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Mario Bellatin, un observador de lo insólito

A Mario Bellatin le fascina buscar lo insólito en los pliegues ocultos de la realidad, por lo que se define más como un observador que un “imaginador de fantasías”. El narrador peruano-mexicano, que concibe la escritura como sinónimo de libertad, confiesa que siempre está en busca de nuevos caminos no previstos y que le gusta distanciarse de “lo que todos ven y repiten”.

En entrevista con Excélsior, el autor de unos 80 títulos ratifica su rechazo a las etiquetas, a la parafernalia que rodea al escritor, al abuso del ego, al lugar común.

Para mí, la literatura es un lugar de experimentación; pero esto nada tiene que ver con el término experimental, pues éste es un lugar común que se confunde con las vanguardias del siglo XX.

Lo que trato de buscar todo el tiempo es que la escritura esté en movimiento constante, que no se quede varada en una fórmula, estancada, y que sea un lugar más de preguntas que de respuestas”, afirma.

Quien nació en la Ciudad de México en 1960, pero a los cuatro años se trasladó a Perú con su familia, para regresar al país azteca en 1995, comenta que le interesa cuidar tanto la forma de escribir un texto, como la manera de presentarlo.

Me siento como en una cápsula de escritura, de la que entro y salgo; pero luego, al editar, que es vital, decido cómo quedará definitivamente”, añade.

Aclara que “hay una búsqueda de etiquetarte que me desespera, porque te clasifican y eso se convierte en una especie de lápida que hay que cargar, cuando creo que la escritura es libertad absoluta”.

El egresado de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Lima, ciudad donde también estudió Teología, señala que nunca ha tenido claro qué es la novela. “Para mí, es un espacio muy permeable.

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Desde que era estudiante dudaba de los conceptos y definiciones del género, porque siempre, al pasar de la teoría a la práctica, no encaja. Es un género cambiante y eso trato de aprovechar, buscando nuevos rumbos, que la propia escritura me lleve por caminos que no tengo previstos”.

Explica que “el término novela viene de novedad. Y, cuando te acercas a la escritura, lo nuevo no es interesante, sino cómo puedes profundizar tu contexto, tu entorno, volver sobre lo mismo desde otra perspectiva. Para jugar con la antinovela, no tengo nada nuevo qué contar, voy a narrar lo mismo, pero de otra forma”.

Quien escribió su primera obra a los 10 años, inspirado en su afición por los perros, y publicó su primer libro, Mujeres de sal, en 1986, indica que los temas que recrea en sus textos –la muerte, la belleza, la enfermedad– “son como pretextos, como elementos de seducción para un posible lector; pero sí tiene un valor importarte”.

Dice que lo que más le interesa es que las nuevas generaciones sigan leyendo sus libros desde otra perspectiva. “Por ejemplo, Salón de belleza (1994) evoca sin decirlo al sida, pero hoy se pueden leer pensando en la pandemia o en la viruela del mono. Escribir en un espacio paralelo a la realidad que permite entenderla de una manera más amplia”.

El Premio Xavier Villaurrutia 2000, por su novela Flores, admite que el humor negro marca su vida y su literatura. “No sólo es humor, sino una suerte de distanciamiento de lo cotidiano, de lo que todo mundo ve y repite. Y apreciar desde esa distancia los elementos que ocurren en la realidad, pues estar cerca impide ver esos pliegues. Tomo lo insólito que está presente, no la fantasía. Soy más un observador de realidades. Todos mis libros surgen de la realidad absoluta”.

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Bellatin, quien ha vuelto a escribir en la máquina mecánica que usaba a los 10 años, detalla que está participando en el programa Semilleros culturales, que le permite viajar a las zonas más pobres y peligrosas del país y charlar con niños y jóvenes.

Me interesa lo que mi presencia pueda producir, estar juntos, escuchar y encontrar la posibilidad de un quiebre cultural que surja de nosotros mismos. No voy a enseñar nada, sino a aprender”.

Quien estudió cine y televisión en Cuba agrega que lo mismo hizo en República Dominicana, se escapó a los barrios marginales en busca de esos milagros laicos. “Debemos recobrar nuevas o distintas maneras de estar juntos”.

cva

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