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«Todos a casa de Eva»: La afición española en Doha se organizó en grupos de Whatsapp y Facebook

A quince minutos del estadio Al Thumama hay una pequeña zona residencial con villas adosadas de color tierra, un barrio tranquilo que ayer vio alterada su paz a la hora de la siesta. De repente se empezaron a escuchar los cláxones de los coches y una escandalera de voces y gritos. Tal era el alboroto que muchos comenzaron a salir de sus casas para ver qué ocurría. Afuera, un grupo de personas vestidas de rojo, pequeño al principio, numerosísimo después, comenzaba a congregarse para acudir juntos al estadio Al Thumama. El epicentro de la reunión era la casa de Eva, una de los cerca de 2.000 españoles censados en Qatar.

Dada la cercanía de su residencia con el escenario del debut de España, decidió ofrecerla como lugar de encuentro. La respuesta fue masiva. Los residentes en Doha llevan semanas preparando su Mundial. Han organizado grupos de Whatsapp y de Facebook desde lo que se informan entre ellos sobre los accesos a los estadios o la compra de entradas. También desde ahí han iniciado conversaciones con la Federación para que abra las puertas en alguno de los entrenamientos. El momento álgido era esta quedada para vivir el estreno.

Tres horas antes del inicio, las afueras de la casa de Eva eran un hervidero de gente vestida de rojo en donde no paraba de sumarse gente. Los vecinos grababan con sus móviles y lanzaban también vivas a España. A la hora indicada, comenzó el ruidoso desfile hacia el estadio, ya con cerca de un millar de hinchas en procesión. Arquitectos, pilotos, ingenieros o profesores que han montado en Qatar su proyecto de vida.

«Decid que aquí vivimos muy bien, que no todo es tan malo como lo pintan», insistían al periodista, un poco cansados de la visión que se está trasladando al mundo del país que les ha acogido. «No todo es perfecto, lo sabemos, pero hacemos una vida completamente normal. Qatar necesita tiempo para adaptarse al mundo de hoy en día, como le ocurrió a España no hace tantos años».

Tal como decía Eva, Al Thumama apareció en el horizonte apenas diez minutos después de emprender la marcha y la manifestación se plantó frente al colosal estadio circular cantando el «Yo soy español, español, español» y el «A por ellos, oé».

Dentro del campo, los españoles se ubicaron en su mayoría detrás de la portería defendida por Keylor Navas. Desde ese fondo llegaba el sonido de unas cornetas, una especie de vuvuzelas de tono más grave. Ahí cantaron también los tres primeros goles al ritmo de Raphael. Junto al resto llegados en varios vuelos charter desde España, y a los que aparecían diseminados por otras partes de un campo que no se llenó, el número de españoles llegó a casi 4.000. Serán más ante Alemania el próximo domingo, aunque España sigue muy lejos del poder de convocatoria que arrastran otras selecciones, en especial americanas.

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Ni el vapuleo relajaba a Luis Enrique, que aprovechaba cada gol para llamar a uno o dos jugadores y darle instrucciones personalizadas. Luego, mandaba saludos a la grada con una enorme sonrisa dibujada en la cara.

De repente, la grada comenzó a tronar: «¡México, México!», otra muestra de que los tentáculos de la afición más numerosa en Qatar alcanza todos los rincones del Mundial. El surrealismo de la escena no gustó ni a españoles ni a ticos, que reaccionaron con sonoras pitadas a los centroamericanos.

En la segunda mitad costó entrar en calor, pero el inicio volvió a ser explosivo. Sonaban con fuerza las cornetas y el público se entonó con la nueva oleada de goles. El partido se acabó con los gritos de «¡España, España!», los «olés» para los jugadores y la música de Rosalía atronando en los recovecos del Al Thumama. La fiesta, lógicamente, siguió en casa de Eva. Desde ya, punto oficial de reunión del hincha español en Doha.

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