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Opinión

Invertir en el ecosistema de movilidad limpia

De acuerdo con la Agencia Internacional de Energía (AIE), en 2019 el sector transporte emitió 8,200 millones de toneladas de CO2 (tCO2) a la atmósfera. La tendencia mundial de emisiones regresó tras la pandemia y alcanzó 7,700 millones tCO2 en 2021. El transporte terrestre (excluyendo ferrocarril) significó 76% de las emisiones del sector (5,860 millones tCO2). La electrificación es el camino para la descarbonización. La adopción de vehículos eléctricos ha crecido exponencialmente, en 2021 se vendieron 6.6 millones (casi el doble que en 2020) y en 2021 ya había 16.5 millones en circulación en el mundo, tres veces los que en 2018.

México muestra un retraso importante contra los otros miembros de la AIE. De 2016 a la fecha se contabilizan solo 4,289 vehículos eléctricos en México, de los cuales 1,140 fueron adquiridos en 2021. Si se compara ese mismo año con las ventas en China, Europa o Estados Unidos con 2.7 millones, 1.2 millones y 466,000, respectivamente, México se queda corto. México representó solo 0.017% de los vehículos eléctricos vendidos en el mundo y 0.24% de los vendidos fuera de Estados Unidos, China y Europa. En cuanto a infraestructura, México contaba con 1,146 estaciones de carga en 2021, 0.06% de las disponibles en el mundo.

El ecosistema de movilidad limpia centrado en vehículos eléctricos ha avanzado en otros países por varias razones: 1) Los vehículos eléctricos son más eficientes que los de combustión (77% de eficiencia contra 12% a 30%). 2) Los vehículos eléctricos en sinergia con las energías limpias pueden alcanzar 0 emisiones en su operación. 3) además de CO2, no emiten partículas suspendidas (PM10 y PMM2.5), SOx y NOx, por lo que ayudan a la calidad del aire y reducir la prevalencia de problemas respiratorios.

Para acelerar la transición es necesario pensar conjuntamente en los vehículos y la infraestructura de recarga; si no hay infraestructura, no hay adopción de vehículos eléctricos y viceversa, sin vehículos, no se construye infraestructura. Por esto, las políticas públicas e incentivos fiscales deben alinearse para facilitar ambos lados de la ecuación.

El anuncio del grupo de trabajo México-Estados Unidos sobre electromovilidad es un buen primer paso, pero no es suficiente. Se deben plantear metas de vehículos eléctricos como proporción de las ventas totales y objetivos de electrificación a nivel nacional. También es importante aumentar los incentivos, tanto fiscales (e.g. deducibilidad de los vehículos eléctricos y tratamiento contables de la infraestructura), como de permisos, condiciones de importación de vehículos y equipo y reducción de incentivos a los vehículos de combustión interna. La ley de electromovilidad que se discute en el Congreso sería el instrumento ideal para esa iniciativa coordinada.

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México está en un momento clave para sentar las bases de un desarrollo acelerado del ecosistema de movilidad limpia. Para ello, se deben aprovechar las tendencias de mejora de las baterías, reducción de precios y disponibilidad de vehículos (y modelos), así como la cercanía con Estados Unidos.

Al mismo tiempo se debe impulsar el desarrollo de infraestructura. Solo mediante un esfuerzo combinado se podrá alcanzar una descarbonización del transporte que contribuya a tiempo con los objetivos de emisiones de México y la lucha contra el cambio climático.

Nota del editor: Pablo Casellas es Director de Flotas Comerciales en VEMO. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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