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La Fábrica contra la Academia: dos canteras contrapuestas

Carvajal, Nacho, Lucas Vázquez y Vallejo —Valverde y Mariano llegaron al Castilla con 18 y 19 años, por lo que no pueden ser considerados canteranos como tal— en el Real Madrid. Llorente, Morata, Hermoso y Reguilón en el Atlético. El club blanco tiene el mismo número de canteranos en su plantilla que en la del vecino rojiblanco que, actualmente, solo tiene dos jugadores criados en sus categorías inferiores dentro del primer equipo: Koke y Saúl. El puzle de canteras del derbi es, esta temporada, bastante peculiar, pero el patrón no difiere mucho del de los equipos adultos. La Fábrica y la Academia son canteras muy alejadas la una de la otra. Dos modelos distintos de entender el fútbol.

En el Real Madrid hace ya bastante tiempo que la cantera no se ve como un fin para alimentar al primer equipo. Ese tiempo es pasado. Es evidente que el deseo del club es criar futuras estrellas mundiales, pero eso no es óbice para aplicar el sentido común: «Quizás cada diez o quince años aparezca un crack que derribe de un puñetazo la puerta del primer equipo, pero eso es la excepción», explica un entrenador español que años atrás estuvo en la cantera blanca. En el fútbol nacional y europeo hay más de 200 jugadores criados en la Fábrica, y eso no es casualidad: «El Madrid tiene una cantera tradicional y no demasiado innovadora en la que prima el jugador por encima de la metodología. No hay un sistema preestablecido como sucede en el Barça, por ejemplo. Cada generación juega en virtud de las características de los jugadores. Por eso cuando un jugador del Castilla sale a un Primera, un Segunda o un equipo continental está totalmente preparado para competir. En su paso por la cantera ha jugado a que le ataquen, a que le defiendan, al contragolpe o al juego de posición. Los jugadores del Madrid son menos especialistas, pero dominan más estilos. Y se han formado, además, en las infraestructuras más modernas y potentes de Europa», explica este mismo técnico.

El club blanco no suele adelantar los procesos de formación e intenta que cada jugador esté en la categoría de su edad. Tampoco se vuelve loco cuando los agentes aprietan buscando renovaciones. Si se quieren ir, puerta abierta. Tanto de críos como si llegan al primer equipo. Ahí están los más de 400 millones de euros que Florentino ha sacado en ventas de canteranos en esta segunda etapa suya como presidente. Jugar en el Real Madrid requiere excelencia y eso reduce bastante las opciones de los canteranos: «No se vuelven locos. Y menos en puestos de mediocentro o ataque. Si se fija, los canteranos que hay hoy son centrales o laterales. En el resto de puestos es muy complicado hacerse hueco», dice este exentrenador.

El caso del Atlético es menos lineal. En los últimos quince años ha alternado épocas en las que buscaba ser muy competitivo con otras en las que el objetivo era ser formativo. La etapa de José María Amorrortu, entre 2006 y 2011, fue las más fructífera: De Gea, Koke, Domínguez u Óliver Torres fueron algunos de los jugadores que se instalaron en el primer equipo, pero el adiós del vasco hizo perder esa filosofía hasta que Javier Vidales la volvió a recuperar en 2017: «Se empezó a jugar con un 4-3-3 que es el sistema ideal para los equipos en formación, porque es un sistema más creativo que el 4-4-2, que es más arcaico y tradicional, más competitivo que formativo», cuenta un exentrenador de La Academia.

Junto a él, la figura de ‘Canito’, director de captación, también fue revolucionaria. Se empezó a fichar talento de todas las zonas de España, no solo de la Comunidad, que es lo que ocurría habitualmente, para pelear los títulos al Madrid, pero la realidad es que no está dando jugadores para el primer equipo ni tampoco ventas importantes, como sí le sucede al club blanco: «Aunque pueda parecer que un primer equipo y la cantera van de la mano, eso nunca sucede en ningún equipo del mundo, con el caso excepcional del Athletic. Por ejemplo, si a una multinacional le cuadra algo del filial bien, y si no, también. La multinacional vive del presente, no va a tener una estrategia formativa. El coste de poner a Camello es no ganar inmediatamente, y dejar en el banquillo a Joao, Morata o Griezmann…», argumenta este extécnico de la Academia. El problema es que no nutre al primer equipo, no se saca rédito económico —excepto casos excepcionales como Lucas Hernández—, y la afición se enrabieta por ver como su primer equipo se llena de ‘madridistas’. La Fábrica contra la Academia: dos modelos antagonistas.

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