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Opinión

Los excesos del populismo

Editorial ABC

24/11/2022 a las 13:39h.

Las acusaciones proferidas anoche en el Congreso por la diputada de Vox Carla Toscano contra la ministra de Igualdad, Irene Montero, representan un exceso inaceptable que contribuye de manera muy negativa a que el Parlamento parezca más una taberna de improperios, incluso personales, que el foro de debate propio de una democracia. Las expresiones de radicalismo han llegado a un extremo inasumible por tanta virulencia verbal. Vox no acierta negándose a corregir o matizarlas insinuaciones soeces de Toscano, y se equivoca echando más gasolina al fuego porque no solo contribuye a victimizar a una ministra nefasta y acorralada que con una ley ideológica está permitiendo la excarcelación de abusadores y agresores sexuales, sino que convierte en una cuestión personal lo que es un error político y jurídico de magnitud del Gobierno que está causando una creciente alarma social.

De cualquier modo, Podemos recoge lo que sembró en el pasado: radicalismo, extremismo y ‘violencia política’, que es de lo que se queja Montero. La ministra, como todo Podemos, tiene la piel muy fina y la memoria muy débil. Entraron en el Congreso arrojando cal viva a un escaño del PSOE, y con varios diputados pendientes de procesos judiciales por agresiones a policías, que finalmente han sido condenados. Llegaron con mensajes incendiarios para favorecer un «asalto» al Congreso, al más puro estilo ‘trumpista’, y llegaron después de protagonizar escraches y actos de acoso virulentos a políticos del PP, Ciudadanos o de UPyD. El ‘fascismo’ del que ahora se queja Podemos venía de serie en su ADN, como cuando arremetieron contra la mujer de José María Aznar, Ana Botella, con comentarios igual de machistas a los que ahora deploran. Montero, antes que víctima, fue copartícipe de esta estrategia de radicalización populista. Podemos incurre en la ley del embudo. Sus actos violentos eran solo ‘jarabe democrático’, y ahora cualquier expresión tan insensible e inoportuna como la de Vox es ‘fascismo’ y ‘violencia política’. El error de medición no está en las palabras, sino en las conductas. Las de Podemos son lágrimas de cocodrilo.

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