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Gavi cumple los 18 consolidado como un futbolista mayor

Más emblemático es cumplir 18 años que tener un contrato de futbolista profesional. En el caso de Pablo Páez Gavira, ambas circunstancias van aparejadas. Justo el día del aniversario en que alcanza la mayoría de edad, se convierte también en deportista adulto. Como los demás seres que se cambian en el vestuario del Barça, aunque seguirá siendo el más joven de todos.

Y todavía es juvenil. 

Pero cobrará como un profesional. “Tenemos un acuerdo cerrado que se activará cuando cumpla 18 años”, dijo Mateu Alemany, el director deportivo, el pasado 6 de julio. Quedaban flecos y todavía quedan flecos que no ponen en peligro un acuerdo cerrado verbalmente, pendiente de ser trasladado al papel y a la espera de pactar un hueco en la agenda del presidente Joan Laporta para proceder a un acto de homenaje-presentación como el que han disfrutado Pedri, Ansu Fati y compañía. Gavi es como ellos. Firmará un contrato por cuatro años (hasta 2026) con una cláusula de 1.000 millones.

Traslado a un piso

 Gavi se ha hecho mayor y tendrá que dejar La Masia, el lugar donde ha residido desde que tenía 10 años, la rompía en el Betis y fue fichado por el Barça. Sus padres y su hermana, que viven en Los Palacios (Sevilla), donde nació el 5 de mayo de 2004, recuperarán la convivencia familiar en Barcelona. Solo aguantaron un año en la ciudad. Gavi quiso concentrarse en ser lo que es hoy y prefirió vivir en la residencia. 

Siete años de separación que se reanudarán en unas circunstancias muy distintas. El niño, Pablo, en casa, Gavi fuera, se ha convertido en una estrella mundial del fútbol. Por pertenecer al Barça, por supuesto, debutante en el primer equipo con 17 años y 24 días (el cuarto más joven de la historia) y el más precoz de siempre en la selección española.

Con 17 años y 62 días, un mes mal contado después, el 6 de octubre de 2021, lucía el 9 de España en San Siro frente a Italia, mientras llovían las críticas a Luis Enrique por promocionar a Gavi. Semanas más tarde, los haters de Luis Enrique y los cenáculos filomadridistas agachaban la cabeza. No había sido un capricho del seleccionador. Conocía a Gavi desde su paso por el Barça. Seguramente también de escuchar a Iván de la Peña, el agente del futbolista.   

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Un jugador “único”

“Gavi lo tiene todo. Tiene garra, tiene raza y tiene calidad. No solo corre, lucha y posee nivel defensivo; con balón tiene juego con los dos pies, es un jugador único”, explicaba Luis Enrique con afán didáctico en los primeros días.

No lo conocía su viejo amigo Michel, el entrenador del Getafe, que descubrió a ese atrevido juvenil el día de su debut en Primera. En el Camp Nou. “El Barça ha tenido más el balón con la entrada de Gavi”, dijo. Ese era exactamente el motivo y el fin por el que Ronald Koeman le había introducido en el campo, a él con 17 años y a Nico González con 19 para conservar el 2-1. Futbolistas creados y modelados con el perfil Barça desde niños.

Familiar más que agente

 En esencia, Pablo, es el mismo en el campo del que llegó. Tal vez haya cambiado en el ámbito personal. «Es un animal competitivo», han repetido todas las personas consultadas que han vivido de cerca el crecimiento del jugador, que se despidió del Betis con 96 goles en una temporada. Tenía solo 10 años. Su proyección era increíble. Quedaba mucho trecho para alcanzar la meta: el interés del jugador, la constancia, el crecimiento físico, la fe de los técnicos, la adaptación a un nuevo hábitat… Ni Gavi se ha parado ni ninguno de sus entrenadores ha dudado de él. 

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De la Peña ha sido la referencia de Gavi. “Ha ejercido más de familiar que de agente”, aseguran fuentes del fútbol base de la constante presencia e interés de Lo Pelat en ese chaval al que ha tutelado.

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“A mí me emociona verle”, ha repetido Xavi, que le ha dado 26 titularidades desde que tomó el testigo en noviembre y se encontró aquel chaval bajito -“un ansias”, le adelantaron– que no para de correr, feliz y gracioso en el vestuario, enérgico y rabioso en el césped. “Un fenómeno”, repite Xavi, encantado con que aquel chaval que no se ataba bien los cordones de las botas sea un futbolista mayor, mayúsculo.  

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