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Opinión

El falso mundo emprendedor

Partamos del inicio; el emprendedor o emprendedora es quien toma la iniciativa de realizar acciones complejas o entrañan cierto nivel de riesgo. Dicho de otro modo, en el plano empresarial, es la persona que establece y desarrolla un negocio.

De entrada te pregunto, ¿qué es lo primero que piensas cuando escuchas hablar de un(a) emprendedor(a)? En lo personal, lo primero que me viene a la mente es alguien muy c*brón, que ya no necesita nada ni a nadie, alguien que lo tiene y lo sabe todo. Un ‘crack’ que asume el riesgo de ir a los programas de TV y enfrentarse a los líderes de opinión empresarial; alguien a quien los ‘sharks’ le quedan cortos. Pues lo vemos en todos lados ¿no? ‘Lo de hoy son los unicornios, es momento de emprender’, y frases así.

¡No! ¡Qué miedo! No creo que ni el 4% de la sociedad esté dispuesta a emprender, ni sepa cómo hacerlo, y ni siquiera le interese el mundo emprendedor. Con que tengamos miedo de hablar en público ya valimos.

Qué delicados son esos estereotipos sociales, que son cada vez más aplastantes e inalcanzables, y ni hablemos de las redes sociales que muestran a los emprendedores como si durmieran peinados, despertaran relucientes o no tuvieran jamás un mal día. Son siempre exitosos, guapos, rodeados de gente ganadora, sonrientes, creativos, empoderados, ¡en fin!, máquinas de constantes ideas creativas.

A ver, hagamos un stop para que quede claro. No pretendo montar un juicio inquisitivo en contra de los emprendedores, al contrario, ¡incluso yo soy una de ellos! Tan sólo vengo a sugerir una pequeña (o enorme) dosis de realidad. ¿Cuántos intentos fallidos hemos acumulado todos los que elegimos el camino del emprendimiento? ¿No sería maravilloso que los emprendedores y emprendedoras contáramos cómo hemos fallado una y otra vez? Que, en lugar de simular perfección eterna, compartiéramos cómo aprendemos de esto, y cómo nos levantamos para volverlo a intentar. ¡Vaya que ese sería contenido de calidad!

Considero injusto, irresponsable y hasta cruel, mostrar sólo la parte bonita y el éxito en los negocios, para empujar a otros a emprender. ¡El emprendedurismo es una aventura fabulosa, sí!, pero como toda aventura, también tiene risa, llanto, subidas, bajadas, frustración y satisfacción.

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Si las y los emprendedores nos atreviéramos a contar nuestros fracasos, en lugar de fingir que todo fluye a las mil maravillas, seríamos más ligeros, más humanos, honestos y transparentes.

Creo que tanto a mi generación, como a las más jóvenes, nos han (mal) educado en que los fracasos son nuestra vulnerabilidad y esa JAMÁS se puede mostrar a los demás. Nos enseñaron que debemos mostrarnos siempre fuertes e infalibles, pero la realidad es que caminamos por la vida llenos de temores, frustraciones y vergüenza. ¡Puras máscaras!

Fuera inhibiciones. Hoy vengo a proponerte lo siguiente, no te creas todo lo que escuchas, no te dejes impresionar por las vidas perfectas que ves en las redes sociales, no te ‘achiques’ ante los términos de moda, y todo lo que estos implican.

Claro, si tienes una idea brillante, ¡desarróllala y emprende! Si tienes liderazgo, disciplina y un producto o servicio estrella, ¡hazlo! Pero acuérdate que todos tenemos dos, cinco, siete caídas (más las que se acumulen), ¡es normal! En tanto te vuelvas a levantar, sanes tus heridas, aprendas del fracaso y lo vuelvas a intentar, estarás viviendo la real vida de un emprendedor, lo demás…lo demás es pura ficción.

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Nota del editor: Verónica Salame (Instagram @veronica_salame) es una activista social en pro de la igualdad de género, impulsora del proyecto MuXejeres. Miembro del Women International Zionist Organization (WIZO) y ex presidenta de la mesa de consejo de Children International.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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