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Joaquín Sabina: «Ya no soy tan de izquierdas porque tengo ojos, oído y cabeza para ver lo que está pasando»

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La voz cascada de Joaquín Sabina, ese ronqueo con eco que al lector se le viene a la cabeza si piensa en él, no sonaba así hace 13 años, cuando Fernando León de Aranoa se subió a una furgoneta con el cantante y el poeta Benjamín Prado en lo que sería el primer viaje del documental que estrena este viernes, ‘Sintiéndolo mucho’. En esa escena, Sabina parece el mismo que hoy:permanente cigarro, mirada canalla, afiladísimos comentarios… Pero en realidad casi todo ha cambiado, empezando por su físico, hoy con una apariencia frágil, lejos de la vitalidad que tenía por entonces. «En la época de la caricatura [se refiere a cuando era joven y creó su ‘personaje’] no soñé con llegar a los 50, así que soy un superviviente», dijo ayer en Madrid, en una concurrida rueda de prensa que recordaba a los mejores tiempos de antes de la pandemia.

No es lo único que descubre el documental. Impacta su miedo. Un temor atávico a fallar. A no cumplir las expectativas del público:«Antes de salir al escenario pienso en que esa gente que ha ahorrado un dinero para comprar la entrada y ha decidido venir a verme llega con una esperanza desmesurada de que les dé algo, y yo pienso que les voy a defraudar. Eso lo pienso cada vez que salgo al escenario», explicó ayer Sabina. Quizá por eso, León de Aranoa, que lo escoltaba junto al «cantante, productor y hermano» Leiva, decidió abrir el documental con Sabina en el camerino antes de un concierto con Joan ManuelSerrat, y se le ve con todas sus inseguridades, con todo su caos que contrasta con la seguridad y el orden del perfeccionista de Serrat; y Aranoa le pregunta como si fuera un periodista por la vez que se quedó sin voz y se cayó del escenario. Y toda la respuesta de Sabina se resume en esa presión. «El documental solo me ha dado alegrías, y las cosas más difíciles de mi vida aparecen ahí. Hubo momentos dolorosos en mi vida, pero el documental en sí no me enteré que lo estábamos haciendo», recordó el intérprete, que además aprovechó la presentación para dar una noticia a sus seguidores:su nuevo disco –con Leiva como productor– no llegará para Navidad, sino para 2023. «Podría ser para esas fechas, pero al final hemos decidido que no. Yo me voy de gira a finales de febrero y no me gusta hacerlo sin canciones nuevas, pero grabaremos 3 o 4 y luego ya sacaremos el disco completo», apuntó.

Lo que no ha querido es explicar si esta será su última gira –su voz cascada y sus toses sobrevenidas durante la charla no hace ser especialmente halagüeño–. «Lo piensa tanta gente, aunque realmente no sé ni yo mismo si es la última o la penúltima, pero el título lo dice todo, ‘Contra todo pronóstico’», se defendió, para presumir después de que ir de gira por América Latina le cura «de todas las tonterías».

«Borrachín y putero»

De esa región, por la que tanto apego siente, habló poco después: «Todas las revoluciones del siglo XX fracasaron y en el siglo XXI solo ha funcionado la del feminismo y lo LGTB… El fracaso del comunismo ha sido feroz, ya no soy tan de izquierda porque tengo ojos, oído y cabeza para ver lo que está pasando. Y es muy triste», lamentó. Porque según explicó a los convocados –Leiva y Aranoa fueron casi convidados de piedra a su lado– durante mucho tiempo estuvo enfadado con los tiempos modernos. «Todo lo que pasaba, de Trump a Putin, eran cosas feas, incluso el lenguaje de la gente a través de las redes sociales, que lo degrada todo… pero el otro día pensando me di cuenta de que era demasiado pesimista: hay cosas buenas, como la vacuna que ha llegado pronto y bien… Y que ha aparecido un héroe extraordinario, que es Zelenski», desgranó.

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A sus 73 años Sabina ya no está para morderse la lengua. Nunca lo ha hecho, en realidad. En el documental y ante la prensa habla de sus tiempos nublados por el alcohol, la droga y el sexo. Lo hace con alegría –«me duró cincuenta años, no está mal»– y con la tranquilidad de ser él quien manejaba los tiempos. «A eso que se dice de imagen pública yo lo llamo caricatura y se refiere a alguien borrachín, putero y noctámbulo y algo de eso se pareció a la realidad en alguna parte de mi vida. Pero ahora, nada», sentenció ayer, en una respuesta que tiene su comienzo en ‘Sintiéndolo mucho’, cuando habla ante la cámara junto a un plato con lo que parecen unos polvos blancos. «Esto es sal, no vayáis a pensar, sal para salivar, no quiero que piense mal la gente», dice, con la musicalidad única de su voz.

Un Sabina caótico

León de Aranoa ha señalado que este documental comenzó «sin un plan de trabajo ni una estrategia» y, finalmente, ha sido alguien metódico como él quien se ha adaptado «al caos» de Sabina, según recoge Europa Press. «Le daba indicaciones y jamás las llevó a cabo, pero es otra manera de disfrutarlo. Al final, quería que la película se pareciera a él», ha comentado con humor.

El resultado es un documental que recoge varios momentos significativos para la carrera de Sabina, especialmente la caída de 2020 en Madrid que ha marcado su devenir de los últimos años y le llevó a una parada obligada. Después de más de diez años de rodaje, León de Aranoa ha reconocido sentir que tenía «un baúl con muchos tesoros» y de ahí que decidiera poner punto y final al rodaje.

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