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Pedri y Gavi le dan la vuelta al calcetín

Siempre en el alambre. Escrito estaba. España no selló su clasificación para la Final Four del próximo mes de junio hasta los últimos minutos de un partido tan confuso como emocionante. Fue Morata el que marcó, el nueve de la selección para lo bueno y lo malo, pero mucho del mérito de esa clasificación postrera la tienen Pedri y Gavi, dos chavales capaces de echarse el equipo a la espalda y darle la vuelta como un calcetín.

Pocas veces habrá jugado la selección en un escenario tan bonito. La roca, el verde de la montaña y dos gradas extremadamente verticales que confieren al coliseo bracarense un aspecto único. España saltó al césped con siete cambios en el once respecto a la derrota ante Suiza, ninguno tan llamativo como la entrada en el centro de la zaga de Hugo Guillamón, titular por primera vez en un partido oficial. A ojo, el valencianista pudo ser, con diferencia, el jugador que más tocó la pelota en la insulsa primera mitad de España. Todos los balones empezaban, volvían y acababan en él, tal era la inoperancia del equipo de Luis Enrique, incapaz de hacer fluir el juego. Tanto aburrían que hasta la afición portuguesa les empezó a pitar con ganas, y eso que el empate clasificaba a los suyos. Pero una vez que has pagado la entrada, qué menos que ver algo de fútbol, intensidad y rapidez. Volvía a no haber nada de eso en España. Guillamón apenas duró en el campo ese primer periodo. Le penalizó la amarilla que recibió por una entrada sobre Cristiano.

Aquí defienden todos, decía Luis Enrique en la previa. El que más, Morata. El nueve de España se pegó una carrera colosal en la primera mitad para rebañar el balón a Cristiano en el área de Unai Simón en una de las contras de Portugal. Fue tal vez lo más destacado de la selección en esa primera mitad, junto al estupendo vuelo del guardameta del Athletic para desviar un potente disparo de Diogo Jota.

Así siguió el duelo hasta el minuto 57. Luis Enrique reaccionaba a un mal saque de banda de su equipo y llamaba a gritos a Gavi, Pedri y Yéremy, los tres jugadores que estaban calentando en la banda. Tres pipiolos llamados para rescatar a España. Fueron los dos primeros los que cambiaron el partido como un calcetín. Con un golpe en la mesa se apoderaron del centro del campo, y poco después llegaba el primer tiro a puerta. Fue Morata, en el minuto 70. Inmediatamente después llegó el segundo, del recién incorporado Nico Williams. España al fin mostraba intención por llevarse el partido, enseñaba el colmillo y recibía su premio.

España alcanza su segunda final consecutiva de la Nations League, primera selección en lograrlo junto a Italia. Pese a todas las dudas, un éxito más de la factoría de jóvenes de Luis Enrique.

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