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Internacional

Guterres alerta de “un invierno de descontento” por la guerra en Ucrania, la inflación y las desigualdades

El conflicto en Ucrania, la subida de los precios de los alimentos y la energía, el calentamiento global y, sobre todo, las profundas divisiones y desigualdades que recorren el mundo han sentado las bases para una “tormenta perfecta”. En una sombría intervención, el secretario general de la ONU, António Guterres, ha inaugurado este martes la semana de debates de los líderes en la 77ª Asamblea General de Naciones Unidas con una advertencia: “Un invierno de descontento se perfila en el horizonte”.

El cónclave anual de líderes de todo el mundo en la sede de Naciones Unidas es el primero presencial tras dos años de reuniones virtuales o muy restringidas por la pandemia de coronavirus. Pero el ambiente dista mucho de ser festivo a orillas del río Hudson. La guerra en Ucrania, y sus consecuencias globales —el encarecimiento de los alimentos y las materias primas, especialmente— figuran en cada intervención, en la mayoría de las reuniones bilaterales, en los corrillos informales.

El anuncio de los separatistas prorrusos de que convocarán referendos de anexión en las zonas ocupadas de Ucrania sale a relucir una y otra vez (“No pueden ser aceptados”, comenta el canciller alemán, Olaf Scholz, “no los cubre ni el derecho internacional ni los acuerdos de la comunidad internacional”). En una sala, el ministro de Exteriores ucranio, Dmitro Kuleba, conversa con la embajadora de EE UU ante la ONU, Linda Thomas-Greenfield. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, habla en videollamada con Volodímir Zelenski, inmediatamente antes de su intervención en el plenario. En otro aparte, es el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, quien habla con su homólogo turco, Mevlut Cavosoglu.

La guerra ha acentuado divisiones que ya existían. Entre los países del llamado Sur Global, es patente en muchos casos el hastío sobre un conflicto en el que su papel es, casi exclusivamente, el de pagador de las consecuencias, en forma de inflación y aumento de la pobreza. En Occidente, la atención sigue centrada en una guerra que ha disparado el coste de la energía.

Iniciativas como una cumbre especial sobre seguridad alimentaria, lanzadas por Estados Unidos y que copreside España, entre otras naciones, buscan ofrecer soluciones. Un reconocimiento de Occidente a la gravedad del problema y al cansancio, y descontento, crecientes en el sur en torno al conflicto. En su intervención, que cerraba la sesión matutina, el presidente francés, Emmanuel Macron, incidió en la necesidad de prevenir la “fractura” entre norte y sur.

El jefe de Estado francés se mostró especialmente duro hacia la invasión rusa, que consideró que amenaza con “una vuelta a la era de los imperialismos”. Y criticó a aquellos Gobiernos que de modo explícito o tácito respaldan a Moscú. “Los que callan contribuyen sin querer, o con una cierta complicidad secreta, a la causa de un nuevo imperialismo, de un cinismo contemporáneo que amenaza a nuestro orden internacional, sin el que la paz no es posible”, insistió.

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Guterres resumía la situación global en su intervención: “La crisis de poder adquisitivo se desencadena, la confianza se desmorona, las desigualdades se disparan, nuestro planeta se quema. La gente sufre, en especial los más vulnerables”. Y cuando más necesaria es la acción, “estamos bloqueados por una disfunción global colosal”, se lamentaba. “Estas crisis ponen en peligro el propio porvenir de la humanidad y el destino del planeta… no alimentamos ilusiones. Nos encontramos en una gran marejada”.

Ausente de la agenda se encontraba en este primer día de debates el presidente estadounidense, Joe Biden. Aunque la tradición dicta que la intervención del inquilino de la Casa Blanca sea la segunda del día inaugural, inmediatamente después de Brasil, el presidente demócrata ha retrasado hasta el miércoles su participación, debido a su presencia en el funeral de Estado de la reina Isabel II de Inglaterra en Londres este lunes.

Ucrania intervendrá también el miércoles, en un discurso por vídeo de Zelenski. Los países aprobaron, en una votación el viernes, esta participación especial, pese a la oposición de Rusia. El jueves, los ministros de Exteriores del Consejo de Seguridad celebrarán una sesión especial para abordar la situación en el país invadido por Rusia.

Lucha contra el cambio climático

El descontento al que aludía Guterres se extiende también a la gestión de la lucha contra el cambio climático. Como apuntaba el presidente chileno, Gabriel Boric, los países del Sur Global se ven desproporcionadamente afectados por el calentamiento global, cuando son poco responsables de las emisiones contaminantes. El 80% de ellas provienen de los países miembros del G-20, el club que reúne a las mayores economías del planeta. Y los países en desarrollo aguardan con impaciencia cada vez mayor que los más ricos cumplan sus promesas de ayuda financiera.

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Cuando apenas faltan dos meses para la cumbre de la ONU sobre el clima, COP27, en Egipto, “la acción climática ha pasado a segundo plano”, reconocía el secretario general en su discurso.

En un gesto, que reconoce el malestar de las naciones en desarrollo, Guterres ha pedido que los países ricos graven los beneficios de las grandes compañías productoras de energía, que han visto dispararse sus ingresos por la crisis en Ucrania. Los fondos obtenidos con esos impuestos deberían destinarse a paliar los “daños y pérdidas” de los países afectados por el cambio climático y la inflación en los precios de los alimentos y bienes de primera necesidad.

Reforma de la ONU

El descontento ha hecho que se repita una y otra vez en los discursos de los líderes un llamamiento común: el de la reforma de la ONU. Uno tras otro, casi cada participante en la primera sesión ha reclamado cambios en la institución, de modo que su estructura deje de representar al mundo como era hace 70 años. Que, en cambio, se reconozca que la realidad actual cuenta con más protagonistas.

“El mundo es más grande que solo cinco [países], y una representación más justa es posible”, reclamaba Erdogan en su intervención. Aludía a los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU —Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, China y Francia— y su poder de veto. “La reforma de la ONU es obligatoria, son necesarias soluciones innovadoras”, reclamaba por su parte el presidente brasileño, Jair Bolsonaro.

El cónclave cuenta también con ausencias significativas. No tienen prevista su comparecencia ni el presidente ruso, Vladímir Putin; ni el chino, Xi Jinping. Ambos sí optaron por celebrar su propia cumbre la semana pasada en Uzbekistán. Sus representantes respectivos hablarán por ellos ante la Asamblea General este sábado.

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