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La quiebra del gigante de las criptomonedas FTX deja una deuda de 3.000 millones

La criptoeconomía vive lo que ya se ha apodado su momento Lehman Brothers. La bancarrota de FTX, que hasta hace unas semanas era una de las principales plataformas de comercio de criptomonedas del mundo, ha dejado a la compañía liderada por el joven empresario Sam Bankman-Fried con una deuda de unos 3.100 millones de dólares con sus 50 principales accionistas.

En una presentación ante los tribunales, FTX declaró este sábado que debía unos 1.450 millones de dólares a sus diez mayores acreedores, una cantidad que no puede pagar debido a su falta de liquidez.

La joven compañía, fundada en 2019 y con sede en Bahamas, anunció el pasado 11 de noviembre que se declaraba en quiebra en Estados Unidos tras una serie de revelaciones que hundieron la confianza de los inversores. Miles de ellos retiraron el dinero que habían depositado en el ‘token’ de FTX, el activo digital en el que se basaba la empresa y que no tenía más valor que el que le daban sus inversores.

Negocio volátil

Sin confianza en el modelo, FTX se ha desplomado en pocos días como un castillo de naipes, dejando atrapados a alrededor de un millón de clientes que han visto como sus inversiones se han esfumado. Los expertos calculan que las pérdidas podrían dispararse hasta los miles de millones, si bien no hay aún una cantidad concreta.

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Muchos de esos inversores están estos días pidiendo la cabeza de Bankman-Fried, emprendedor de 30 años, donante demócrata y visto hasta antes del colapso de FTX como el ‘niño bueno’ de la criptoeconomía por haber mantenido una posición más abierta a la regulación, a diferencia de la otra plataforma líder en ese mercado digital, Binance, ahora en el trono en solitario.

A principios de este año, FTX llegó a valer la friolera de 32.000 millones de dólares. Entonces el viento parecía a favor de criptomonedas como Bitcoin, que había llegado a sus máximos, contagiando positivamente a todas las empresas del sector. Sin embargo, 2022 ha terminado consagrándose como un año negro para el volátil y especulativo negocio de los activos digitales. Desde entonces, el valor de FTX se ha desplomado más de un 97%, una caída que, de nuevo, amenaza con arrastrar a parte del sector.

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