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Internacional

Vinos con alma en el Duero fronterizo

alberto ferreras

ZAMORA

04/08/2022

Como emprendedora en el medio rural, Charlotte Allen ha tenido que sortear diversos obstáculos, algunos por ser mujer y otros por los inconvenientes de estar en un territorio fronterizo lejos de los mercados del vino, pero pese a esos retos esta viticultora, enóloga y bodeguera ha sabido sacar adelante un proyecto vitivinícola personal basado en primar la calidad sobre la cantidad y apostar por las variedades autóctonas de uva de la Denominación de Origen Arribes. Actualmente, entre el vino que elabora en su propia bodega, AlmaRoja, el que produce para terceros y el que saca al mercado al estar al frente de otra de las bodegas de la zona, Bruneo, Charlotte Allen produce anualmente unas 50.000 botellas de vino de Arribes, 20.000 de ellas a través de su propia marca. Aun así, admite que no se trata de una gran cantidad.

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«En realidad no es nada, sigo siendo una microbodega», señala esta profesional que se asentó en Fermoselle (Zamora) hace ahora quince años atraída por la gran proyección de los vinos que se producen en esta zona del Duero fronterizo con Portugal y los precios más económicos que en otras demarcaciones vitivinícolas de calidad, por lo que entonces se podían adquirir viñedos en los Arribes. Tras recorrer y formarse en países con vinos afamados como Francia, Sudáfrica o Italia, esta trotamundos inglesa recaló en Fermoselle, donde con unos pequeños ahorros y el apoyo financiero de familiares y amigos adquirió doce hectáreas de viñedo y se asentó inicialmente en una de las bodegas subterráneas tradicionales que existen en esta localidad conocida como el pueblo de las mil bodegas. Posteriormente, al ampliar producción, echó mano también de una antigua discoteca del pueblo para su bodega AlmaRoja.

En ella produce un vino elaborado con uvas de viñedos centenarios al que ha dado su propio nombre, Charlotte Allen, junto a un Mateo, Pirita blanco, rosado y tinto de crianza, así como un vino joven con el sugerente nombre de Cielos y Besos. También explora el mundo de los vinos ecológicos a través de Bruneo, el otro proyecto vitivinícola que dirige como enóloga en Fermoselle, en el que también apuesta por uvas de viñedos antiguos y una elaboración tradicional. Como inconvenientes de emprender en el mundo rural, Allen menciona las conexiones y el no tener un mercado justo al lado, ya que para los vinos arribeños resulta casi imposible abrir mercado en Zamora, donde prácticamente solo se bebe vino de Toro. Pero ni eso le ha frenado ni tampoco ha representado un escollo insalvable ser una mujer enóloga en un mundo como el vitivinícola en el que tradicionalmente predominaron los hombres. Pese a ello, cuenta anécdotas como cuando los hombres de cierta edad pretendían decirle cómo hacer su trabajo.

«Llega un momento en el que tienes que imponerte y decir hasta aquí hemos llegado», explica. Si necesita ayuda en algún aspecto concreto la pide a quien considera la persona adecuada pero ya no aguanta que haya «gente todos los días diciéndote sin ningún fondo técnico que no estás haciendo bien las cosas». Al respecto, reconoce que al principio perdió mucho tiempo por ello hasta que supo pedir a esas personas que le dejaran en paz y no le desviaran de su apuesta vitivinícola. De hecho, hoy en día, en pleno 2022, todavía hay gente que le pregunta por su marido y se sorprende cuando les explica que no tiene y que es ella misma la que coge el tractor y cuida la viña. El éxito de su proyecto vitivinícola en Arribes y el hecho de que otros se hayan fijado en ella para elaborar sus vinos avala que tan mal no lo debe hacer.


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