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Opinión

ESG y el efecto FOMO. El reto de comunicar a las nuevas generaciones

Pero, ¿qué hay de malo detrás de esto? En términos simples, nada. En tanto la comunicación no se incline al engaño y las regulaciones en materia de publicidad que existen para ello, las compañías son libres de estructurar y transmitir mensajes en torno a los temas que crean más convenientes para lograr sus objetivos. Pueden ir desde incrementar el conocimiento de su marca, aumentar su reputación y generar advocacy -defensa de los consumidores por la marca, causada por el impulso de fidelización-.

Sin embargo, al pensar en ESG como uno de los pilares centrales en la estrategia de comunicación, se vuelve indispensable hacer un análisis más profundo de lo que implica.

Principalmente porque, en muchos de los casos, lo que puede significar un gran logro para una compañía, para sus clientes y consumidores no puede ser más que “lo mínimo que se esperaría que pudieran hacer en el desarrollo de su negocio”.

Lo anterior ha resultado en diferentes historias en las que los mensajes relacionados con el respeto a las comunidades, la eficientización de recursos, la inclusión, la equidad, la diversidad, y el interés por ser cada vez más sustentables y sostenibles no han sido más que solo cosas que para las nuevas generaciones estas compañías debieron hacer desde hace mucho tiempo atrás -al menos, en aquellas que llevan ya una amplia trayectoria-.

La situación se vuelve distinta para aquellos negocios que apenas comienzan. Con todas las de ganar, tienen la oportunidad de transmitir la manera en que su negocio está fundamentado -desde el mero inicio- en todo aquello que los usuarios esperarían de una marca.

Esto no quiere decir, de ninguna manera, que comunicar los logros en materia ESG no sea importante. Con un 20% de usuarios perteneciente a las generaciones Millennial y Z (2022 Edelman Trust Barometer Special Report) viendo a estos criterios como uno de los elementos más relevantes al decidir sobre una marca u otra, incluso antes de los eventos personales, claro que hay una necesidad de comunicarlo. Y, sin duda, los mensajes se vuelven más relevantes y construyen una mejor reputación en tanto las organizaciones demuestren, con hechos, que están yendo más allá de lo que deberían y les corresponde hacer al formar parte de alguna comunidad.

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Para lo anterior es importante recordar lo que, desde mi perspectiva, en la intención de volverse visibles frente a los consumidores, las marcas también deberían mirar con más seriedad. Esto es, conceptos como el FOMOfear of missing out, por su nombre en inglés-, entendido como el miedo que da estar fuera de alguna tendencia. Esta tendencia ha tomado cada vez más relevancia ante la inmediatez y globalización que presentan las plataformas digitales y las redes sociodigitales.

Por ejemplo, que se acabe un producto limitado sin que lo hayan probado, que no alcancen a ver una exposición, que algún video se haya viralizado sin que puedan comentar acerca de él. En todos ellos, el efecto FOMO es ocasionado por el impacto que tiene en distintas áreas de su vida. Desde una conversación con sus cercanos que no podrían tener en caso de perderse algún espectáculo, hasta la necesidad de satisfacer algún deseo que estaba causando algún sentimiento de frustración en su vida.

En términos de ESG, esta fórmula podría verse materializada en la manera en que las acciones de la organización impactan directamente a la comunidad. Es decir, dar la oportunidad a los usuarios de que vivan, documenten y se vuelvan amplificadores, todo al mismo tiempo, por lo que el actuar de una compañía genera en sus vidas y sus comunidades.

Es ahí donde está el reto de comunicar a las nuevas generaciones, a las cuales es importante impactar, no solo por el poder adquisitivo y de decisión que comienzan a tener -o el poder de voto en el caso de organizaciones políticas-, sino también porque para muchas comunidades se han vuelto un punto de referencia para influir en la toma de decisiones de otras generaciones que les preceden.

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Nota del editor: Luis Ruiz es licenciado en Ciencias de la Comunicación de formación –por la Universidad Nacional Autónoma de México– y consultor en comunicación estratégica y relaciones públicas de formación. En los últimos años ha colaborado en el desarrollo de campañas de comunicación corporativa de grandes corporativos a nivel nacional e internacional. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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