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Opinión

La definición de emprendedor y su perro guardián

Tal vez el dolor de ser una etiqueta profesional lo perdí cuando me sentí emprendedor o parte de la comunidad emprendedora de mi entorno inmediato. Y a pesar de sentirme emocionalmente emprendedor, no entendí el significado de la palabra hasta muchos años después.

La RAE define la palabra emprendedor como adjetivo, “que emprende con resolución acciones o empresas innovadoras”. En inglés, la palabra “entrepreneur” no es exactamente la traducción de emprendedor. Según el diccionario Merriam- Webster, “entrepreneur” es “alguien que organiza, administra y asume los riesgos de un negocio o una empresa”. A diferencia de la palabra emprendedor, “entrepreneur” está circunscrito a eventos de negocio, no para acciones o iniciativas en otros ámbitos. Es decir, apegándonos a las definiciones de cada lengua, un deportista que decide escalar el Monte Everest puede tener espíritu emprendedor, pero eso no lo transformaría en un “entrepreneur”.

Cuando la palabra emprendedor se puso en boga, la referencia a “entrepreneur” siempre estuvo presente, y se abandonó la limitación de nuestra propia lengua. Bajo la definición, hay miles, millones de emprendedores que no se auto reconocen como tales. Tengo la impresión de que el adjetivo o sustantivo no está lo suficientemente extendido en el lenguaje, ni el uso en aquellos que incluso lo son.

Charles Lindblom escribió que, en las democracias… “cada valor o interés importante tiene su perro guardián”. Sin autodefinirse, la posibilidad de proteger la comunidad de que somos parte se vuelve casi imposible. La invisibilidad de muchos emprendedores quita fuerza a la comunidad, al acercamiento y posibilidad de proteger los intereses del grupo, de hacerlo relevante y perceptible entre los conflictos y confrontaciones naturales de un país democrático. Sin definición no hay posibilidad de crear comunidad, y sin comunidad no existe el perro guardián que proteja o inspire.

Y es cierto, parto de mis propios sesgos para idealizar un concepto que le dio sentido a mi vida profesional. Hay emprendimiento por oportunismo, por inercia, por necesidad, por emoción y convicción a una misión. El motivador es independiente del significado. Y no importa un carajo la motivación explícita o implícita, lo que importa es que se está creando la comunidad, el perro guardián, para la construcción del país al que muchos aspiramos.

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Nota del editor: Heberto Taracena Blé es Licenciado en Economía por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM). Estudió la Maestría en Políticas Públicas en la Universidad de Harvard, especializándose en estadística aplicada y política comparada. Ha sido consultor en el Banco Mundial en Washington, D.C., y asociado en la empresa McKinsey & Company. Ha sido profesor en el Colegio de México y en el ITAM. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión.

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