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Opinión

El indecente uso político del 17-A por parte del separatismo

No renuncia la facción separatista catalana a intentar crear un ambiente contra España a cuenta de los atentados de La Rambla y Cambrils. Incluso cinco años después de aquella matanza, el secesionismo sigue urdiendo estrategias, no por torpes censurables, para culpar a Estado de aquel ataque del terrorismo yihadista.

A la cabeza, cómo no, el prófugo Puigdemont, y algunos otros tentáculos del tinglado independentista. Pero si en 2017 esa estrategia podía tener como coartada de contexto, que no de justificación, la inminencia del golpe de Estado que pensaban dar tras el 1-O, ahora, cinco años después han perdido incluso esa flojísima excusa. Aun así, el secesionismo no pierde ocasión de utilizar a favor de su paranoide obsesión el sufrimiento, el dolor, el miedo o cualquier otro efecto secundario que caiga sobre la sociedad.

Da igual de qué problema se trate: la culpa será siempre de España, porque esto en una Cataluña independiente, no pasaba. Forma parte del ADN del nacionalismo esa pulsión providencialista y salvapatrias que le lleva a crear una realidad paralela a la que llega manipulando cualquier circunstancia, por dura o trágica que sea para la sociedad, con el fin de cargarse de las ‘razones’ que no tiene.

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