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Piqué y la fábula del hacha y el mango

Salidas de futbolistas o rebajas salariales son las dos premisas con las que trabaja el Barcelona para poder inscribir a Koundé y acometer los fichajes (Marcos Alonso y Bernardo Silva) con los que cerrar su plantilla. Con la situación de Braithwaite, Umtiti, Memphis, Dest, De Jong y Aubameyang enquistada, la solución pasa por la benevolencia de los capitanes para liberar masa salarial, algo a lo que Piqué y Busquets estaban receptivos, pero que en las últimas horas se ha torcido.

El acuerdo al que estaba a punto de llegar Piqué con el club el pasado viernes sufrió un frenazo al no recibir el catalán las garantías de cobro que exigía después de aceptar diferir su salario de nuevo. El central se sintió como el protagonista de la fábula ‘El hacha y el mango’ (un hacha le pide al árbol que le dé una rama con la que hacerse un mango para después talarle) cuando el club le solicitaba un esfuerzo para poder inscribir a Koundé, el central que le va a relegar al ostracismo. Porque si Piqué ha sido suplente durante toda la pretemporada y en el primer partido oficial, la llegada del francés, por el que se han pagado 55 millones, le privaría de las escasas oportunidades en el nuevo rol del que ya le advirtió Xavi hace unas semanas.

«Gran virtud el ser generoso y caritativo, pero no si lo eres con tu enemigo», advierte Félix María de Samaniego, autor de la ilustrativa fábula. Y Piqué lo ha tenido en cuenta. Le advirtió el técnico que quería evitarle las mismas sensaciones que sufrió él cuando Luis Enrique le relegó al banquillo en su último año en el Barça. Sus problemas físicos, el malestar por sus negocios empresariales y su agitada vida privada pesaban mucho en la balanza de decisiones de Xavi. «Tráeme al mejor central del mundo que conmigo será suplente», se defendió Piqué, que ahora asiste molesto a la petición del club para que ayude con su salario a financiar el mango del hacha que cercenará su presencia en el equipo.

Además, con contrato hasta el 30 de junio de 2024, el catalán topa con la comisión de control económico de LaLiga, que ve cierta irregularidad en diferir de nuevo su salario a lo largo de las dos próximas temporadas cuando ya lo hizo el año pasado. Piqué quiere ayudar al club de su vida, pero eso no difumina su malestar al ver el dispendio que está realizando Laporta, a lo que se suma la negativa de otros futbolistas de los que más cobran a realizar el mismo esfuerzo, como Frenkie de Jong, que ya difirió salario y este año exige los 23 millones que le adeudan. Piqué y el Barcelona seguirán negociando esta semana, pero su agente ve complicado llegar a un entente.

Tampoco parece fácil que Sergio Busquets pueda aligerar masa salarial a pesar de su predisposición. El capitán acaba contrato este año y el club le ha propuesto renovar una temporada para poder aplazar una cantidad importante de su ficha. No obstante, el centrocampista ha exigido una cláusula liberatoria en 2023 porque quiere ir a la MLS, lo que le generaría problemas fiscales, ya que es complicado a nivel contractual asegurarse una opción de salida cuando se difiere salario para el curso siguiente.

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