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Opinión

El invierno de la ‘criptoconfusión’

Esta situación ha desatado un debate sobre los criptoactivos: ¿estamos próximos a otro super rally? ¿Hemos sido testigos del fin de una superburbuja?

Las criptomonedas surgen en las postrimerías de la crisis de las hipotecas subprime cuando la credibilidad de las instituciones financieras y los reguladores estaba por los suelos, y se barajaba una enorme inyección de liquidez en la economía. La propuesta de reemplazar el dinero fíat por un medio digital más eficiente e inclusivo era, y es, indudablemente atractiva.

Si adicionalmente no hay riesgos de sobre emisión, aún mejor. Sin embargo, las monedas emitidas por emisores privados no constituyen un buen fundamento para un sistema financiero. La razón es que en situaciones de incertidumbre una institución financiera puede experimentar una corrida o pánico si la liquidez de sus activos es menor que la de sus pasivos. En estos casos, se necesita de un prestamista de última instancia para dar liquidez al sistema.

En un modelo como el de Bitcoin, donde la oferta es inelástica (topada a 21 millones), no existe un mecanismo para inyectar de forma oportuna esos recursos. Es significativo que durante el colapso de Terra-Luna, los participantes esperaban que “alguien” interviniera para soportar su valor. Esto no sucedió. La propuesta de reemplazar el dinero fíat con criptomonedas solo expondría el sistema financiero a una serie de corridas continuas que pueden manejarse, como ha sido el caso, mientras no se presente un riesgo sistémico.

La segunda confusión se relaciona con la oferta de valores. Un valor o security es una propuesta de inversión en la cual se invita al público a participar de potenciales ganancias mediante un emprendimiento. Para evitar fraudes y proporcionar a los inversionistas todos los elementos para tomar una decisión, las autoridades que regulan el mercado de valores supervisan el proceso de oferta.

No todas las alternativas de inversión constituyen un valor. Pensemos en la diferencia entre invertir en un barril de petróleo o participar de una inversión en una empresa petrolera. En ambos casos podemos ganar o perder. Sin embargo, invertir en un barril de petróleo no es un security, invertir en una empresa petrolera sí lo es. En este último caso, estamos dependiendo de las habilidades gerenciales de terceros y como inversionistas necesitamos conocer su plan de negocio y monitorear el manejo de los recursos.

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Esta misma distinción se aplica en los criptoactivos. Hay instrumentos como bitcoin que no se consideran valores y muchas otras criptomonedas que realmente sí constituyen un valor porque su éxito comercial depende del esfuerzo de un tercero. Las llamadas ICO (Initial Coin Offerings) levantaron más de 20 billones de dólares que, al no contar con un respaldo adecuado de revelación, originaron pérdidas significativas. Los proponentes de activos digitales deben reconocer cuándo se realiza una oferta de valores y no evadir la regulación, como lo hacen actualmente muchos emisores de criptomonedas.

Los criptoactivos tienen poco futuro si tratan de escapar de un marco regulatorio que, pese a sus limitaciones, ha mostrado su razón de ser a través de experiencias dolorosas de crisis financieras y abusos de confianza. El papel de los bancos centrales como sustento de la estabilidad del sector financiero –más allá de su responsabilidad de controlar la inflación— y de las Comisiones de Valores como supervisor debe ser apreciado por las nuevas generaciones de criptonautas y exigido por la sociedad.

Nota del editor: Luis A. Hernández Arámburo, profesor de EGADE Business School y CFO de Flatstone Capital Markets. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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