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Opinión

Diga 33, o diga 30

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«Me duele mucho mi partido y me duele mucho mi tierra», confiesa Susana Díaz mientras recuenta con aflicción y entre punzadas los votos del PP en el barrio de Triana, cruzando el río en el que se ahoga el duende sanchista. Debe de estar reventada de dolor la pobre Susana, como aquella Maleni de «antes partía que doblá», ahora rota e inhabilitada. Ni una cosa ni la otra. Todo de boquilla, como un pésame de compromiso y por telegrama. A Susana Díaz nunca le ha dolido la tierra que saqueó el PSOE, y tampoco le duele el partido que la prejubiló y le puso un estanco en el Senado para quitársela de en medio. Díaz fue una vez presidenta de la Junta de Andalucía, pero por vicisitudes domésticas y vocación tardía fue también fundadora de la orden de los monaguillos antisanchistas, en la que militan de manera semiclandestina Page, Vara y Lambán.

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