estaremos en condiciones de establecer las conversaciones que correspondan.