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Almagro, Bolaños y el resto de la comarca tienen «un problema muy gordo» con el agua

En agosto de 2020, la sequía del embalse de la Vega del Jabalón provocó que Almagro, Bolaños y una docena de pueblos del Campo de Calatrava que suman unos 40.000 vecinos se vieran obligados a recurrir a pozos de emergencia para evitar restricciones de agua. Aunque la solución pasa por conectar un ramal a la Tubería a la Llanura Manchega, casi dos años y medio después el agua del grifo sigue procediendo de pozos y es agua ‘dura’, con una cantidad elevada de sales, magnesio y calcio.

Así pues, el agua embotellada se ha convertido en un añadido al gasto mensual de familias y negocios, que ansían la llegada de una tubería que les aporte agua de calidad. «Estamos hartos. Con el agua que sale del grifo no te puedes lavar ni los dientes. Hay clientes de nuestra casa rural que han preguntado si es normal que les pique la boca después de cepillarse«, explica Sonia Soto, propietaria de un establecimiento rural y una peluquería en Almagro. Cada día, Sonia tiene que convencer a sus clientas de que los tintes y productos que utiliza son de calidad, que la composición del agua es la culpable de los estragos.

Raúl y Teresa Serrano Dotor, del Bar-restaurante El Gordo, ubicado en la plaza Mayor de Almagro, no dan crédito a lo que ocurre y se preguntan por qué no se han tomado las medidas con tiempo, cuando se veía venir que la comarca no podía beber de un pantano seco: «Tenemos un problema muy gordo desde hace mucho tiempo. La tubería de la que hablan es una inversión enorme y ya veremos si llega, así que no sé qué vamos a hacer porque el agua subterránea se agota».

En el bar tuvieron que construir un aljibe ante los continuos cortes en el suministro por las roturas de tuberías. El motivo es la presión que lleva el agua. «Hemos tenido cuatro roturas en tres meses y de la última nos enteramos porque el recibo superó los 700 euros», dice Raúl. Su hermana Teresa explica que el agua de Almagro siempre ha sido mala, con mucha cal y cloro, pero desde hace unos años, además, «destroza todo lo que pilla». «El agente de la aseguradora nos dijo que más del 80% de los avisos que tienen son por rotura de electrodomésticos».

Nuria Rosell Sánchez, del hotel Arte y Descanso, también en Almagro, lamenta tener que avisar a los turistas del peculiar sabor que descubrirán en el agua. «Nos preguntan si es similar al agua de Vichy y me río por no llorar. Cuando la prueban, bajan a por agua de la máquina para lavarse los dientes». Ella vive en Bolaños y reconoce que evita bañar a su hija pequeña con la frecuencia que lo haría en otras circunstancias. Asimismo, se queja del resultado de una colada de ropa blanca: «Sale manchada, y hemos tenido que cambiar dos veces la bomba de la aerotermia porque se obstruye por la cal; en los filtros se acumulan piedras, literalmente».

Gerardo Díaz Fúnez, que vive en Bolaños y trabaja en la reparación y mantenimiento de electrodomésticos, afirma que la vida útil de los aparatos que hagan uso del agua se ha visto reducida «entre un 30 y un 40%». Insiste en que la cal ha sido siempre un problema, también cuando procedía del pantano, pero no tanto como ahora y la alta presión causa «un sufrimiento extra» en los aparatos. «La gente está tan acostumbrada que ya ni se queja; que se les rompe el termo del agua caliente lo cambian, en vez de repararlo«, describe.

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Mari Carmen Ureña recuerda la inversión que tuvieron que hacer hace nueve años en su casa de Almagro. «Nos gastamos unos 6.500 euros en una depuradora y ósmosis para filtrar el agua de la red, con lo que conlleva cambiar toda la instalación». Al principio fue una solución válida, pero desde hace más de dos años es imposible eliminar «el sabor a hierro y el fuerte olor». «No puede pasar por más filtros y aun así no podemos ni cocinar con ella», cuenta. Madre de tres niños, junto con su marido consumen unas nueve garrafas de ocho litros semanales, gasto que se suma al recibo trimestral.

Una planta de ósmosis que no ha servido de mucho

La Junta de Castilla-La Mancha inauguró el pasado mes de julio en Bolaños una planta de ósmosis. Se invirtieron 750.000 euros para mejorar la calidad de agua que llega a los hogares, pero, oídas las quejas unánimes de los vecinos, no parece que haya servido de mucho. «La planta de ósmosis no funciona del todo bien y el líquido viene a veces con altos niveles de hierro y magnesio y al mezclar las dos aguas, la del pozo de Almagro con la de Bolaños, empeora. Por eso la gente intenta consumir de sus sondeos, pero no siempre es apta para consumo humano«, explica Ana Díez, de la empresa de asesoría agrícola Sercopag, en Bolaños, a la que llegan muchas muestras de sondeos para analizar y en la mayoría se aprecia un alto contenido de restos de bacterias coliformes fecales que hay que clorar.

El Acuífero 23 es un acuífero semiconfinado y carbonatado, de composición volcánica y se recarga tanto de forma superficial como subterránea. «La presencia de mayor cantidad de materiales por encima del acuífero hace que la presión en el mismo sea mayor y, además, mayor que la atmosférica», explica Ismael Chaves, de Almagro, graduado en Ciencias Ambientales y con un máster en Geofísica y Meteorología.

«Cuando en nuestras casas lavamos superficies como grifos, mamparas o cristales y dejamos que se sequen solas vemos cómo aparecen manchas. Esto es el calcio que se ha quedado después de evaporarse el agua. Después de ducharnos con agua dura, el jabón absorbe toda la humedad de la piel, percibiéndola seca, escamada o blanquecina e incluso llega a picarnos», finaliza Chaves, que lleva estudiando el problema del agua alertado por su color y sabor desde 2019.

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