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Opinión

Las bases de la inclusión en las organizaciones

¿Cómo dar la bienvenida a la inclusión?

Una sólida cultura interna, revisada y replanteada, perfectamente comunicada y asimilada, sienta las bases para adoptar los cambios. Esto es tarea sencilla cuando existe la convicción, porque al final la cultura organizacional es un sistema de creencias sobre lo que significa el trabajo, cómo se hacen las cosas y, muy importante, lo que significa ser líder más allá de las posiciones formales, trabajar en equipo y hacerlo respondiendo a valores transversales como la ética, la responsabilidad, el respeto y el reconocimiento de las capacidades individuales de mujeres y hombres por igual.

Transmitir e inspirar

El liderazgo en la organización tiene un doble compromiso durante un proceso de cambio para la inclusión. Los líderes deben ser los primeros convencidos de que es necesario transitar a nuevos estadios y ser ejemplo de la transformación. Un liderazgo consciente y positivo es el fertilizante que ayuda a que la nueva cultura florezca, estimulando nuevas capacidades, creando y renovando desde cero y sobre todo procurando un ambiente propicio para la creación conjunta, intercambio de ideas y receptividad.

Perseguir un propósito superior

En estos tiempos, es claro que las empresas deben existir por razones que trasciendan las ganancias monetarias. Así, la rentabilidad financiera se convierte en un medio para lograr la visión de la compañía, y no en un fin en sí mismo. Como tal, el propósito superior es aquella declaración que enuncia el cambio que cada organización está buscando lograr en la sociedad, y se enfoca en procurar el bienestar tanto de las personas como de la naturaleza. Para abonar a la inclusión, las empresas harían bien en desarrollar y practicar su propósito superior con base en ciertas cualidades como la evolución (adaptación), la armonía y el impacto transformador positivo, entre otras.

Manos a la obra

La inclusión es una necesidad, una convicción y puede adoptar uno o varios métodos, pero la semilla son las personas. Por eso la organización requiere invertir para desarrollar a mujeres y hombres en equidad, para que estén listos ante los desafíos que impone el cambio. Esto se logra creando las capacidades, entrenando y haciendo saber a las y los colaboradores que su contribución rendirá frutos. Y desarrollar competencias para nuevas posiciones o responsabilidades de mayor envergadura en igualdad de oportunidades, procurando cada día mayor impacto en el crecimiento individual y como organización.

Una organización transparente, clara en sus objetivos, con equipos de trabajo cohesionados y convencidos de su filosofía y su propósito, transita de forma más sencilla entre los vientos de cambio que exige el entorno, la competencia, las nuevas oportunidades de negocio e incluso puede contribuir a desarrollar mejores seres humanos.

Nota del editor: Edith González Villarreal es directora de Talento y Cultura en Grupo Financiero Base. Síguela en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.

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