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Cultura

El secreto oficio de escribir discursos para presidentes en América Latina

Ximena Jara, periodista y profesora de comunicación política en Chile. Autora del libro "Fantasmas de palacio" en la comuna de Providencia, en Santiago, Chile.
Ximena Jara, periodista y profesora de comunicación política en Chile. Autora del libro “Fantasmas de palacio” en la comuna de Providencia, en Santiago, Chile.sofia yanjari

A diferencia de lo que ocurre en Estados Unidos y el mundo anglosajón, en América Latina el oficio de escribir discursos para presidentes tiene características arraigadas: los que lo ejercen son discretos, jamás hablan con la prensa, no se contactan con colegas de otros países ni conocen sus nombres y, cosa extraña, habitualmente ni siquiera se traspasan el saber acumulado cuando acaba un Gobierno, aunque el que lo suceda sea uno del mismo signo político. En definitiva, se trata de un trabajo secreto, al menos hasta ahora. Los comunicadores políticos Ximena Jara y Gonzalo Sarasqueta, chilena y argentino, respectivamente, han publicado un libro donde por primera vez sacan del armario a los escritores de discursos presidenciales de la región. Es Fantasmas de palacio. Escritores de discursos presidenciales en América Latina (Editorial Biblos), donde escriben los speechwriter de Lula da Silva –en sus anteriores Gobiernos–, Mauricio Macri, Rafael Correa, Juan Manuel Santos, Pepe Mujica, Vicente Fox y Michelle Bachelet. Presentado hace algunas semanas en Buenos Aires, este lunes se lanzará en la Casa América de Madrid.

“¿Por qué escribir un libro sobre escritores políticos en América Latina? Principalmente, porque la sociedad sabe poco –o nada– sobre la cocina de la palabra presidencial”, reflexionan los editores al inicio del libro, el primero que aborda el oficio de escribir discursos presidenciales desde la propia experiencia de quienes lo han ejercido en secreto. La periodista Jara, que sin cumplir los 30 años fue parte del equipo de contenidos del primer Gobierno de Michelle Bachelet (2006-2010) y luego fue la principal escritora de discursos presidenciales en el segundo mandato (2014-2018), en una cafetería del municipio de Providencia de Santiago de Chile cuenta que mientras trabajó en La Moneda jamás concedió una entrevista ni conversó –ni siquiera confidencialmente– con la prensa. “Incluso en mi currículum escribía mi cargo, pero no explicitaba en lo que consistía: escribir los discursos de la presidenta”, dice Jara, que habla de un oficio que en América Latina se ejerce “con mucho pudor, a diferencia de Estados Unidos donde, por ejemplo, gente como Jon Favreau son unos personajes”, en referencia a quien le escribió los discursos a Barack Obama.

"Fantasmas de palacio", de Ximena Jara y Gonzalo Sarasqueta.
“Fantasmas de palacio”, de Ximena Jara y Gonzalo Sarasqueta.sofia yanjari

Todo comenzó cuando Sarasqueta entrevistó a Jara en Santiago de Chile para su tesis doctoral de Comunicación Política en la Universidad Complutense de Madrid, centrada en una comparación entre los discursos de Bachelet y Mujica. Se reunieron en la capital chilena un 18 de octubre de 2019, el mismo día del inicio del estallido social. Fue el inicio inolvidable de una amistad y complicidad profesional que llevó a la dupla a colaborar y a idear luego, en plena pandemia, un proyecto ambicioso: “Sincerar una profesión en América Latina”. Lo explica el libro: “Sacar el oficio del palacio y ubicarlo donde se merece: de cara a la opinión pública. En una época donde todo –viajes, comidas, amores, intimidades, etcétera– se trasluce en las redes sociales, sería una injusticia que este oficio quedase en el sótano de la democracia”. En definitiva, como cuenta Jara en esta entrevista, “juntar conocimiento colectivo porque, hasta ahora, cada vez que alguien llega a un Gobierno, pareciera que tuviera que inventar el oficio y se ve obligado a comenzar a trabajar desde la intuición”. Un intento de mayor profesionalización de un trabajo que en América Latina se ejerce de forma diferente a otras latitudes.

Como Saraqueta ya había contactado para su tesis a Matías Ponce, el escritor de discurso de Mujica, la dupla comenzó la búsqueda de otros redactores de discursos presidenciales, es decir, personas que, aunque han estado en el corazón mismo del poder, deben trabajar en total anonimato y desprendiéndose del ego: “Ser invisibles”, resume Jara, que contactó a Julieta Herrera, la escritora de discursos de Macri cuando estuvo entre 2015 y 2019 en la Casa Rosada. Pese a trabajar para gobiernos de signos políticos diferentes, Jara y Herrera conectaron rápidamente. “Ninguna había conocido antes a otra speechwriter, lo que muestra la soledad en que se ejerce este trabajo”, comenta la editora chilena, que no recibió negativas a la hora de invitar a sus colegas a formar parte de este libro. Es un texto que no busca contar infidencias ni concentrar una suma de anécdotas, pero aborda episodios espinosos como, por ejemplo, los discursos en las horas de mayor crisis.

En un capítulo referido al segundo Gobierno de Bachelet, Jara habla del caso Caval, de comienzos de 2015, un escándalo referido a los negocios de la nuera y el hijo de la presidenta que salpicó profundamente a La Moneda. “Justamente porque esta crisis tenía un componente personal muy grande, cualquier borrador era necesariamente un insumo más ante un mensaje que se configuraba de manera íntima”, escribe la periodista que admira al menos dos discursos del pasado reciente latinoamericano: “El del chileno Eduardo Frei Montalva de 1962 cuando promulgó la reforma agraria –fue un discurso que cambiaba Chile– y el último de campaña de Raúl Alfonsín en 1983, que hace llorar”, asegura Jara. Para la periodista, América Latina fue durante el siglo XX una región donde los presidentes “tenían una cosa mágica que encantaban a las multitudes, las hacían cambiar de parecer”, pero en la actualidad, “el discurso grandilocuente propio del caudillismo ya cambió y en la región imperan los discursos desde lo cotidiano”.

Existen diferentes experiencias, porque a algunos presidentes les resulta especialmente complejo el contacto con la ciudadanía. El colombiano Santos, por ejemplo, “se ha formado en los mejores salones y se expresa en un inglés perfecto, pero en el idioma del pueblo le es muy difícil hablar. Le cuesta encontrar las palabras que precisa, y cuando las encuentra se le enredan al pronunciarlas”, escribe en libro el publicista argentino Ángel Beccassino, que asesoró al mandatario. Con el uruguayo Mujica ocurrían otro tipo de curiosidades. En un capítulo llamado Como te digo una cosa, te digo la otra: el desafío de completar los discursos de Pepe Mujica, Ponce escribe: “Mujica fue su propio hacedor de discursos, asesor y estratega de comunicación. ¿Y cuál fue nuestro rol? Lo definiría más bien como la reparación de daños o los multiplicadores de sus discursos, anuncios de los que no estaba informado el resto del Gobierno, amplificadores de sus éxitos”.

En tiempos en que los discursos presidenciales son fragmentados y permanentes –la mayoría de los mandatarios se comunica mucho a través de las redes–, el desafío de América Latina está en pasar del discurso a un relato permanente y de largo plazo, dice Jara, que repite en esta entrevista: “Los discursos no construyen al personaje. Decirlo sería altanero y mentiroso”. Y como en todo oficio, cuenta la comunicadora política, existen momentos muy frustrantes, como cuando un presidente abandona las hojas y comienza a improvisar: “Si un presidente mira sus notas y las deja de lado, al equipo de discursos se le quiebra el corazón, porque su trabajo no estuvo en sintonía con el momento y, en definitiva, algo falló”. Es algo que –dice Jara– habitualmente hace el actual presidente chileno, Gabriel Boric, que acostumbra a incorporar la literatura en sus intervenciones.

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