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Otra victoria por 1-0. ¿Bien?

Gerard Piqué se ha convertido en uno de los principales portavoces de la tesis de que el fútbol necesita retoques para adaptarse al público imberbe. Ve necesario que pasen cosas, como reducir minutaje, para captar la atención de los adictos al fogonazo constante de Tik tok. Respetable opinión, pero esperamos desde esta tribuna que se quede solo como la una en esta proclama. Ya hay suficiente gente empeñada en manosear reglas y competiciones. Sin embargo, a la vista de cómo discurrió el Girona-Barça, no fue ayer un buen día para ponerse a discutir con Piqué, en particular en la primera parte. Dieron ganas de pasarse a la Kings League. O a HBO. O a la jardinería. Se hizo dura la digestión. Quien sucumbiera al dulce arrullo de la siesta, está más que perdonado.

Un espectáculo aletargado y con ese frío. Había que compadecer a todos esos espectadores que se sentaron ilusionados en las gradas de Montilivi tapados hasta las cejas. Qué poco calor les llegó del césped. Si acaso, en el último cuarto de hora, cuando el Barça braceó como un hombre a punto de ahogarse, acosado por el Girona, que no empató porque alguno no puso la bota firme en el remate. Fue la parte más entretenida de la tarde.

Dato meritorio

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El Barça de Xavi sumó la séptima victoria por 1-0, la tercera consecutiva. Ante esta situación, se puede citar al cholismo y ridiculizar el pregón sobre la importancia del cómo o, por el contrario, puede destacarse la capacidad de conquistar la victoria descamisándose y la lengua fuera. Xavi, tan poco resultadista de corazón, está sobresaliendo en la Liga presionando lo indecible y reculando tras marcar el gol, y despojándose de delanteros si hace falta, y así es como lleva ya 14 partidos de 18 con la portería de Ter Stegen a cero, muy meritorio, se mire como se mire. 

Dembélé se convierte en la principal inquietud para lo que viene. Lo que viene será ya con Lewandowski. Sin él, el equipo ha trampeado bien. Sin el francés, también. Xavi acabó con la nariz roja por el frío, que es como deja muchos ratos el juego del equipo. Sabe taparse y ganar, pero convendría también seducir. Solo sea para quitarle argumentos a Piqué, caramba.

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